No. 78/Abril 2015


David Greenslade

Poesía de Gales

Por Richard Gwyn


David Greenslade
(Cefn Cribbwr, 1952)

David Greenslade ha vivido una vida variada en cuatro continentes. Su primer libro publicado fue un estudio de la lengua galesa y la cultura en los EE.UU. y Canadá. Lo hizo mientras vivía en EE.UU. (durante seis años) y antes que en Japón (donde fue ordenado como monje Zen), que se sentía capaz de mirar a Gales desde la distancia. Recuperó su uso del galés, un idioma hablado en la infancia, y su segunda publicación (Burning Down the Dosbarth, 1992) fue una colección de poesía política que respondió a su propio sentido de la pérdida de la lengua y a su recuperación. Desde entonces ha publicado trabajos en galés y en inglés.

También ha vivido en el Oriente Medio, y sus libros reflejan un cosmopolitismo inconsciente mientras permanece arraigado en localidades específicas, y que refleja su interés en los grandes temas, a medida que pasan a través de su vida. Estos temas van de la alquimia a la zoología, lo que le hace ser etiquetado como un "surrealista moderno tardío". Su trabajo a menudo presenta dificultades de clasificación debido a la gama de los intereses difusos que ocupan su atención: da voz a las verduras (Creosota, 1996) o los objetos se otorgan subjetividades sublimes (Cada objeto roto, 2000).

Una obra en lengua galesa, Lladd Nadroedd (Matando Serpientes), −basada en una experiencia en Sorbia, Alemania del Este−, dio lugar a un programa de televisión en el que Greenslade envolvía individuos, grandes objetos y grupos de personas en los abundantes pliegues de piel de una serpiente metafórica (vellón agrícola). En otra ocasión rodeó la ‘Welsh Office’, un edificio del gobierno en Cardiff, con una ininterrumpida línea de sal. Uno de sus intereses permanentes ha sido el de asociar sus textos con el arte gráfico.

En casi todos sus libros incluye el trabajo de un artista visual en colaboración. Ahora él mismo trabaja con artes visuales.

Además de reconocimientos en poesía ha ganado premios como ensayista y cuentista. También es autor de una novela, Celtic Hot Tub (2003). Su biografía sobre una viajera omani, Ibtisam al Habsi and her Zanzibar Court, fue publicada por el Ministerio de Patrimonio y Cultura de Omán. En 2015 se publicará The City of Opal Altars, ilustrado por él mismo y con traducciones (de Dagmar Stepankova) de la obra del poeta checo Josef Janda.




David Greenslade

(Traducciones de Pedro Serrano)

Pueblo

Ella es una reciente esposa y él le está mostrando el lugar. Las descripciones  son cada vez más inverosímiles. La madre de él se atragantó en el club de rugby. El hijo de él se suicidó. Ella enterró a todos sus hijos. Ella estuvo encerrada hasta que su esposo murió. Nadie de esa familia me voltea a ver nunca. Él los abandonó. Él es el hombre más viejo de Gales. Ella se robó los fondos del catecismo. Él se levantó de entre los muertos. Ella nació de un huevo pinto. Son joyas blandas en la corona de sus "¡Buenos días!" Se va cansando y quisiera que nadie lo describiera nunca. Su cuerpo se encoge, volviéndose una sucia esponja bebiendo de la canaleta de su infancia. Los lloriqueos de sus comentarios se ennegrecen con el aceite de cocina de un millón de apresuradas comidas. Cómo es él un par de pies hipnotizados y distantes. Dos niños contemplan dentro de este par de maravillosos zapatos, pero una fuerza electromagnética impide que nadie más los use. La esponja se hincha: cargada de salsa, sangre y agua. La sedienta esposa la aprieta contra sus labios. Lo escupe a él contra el muro. Continúan con su paseo por el pueblo.

Fishbone, 1993.



Village

She is a new wife and he is showing here around. Each description becomes more incredible. His mother choked in the rugby club. His son committed murder. She buried all her children. She was locked away until her husband died. No one in their family ever looks at me. He deserted. He is the oldest man in Wales. She stole the Sunday School Fund. He rose from the dead. She was born from a speckled egg. They are soft jewels in the crown of his ‘Goodmorning!’He grows tired and longs never to be described. His body shrinks, becoming one filthy sponge drinking from the gutter of his childhood. The sobs of his observations blacken with the cooking oil of a million hurried meals. How he is a pair of detached, hypnotised feet. Two boys gaze into this marvellous pair of shoes, but an electromagnetic force prevents anyone else from wearing them. The sponge swells – heavy with gravy, blood and water. The thirsty wife presses it against her lips. She spits him out against a wall. They continue with their tour of the village.

Fishbone, 1993.




Tienda de artesanías

Éste es el cementerio. Tranquilizantes fijos y congelados, resueltos en cubitos inflados: prácticos pero fríos y angulares a la hora de tragarse. Allí donde Blarney lame las costas de Efnisien. Aquí todas las calcetas políticas se escurren hacia abajo y las vestimentas elegantes del sufragio condicionado y la herencia secuestrada son finalmente propiedad del crudo penique. Murmuraciones que se han quedado sin cera. Nadie obligó a la tienda a convertirse en una falsificada nota en su propio pueblo. ¿A quién le sirven estos inútiles algoritmos: haciendo el tonto con cualquier tipo de elección? Inventario de anticuada manteca en una época de rehabilitación prensada. ¿De quien eran esas cuentas de vidrio tan pulidas? ¿Esos panes remojados en leche? Vagas formas que pasan por la dislocatable quijada y se hunden en la garganta reptil de la caja registradora. Donde, disfrazadas de comercio, se les reconoce mejor por lo que siempre fueron en realidad. Un botín. Cualquier cosa, al final de una visita pormenorizada en un recorrido de prendas clasificadas. Los mercaderes le enseñaron a Simbad como cogían un trozo de carne —a veces el cuerpo de un esclavo— y lo lanzaban atado a una cuerda hasta el fondo del cañón, sacándolo con las piedras preciosas que se le habían incrustado. Estas tiendas son trozos de carne.

Cambrian Country, 2000



Craft Shop

This is the graveyard. Tranquilisers fixed and frozen, decided into swollen cubes – convenient but cold and angular to swallow. Where Blarney laps Efnisien’s shore. Here political stockings all fall down and the fancy costumes of conditional suffrage and appropriated heritage are finally the naked penny’s own. Whispers that have run out of wax. No one forced the shop to become a counterfeit note in its own town. Whom do these useless algorithms serve – making a fool of any sort of choice? Inventory of antiquated lard in an age of pressed rehabilitation. Whose over—polished glass beads were they? Whose milk-dipped sops? Vague shapes passing through the dislocatable jaw, into the till’s reptile gullet. Where, disguised as trade, they are better recognised for what they always meant to be. Takings. Anything, at the end of a retail visit on a tour of classified tokens. Merchants showed Sinbad how they took a lump of meat – sometimes the body of a slave – and hurled it at the end of ropes down into the canyon, hauling up precious stones embedded into it. These shops are lumps of meat.

Cambrian Country, 2000.





Chícharos

Chícharos. Puños de acero. ¿Nunca te has puesto unos? Guantes de Box. ¿Nunca has abierto una vaina? ¿Cortado una estaca de chícharos? En tu cara. Locos todo el tiempo. ¡Eso son los chícharos! Llegan fuertes; reventando las costuras; intentando hacerse con los gobiernos; contenidos por piezas sueltas de cabe constitucional. ¿Por qué iban a perdonar? ¿O a secarse las lagrimas? Es su depresión; su manera de hablar; su preñez. Así hacen las cosas. Hablan con quien se les da la gana, y pagan las consecuencias, lo aceptemos o no. ¿Cómo lo sé? A los ocho años hablaron conmigo. ¿Qué me dijeron? Dijeron: "no te metas. Somos chícharos. Así le hacemos." Nunca lo olvidaré.

Creosote, 1996.



Peas

Peas. Knuckle dusters. Ever worn a set? Boxing gloves. Ever shelled a pod? Cut a peastick? In your face. Crazy all the time. That’s peas! Coming on strong; bursting at the seams; trying to run the government; held back by lousy bits of constitutional string. Why should they forgive? Or dry up their tears? It’s their depression; their turn of phrase; their pregnancy. That’s how they do things. They’ll talk to who the hell they like, and suffer the consequences, whether we approve or not. How do I know? When I was eight they spoke to me. What did they say? They said, “you stay out of this. We’re peas, this is our way.” I’ve never forgotten that.

Creosote, 1996.





Camaleón

Hijo de camaleón, camaleoncito,
es lo que decimos entre camaleones. Mezclarse
está muy bien, pero al final todo viejo camaleón
es lo que cada camaleón joven hace.
No es sólo inseguridad lo que me vuelve
indistinguible del papel tapiz.
Me gusta poner nerviosos a los demás,
mientras a tropezones voy cambiándome.
Pero mira a esa insolente mosca del plátano,
ni siquiera sabe que estoy aquí. ¡Ey!
Qué falta de respeto. No baja la voz,
y ni siquiera se quita, bueno,
no voy a parpadear ni a toser ni a moverme, ni me voy a ir.
No puedo rugir, ni volar ni me van a crecer cuernos
pero, en código de color y con toda la sangre fría
que puede tener un reptil, me siento lo máximo:
un asesino impasible e inexpresivo.
Mi lengua es una bala más rápida que un halcón
que cae del cielo, tan rápido como los ojos
binoculares de los humanos, los ojos compuestos de las moscas,
y ni los insomnes guardias en las torretas de mis errabundos,
independientemente reticulados globos oculares, pueden ver
su lanzamiento y recogida. Adoro eso. Supongo que soy
un tipo de vitral dedicado sólo a mí mismo,
cambiando de color a partir de quién soy presa,
tragándome el orgullo de mis mínimas armas cada vez que un soberbio,
disuasivo nuclear, inmenso tucán se cruza en mi camino.


Chameleon

Once a chameleon always a chameleon,
that’s what chameleon say. Blending
in feels great, but in the end every old
chameleon is as each young chameleon does.
I’d like to make others nervous too,
as I go through my stop-start changes.
But look at that insolent banana fly,
doesn’t even know I’m here. Hey!
No respect, won’t lower its voice, won’t lower its voice,
won’t even move out of the way, well
I won’t blink, budge, cough or back off.
I can’t roar, can’t fly, can’t grow a horn
but, colour coded and, as cold-bloodes
inquisitive reptiles go, I’m full of myself—
an amotionless, expressionless killer.
My tongue is a rocket faster than a falcon
falling from the sky, so fast the binocular
eyes of humans, the compound eyes of flies,
even seleepless guars in the turrets of my own
independently reticulated, roving eyeballs can’t see its
launch and recoil. I adore it. I suppose I’m a kind
of stainde glass window devoted only to myself,
changing colour according to hoy I’m prey,
swallowing my small arms pride whenever a fully
primed, nuclear deterrent, massive hornbill walks my way.




Carnaval

Por la mañana al echar atrás
todas las máscaras  que lascivas
miraban anoche desde mí, tensándose
para fijar lo extraño, éstas se desvanecen
y los objetos ordinarios —indiferentes
pero meticulosos conserjes de los sueños—
recogen los restos de la fiesta y sin el menor
comentario pegan lo roto, trapean lo derramado,
asean el desastre, acallan los lloriqueos,
atienden a lo mallugado. Puedo optar por
agredir a mis tazas de te, resentir mis libros,
detestar mi jardín o algo por el estilo.
Nada de eso sería justo para una casa que
no ha hecho nada malo, ni la última noche ni el último
año, ni en la lenta medida en que sus objetos se me acumularon,
decidido cada uno, a solas, prometiendo algún
ofrecimiento propio mientras yo parecía fijo
en el corazón de lo que creía
que una casa podría ser. Por la noche, ese mismo acuerdo
se despliega, magnificando unos términos que anhelaba
se olvidaran, una deuda que nunca iría a pagar,
una promesa que nunca habría de cumplir; repitiendo
un pliegue que desde aquí regresa al fino y sentimental
pulso que ya entonces conocía su frágil futuro.

Homuncular Misfit; PS Avalon 2011.



Carnival

In the morning when I push
back all the masks that leered
out at me last night, stiffening
to fix the strange, they fall away
and ordinary objects –indifferent
but conscientious janitors of dreams—
tidy up the party room and without
comment fix the broken, mop the spilled,
tidy the disheveled, shush  the snivelling,
listen to the bruised. I have a choice,
attack my teacups, resent my books,
loathe my garden or be as good to them.
None of this is fair to a house that
had done nothing wrong, either last
night, last year or slowly as its objects gathered to me,
each one determined, alone, promising some
offer or itself while I seemed steady
at the heart of what I thought
a house might be. At night, that same deal
unfolds, magnifying terms I hoped would
be forgotten, a debt I’d never have to meet,
a pledge I’d never have to honour; repeating
a fold from now back to the thin sentimental
pulse that already knew its brittle future.

Homuncular Misfit; PS Avalon 2011.





Cuota prometida

Cuando la devoción sustituye a los argumentos es que una Inquisición viene en camino
Nicholas McPeters


Mantuve cinco promesas esta semana y ni una más.
Me habría encantado pasar una hora con la difunta y lo hubiera hecho
pero se suponía también que estuviera ahí
cuando el General Y. Q. Quack saliera de la oficina,
me encontré al santo varón y caminamos una milla descalza,
llamé a tu madre antes de que la operaran
incluso a pesar de saber que no me perdonaría.
Le doné, sabes que le doné ese riñón
y ahora el colectivo espera que yo invoque a unas almas gemelas
reconocidas no por mí sino para mí mientras estaba en retiro
haciendo postraciones por todo alrededor de la isla.
Tú sabes que detesto esos estúpidos cánticos y que mis labios
me dolían ya de besar al Molusco.
Me da igual si compartimos sangre sagrada
y quizás en efecto comimos alguna Baba Vagamente Razonable
pero una promesa no es un juramento y un voto no es una ofrenda
y no voy más allá de la última palabra de este poema.


Promise Quota

When piety replaces argument an Inquisition is on its way
Nicholas McPeters


I’ve kept five promises this week and can’t keep any more.
I’d love to have spent an hour with the deceased and would have,
but I was also supposed to be there
when General Y. U. Quack walked out of the office,
I found the Holy Man and we walked a barefoot mile,
I called you mother before she went for surgery
even though I knew she wouldn’t forgive me.
I did, you know I did, I did donate that kidney
and now I’m expected, by the collective, to involve Kindred Spirits
agreed not by me by for me when I was on retreat
making prostrations all the way around the island.
You know I hate those idiotic chants and my lips
were already sore from kissing The Mollusc.
I don’t care if we did share sacred blood
and perhaps we did eat some Rarely Reasonable Jelly
but a promise is not an oath and a vote is not a vow
and I’m only as good as the last word of this poem.

Rarely Pretty Reasonable, Dark Windows Press, 2013





Zanahorias

LLegaron a la tierra con una banda de forajidos bodhisattvasque buscaban la manera de fracasar. Pero se amotinaron. Su castigo: ser dejadas atrás al partir la nave. Abandonadas por su bajel, se aferraron a las descripciones, perdieron el uso de la ironía y el argumento, ganaron en tropo; descendiendo en un largo entrecejo, decididas a quemarse con un brillo adjetivo paranada ambiguo. Cuando las arrancamos del suelo, recuerdan entre ellas los primeros días, corriendo de parque en parque besando el polvo del poniente, habiendo dejado atrás el humo taoísta y la hipérbole jainista.  Todavía se mueve la punta transparente, un relajado pene soñando con jardines en el cielo.

Creosote, 1996.



Carrots

They came to earth with a company of rogue bodhisattvas looking for opportunities to fail. But they mutinied. Their punishment – to be left behind when the craft departed. Abandoned by their vessel, they clung to description, losing the use of irony and argument, gaining trope; descending in one long frown, determined to smoulder with an unambiguous, adjectival glow. When we pull them from the soil, between themselves, they remember the early days, running from park to park kissing the western dirt, having forfeited Taoist smoke and Jain hyperbole. The transparent tip still moves, a relaxed penis dreaming of gardens in heaven.

Creosote, 1996.





Un lobo sigue a un hombre

Un lobo sigue a un hombre hasta el refugio
de la iglesia de St. Mary en Beenham, Berkshire.

El hombre reza y se imagina armas,
También nervioso el lobo hurga en la iglesia.

El hombre no puede trascender al lobo,
El lobo no se interesa por el hombre.

El hombre sólo puede pensar en el lobo,
sólo en el lobo, el lobo, el lobo.

¿Cómo es que terminamos juntos en la iglesia?
¿Juntos en la cama? ¿Juntos en la vida? El hombre
reza más fuerte e imagina aún más armas.

El lobo, cuando llegue hasta el hombre
va a hundir su actual terror y desconcierto
en una vida entera de aciaga resignación.

Homuncular Misfit, 2011.



A Wolf follows a Man

A wolf follows a man into the refuge
of St Mary’s church, Beenham, Berkshire.

Imagining weapons the man prays,
also nervous, the wolf explores the church.

The man cannot transcend the wolf,
the wolf is not interested in the man.

The man can only think of the wolf,
only of the wolf, the wolf, the wolf.

How did we end up in church together?
In bed together? In life together? The man
prays harder, imagining more weapons.

The wolf, when he comes upon the man,
will pit his current terror and bewilderment
against the man’s rueful, lifelong resignation.

Homuncular Misfit, 2011.





Éste es un país

Éste es un país
tan pequeño
tan cerca
que podemos
hundir nuestros dedos en él
y hacerlo que chille
nunca nadie lo sabría
ni siquiera
el cuerpo mismo
ajustándose por palabra
y rédito
al calado de
nuestros caminos
nuestro derecho a voto
nuestros periódicos
sustituyendo sus pensamientos
con nuestra legislación
su obediencia con
nuestras demandas
su futuro con
nuestra memoria
su complacencia
con nuestra lujuria
este es un país
tan circunspecto
como un niño atrevido
lo podemos reducir a la
degradación de un bebé
pornográfico
trayéndole noticias
de nuestras conquistas
de la indulgencia de nuestro rey
otorgándole
privilegios y
el respiro apenas
de los subsidios escolares
y los acontecimientos especiales
éste es un país
tan cerca tan pequeño
que puede vivir
con todo lo que atiborremos en él
hasta que explote
como una hemorragia
y entonces con un trapo
lo borramos de la pared.

Burning Down the Dosbarth (1992).



Here’s a country

Here’s a country
small enough
near enough
we can
shoveourfingers in
and make it squeal
no one will ever know
not even
the body itself
conforming by word
and yield
to the probing
of our roads
our franchises
our newspapers
replacing its thoughts
with our legislation
its obedience with
ourdemands
its future with
ourmemory
itscompliance
with our lust
here’s a country
as dignified
as a fearless child
we can reduce it to the
degradation of a pornographic
baby
bringing it news
of our conquests
the indulgences of our King
rewarding it
with grants and
the breathing space
of schools subsidies
and special events
here is a country
close enough small enough
it can live
with all we cram into it
until it bursts
like a haemorrhage
and then we mop it
from the walls.

Burning Down the Dosbarth (1992).


Leer "Introducción a la poesía de Gales", Pedro Serrano, Periódico de Poesía núm. 77
Leer a Richard Gwyn sobre David Greenslade, Periódico de Poesía núm. 78


Muestra poética:
Tiffany Atkinson
David Greenslade  
Patrick McGuiness

Richard Gwyn

 

“Introducción a la poesía de Gales”, Pedro Serrano,
Periódico de Poesía
núm. 77


Muestra poética:
Tiffany Atkinson