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resena-77-quintane.jpg Una americana
Nathalie Quintane
Cabeza Prusia,
Puebla, 2014.

 
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No. 77/Marzo 2015



                                                                               ENTRENAMIENTO

                                                                               La gallina de Colón:

                                                                               ¿A partir de cuántas nuevas gallinas
                                                                               más gordas que unas gallinas normales
                                                                               encontramos esas nuevas gallinas nor-
                                                                               males, es decir no gordas?




—Fue Américo quien póstumamente bautizó al mundo y a sus habitantes, y siguió llamándolos indios y rascando sus epidermis para encontrar oro.

—Américo se quedó en su lecho y de los inuits a los alacalufes todos recibieron su nombre.

(qué ganas de amnesia para acceder así a un lugar sin fecha y sin nombre)

y tomarla con el primer cosa que llegue

pues si la tierra es ahora de España, cómo se llama el que por ella camina desde antes de que se llamara España



—Si sigo avanzando cada vez más hacia el oeste, dice un buscador, es justamente para no ver bien nada (de lo contrario no quitaría enseguida lo que veo)

pues no se puede ubicar una cosa en un lugar sin quitarla de un lugar precedente más antiguo
(si tomo, retiro,
dice pensativo Colón)

¿qué poner en lugar del sitio donde había algo antes?

Cosa:

—Su preocupación: cuál es la figura del mundo.

quintane-1-corte.jpg

Mapa nº 2


—El pequeño Américo trata de reproducir de África las costas. Un cabello no es lo bastante laxo para amoldarse a ellas. El lápiz no dibuja de forma natural ni curvas in grandes superficies (está hecho a la medida del dedo). No se traza del golpe en medio de un plano una línea que nunca se ha visto en él.

—Islas imaginarias, si acaso, pero no continentes desconocidos.

—O reconstruir una ciudad desaparecida entretanto, al saber que allí, en la tierra, encuentran una teja: ¡romana! o una barca: ¡romana!

—Inmediatamente después llega el contable.

Ve ese punteado rectilíneo con el que en el fondo no hay nada que hacer

quintane-corte-2.jpg(de un día para otro, el cerebro flexible ahuyenta su obesa Asia y la sustituye al oeste —a la derecha— por las costas de Américo, mientras que su izquierda  permanece en blanco

—Una persona entre varios millones ha, habrá, notado un malestar frente a los blancos de las tierras desconocidas —casi siempre unos ambiciosos que parten pagados para hacer fortuna)



 

Las fuentes del Nilo


—Américo siente perfectamente que el punteado de la Cosa tiene tanto efecto como sobre el puente cuando un capitán señala con el dedo en el agua la línea del ecuador —vaga decepción rápidamente olvidada en el bar— o fotografiando un chorro de ballena.

—Lo que ha hay que: decir:
allí, veréis a hechiceros tobas, patagones, yameos, que hablan conteniendo el aliento, 68 alacalufes (fósiles vivientes), las amazonas con un seno menos y la huella de las rodillas de Santo Tomás

 

 

 
 

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