No. 78 / Abril 2015


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Jean-Michel Basquiat / Rene Ricard

 

Por Enrique Juncosa

 

Nacido en Boston, la cuna de la literatura norteamericana del siglo XIX, Rene Ricard (1946-2104) se trasladó a Nueva York a los dieciocho años, formando parte muy pronto del círculo de Andy Warhol, para quien llega a actuar en algunas de sus películas, como Kitchen (1965) o la mítica Chelsea Girls (1966). Ricard, sin embargo, no será recordado como actor sino que como poeta. Había comenzado a publicar poemas en revistas y antologías independientes ya a finales de los 60, pero su primer libro, simplemente titulado 1979-1980, no llega hasta1979, publicado por la DIA Foundation de Nueva York, una de las instituciones más importantes en la promoción del arte contemporáneo de aquellos años. El libro, en la tradición de la llamada School of New York, por su utilización de un inglés coloquial para referirse a temas cotidianos, tendrá una repercusión considerable. Rene Ricard, sin embargo, no será un autor prolífico, y su segundo libro, God with Revolver, llega tan sólo diez años después, en 1989, publicado por Hanuman Books, la editorial que, dirigida por Raymond Foye y el artista Francesco Clemente, imprimía sus libros en la India y se especializaba en escritos de artistas, temas espirituales y literatura Beat. De 1989, es Sixteen Pastels, una nueva colaboración de Ricard con Clemente, y que presenta sus poemas junto a dieciséis ilustraciones del artista italiano. Su último libro, Love Poems, sale a finales de los 90, aunque Ricard iba a publicar durante todo este tiempo, algunos poemas en ediciones limitadas y en colaboración con artistas. Por último, acabando aquí este breve repaso de su trayectoria como poeta, mencionar también que a partir de los 80, Ricard presentará sus poemas pintados sobre lienzos o papeles, que luego los expondrá como obras de arte. Este fue el caso de los poemas de Trusty Sarcopahgus Co. (1990), y que dieron lugar a una exposición en Nueva York. Sin duda, esto fue una buena idea en un sentido económico y de divulgación de la obra, y es además cierto que estos poemas pintados conservan una fuerza emocional considerable, pero no es tan evidente entender que la necesidad de ser pintados fuera inherente a los poemas.

Ricard, por supuesto, también es recordado como crítico de arte. En los 80, los artículos que publicó en Artforum le otorgaron una posición destacada en ese mundo, donde se le considera en una buena parte responsable del lanzamiento de artistas como Julian Schnabel, Keith Haring o Jean-Michel Basquiat. Ricard publicó en 1981, en la revista mencionada, The Radiant Child, el primer texto importante sobre Basquiat, y que causará gran revuelo en aquel momento. Como es bien sabido, Basquiat se convirtió en una personalidad de la noche a la mañana. Ricard, por otra parte, publicará también numerosos textos en catálogos de exposiciones de artistas, además los que ya hemos citado, como Robert Mappelthorpe, Lynda Benglis, Alex Katz, Brice Marden o Philip Taaffe, lo que confirma su estrecha vinculación, y su protagonismo, en la escena neoyorquina de aquella época ahora mítica.

Como Basquiat, Rene Ricard fue el prototipo de artista maldito, gastando siempre por encima de sus posibilidades, viviendo en el legendario Chelsea Hotel y presentándose colocado a las escasas lecturas que aceptó protagonizar. Su malditismo no fue solo una cuestión estética, la violencia sexual y física formaron parte de su vida cotidiana durante su infancia y adolescencia. Su padre, que fue alcohólico, estuvo en la cárcel condenado por asesinato. Uno de sus hermanos, que también conoció la cárcel desde dentro, murió en la casa familiar de sobredosis. Y como Basquiat, quien murió de una sobredosis a los veintiocho años, Ricard llevó también una vida en la que las drogas ‒el crack, la coca y la heroína‒, estuvieron siempre presentes. Ricard, con todo, moriría de cáncer.

En los ochenta neoyorquinos, los artistas adquirieron una celebridad hasta entonces sólo reservada a las estrellas del rock. Basquiat es buen ejemplo de ello. A través de Ricard, conocerá a artistas como Warhol y Clemente, y de hecho los tres colaborarán en una serie de cuadros a seis manos, que fueron idea y encargo del marchand suizo que promovía sus obras, Bruno Bischofberger. Basquiat y Warhol se hicieron amigos íntimos entonces, y siguieron colaborando juntos en una todavía más grande serie de cuadros a cuatro manos. En estas obras aparecen muchas palabras o textos pintados, que conforman un contexto bastante directo para los poemas-pinturas de Ricard, que tiene un algo tanto de epigramas como de frases publicitarias y mucho ingenio coloquial.

Ricard descubrió a Basquiat, viendo un cuadro que le gustó mucho en un loft en el que había pasado una noche de juerga. Después investigó quien era el autor y logró dar con él, haciéndose amigo suyo y de su novia Suzanne Mallouk, a quien llegó a dar trabajo ocasional como su asistente, ayudándole a transcribir textos. Por cierto que aprovecho aquí para recordar el libro de la escritora americana Jennifer Climent, ahora residente en México, sobre Suzanne. Titulado Widow Basquiat es un libro tan original como excelente. Más adelante, Basquiat pintará un retrato de Ricard caracterizado de misionero blanco, aunque luego lo tapará pintando otra cosa encima. De 1984, es un retrato sobre papel que sí se conserva. En este dibujo, Ricard sentado en una silla, tiene cuatro manos, gesticulando y fumando, además de cuatro cabezas. Ricard, por su parte, escribirá un segundo texto sobre Basquiat para el catálogo de su retrospectiva organizada por Richard Marshall en el Whitney Museum de Nueva York en 1992.

Los poemas pintados de Ricard, que son aforísticos, como por ejemplo Tomorrow is another day but so was yesterday, remiten inmediatamente a los graffiti, siendo oportuno recordar aquí que fue con el graffitti como empezó a darse a conocer Basquiat, firmando sus dibujos en las paredes de las calles, en el Soho repleto de galerías de aquella época, como SAMO. Los trabajos de ambos tienen un humor sofisticado, demostrando bajo una apariencia de improvisación, una cultura muy amplia. Ricard era gay, y utiliza modismos del lenguaje de esa comunidad, tal y como lo hiciera su predecesor, el gran Frank O´Hara, otro poeta vinculado a las artes plásticas y del que ya hemos hablado en estas páginas. Basquiat, por otra parte, quiso transmitir en imágenes, y sin duda lográndolo, la energía emotiva de la música de los negros norteamericanos.




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