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No. 79/Mayo 2015


 
Ahmad Yacoub
(Damasco, Siria, 1958; vive en Gaza)


Para un mártir *

No,
no,
no porque hayas declinado
tu sonrisa bautizada de luz, se mustió.

Una banda de gaviotas
levanta tu rostro delicadamente,
y nos aúpa
una procesión matrimonial de ceniza.

No,
porque hayas amanecido,
los girasoles se han inclinado,

unos corceles se ascuan,
levantan tu cuerpo,
hecho de diamante y resplandor,
y te difunden en cinco direcciones,
humo y relinchar.

No,
porque hayas apagado
tu fuego de revolución, menor es su extinción,
caravana de ninfas con cuencos llenos,

abrazan la revolución con sus pestañas
y te llevan
salumbres,
relámpagos
y
rocío.

No tenemos marmita que hierva,
nosotros los discípulos exiliados,

no hay hollín con qué manchar nuestras
trigueñas caras,
nosotros los auténticos ajenos,

no hay vestidos que dividir sobre nuestros cuerpos,
no hay cabello que mesar en este severo otoño y
la invasión de los extensamente,

emerge,
emerge,
en el reino del relincho y de la luz,
icono de broza,

en el cuello de los muchachos de la patria,
y
emerge un ave fénix,
y acontece.

¿Cuántas veces se sacian al romper los
espejos del alma?
¿Cuántas veces tragamos las ascuas?
¿Por qué morimos?
Nosotros los que venimos del útero de la luz
¿Vamos al reino de la luz?

Emerge,
un viento de sarcente, en un trono te envuelve,
te memorizan los que empañaron un sueño,
un crisantemo único en tierra devastada.

Mariposa de sueño,

en una civilización desnuda,
menos de muerte.

Te guardan los que tu sangre han guardado, y escriben,

fue,
un verbo de muerte,
y eres,
artículo de vida.


Amor

Soy,
mariposa de fatiga y polvo,
eres,
la selva de luz violeta.

Cada vez que pinto tus ojos sobre el banquete,
No sé
cuántas almohadas de virgen algodón
abrazo,

sesiones vacías
a pesar del polvo y alcanfor.

Mi niña tiene,
la figura del mar,
y el sabor del rocío,
y un cabello de viento.

Sus ojos son,
ayes de gitanos que roban el alma,
un baile en el espacio.

Sus labios son,
dos ríos de sangre anejados entre las heridas
y carcajadas de uvas.
¿Cuánto marfil necesita dios
para que tus dientes sean
dos costas de nieve y secretos?

Mi niña tiene
arrullar de paloma,
relinchar auténtico,
anuncia la penetración de la diáspora,
extrae desde el reino de la inanición
una primavera para la juventud del amor.

¿Por qué no se desprenden banquetes de mí?
¿Por qué no me divorcia ese polvo?
mientras tú, niña mía,
sigues siendo una rosa de gardenia
sobre el pecho infinito del sueño,
mientras yo tejo
un octavo color para el arco iris.



* Similitud de texto con el poeta cubano Nicolás Guillén, y su elogio al Ché Guevara ya que el Ché se multiplica en todas las partes del mundo