No. 77/Marzo 2015 |
Campo de Fiori Como si ardiera el mar * en compañía del río * hasta la isla Tiberina * El cielo se derrite lentamente * cae como cera o parafina dulce * y voy a lomos de todos mis sentidos * perdido en el aire Águila o Pegaso * sin poder extender mis alas hasta la orilla lúcida * de las constelaciones Me han traído desnudo * para mi vergüenza * por el Trastévere * risas llanto aceptación * atado a un poste de madera * criminal * inocente de la razón y la inteligencia Por orden de la Bestia Triunfante Mi lengua adherida a una especie de trampa * casi in- forme * para que no justifique mis actos con palabra alguna Liberación del vicio y de las supersticiones * dije una vez * sin pensar en consecuencias posibles * frente al ser en la naturaleza * en la que reside la pasión de la verdad Solo la lluvia podría endulzar la sequedad del aire * la fiebre encarcelada de mi degradación matinal Oigo a lo lejos * puesto que no hay arriba ni abajo * en la distancia del corazón a las cerezas * un canto infinito * dulce y de esperanza * que solo entonan los labios * no contaminados * de los que conceden valor a la inmanencia No existe sitio en mí * para la no ética * aunque un amigo me traiciona Me pongo a arder * por orden de la Bestia Triunfante Arden mis pies * mi vientre se despliega * se encoge como papel quemado * por la esfera perfecta del dolor * a qué la vida * el pensamiento Quisiera soñar * pero no puedo * que voy hacia la muerte. 11 Comprendo aunque me cuesta que asisto en estos días por vez primera como protagonista a la llegada improrrogable de las últimas mareas Con cierta aceptación como quien sabe lo que significa travesía con cierta pers- pectiva inusitada con cierto aplomo ante lo inevitablemente cierto Las últimas mareas de la tarde encinta de lo inesperado de inútiles deseos que no podrán cumplirse Porque es mi turno ahora cuando des- cubro en mi rostro mañana tras mañana ante el que soy en el espejo un nuevo indicio oscuro e imborrable de vejez Cuando los párpados pintados sin re- medio por la frondosidad de las lágrimas se hinchan a deshora Cuando la piel del cuerpo como las dunas de arena suavísima que se ondulan al soplo del mistral se arruga lentamente con acordes de mi menor Y el cansancio ay este cansancio de furia de piedra y fuego que se sube de los pies a los brazos para que yo me abandone |
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