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portada-desde-otro.jpgDesde otro sitio
Eurídice Román
de Dios
Ediciones del Alba
México, 2012.

Por Einhorn López Aldana
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No. 80 / Junio 2015


 

La poesía es la posibilidad de rehacer el mundo constantemente. Conservar determinados instantes y prolongarlos en el tiempo y el espacio. Realizar paseos visualizando contactos con diversas presencias, galopar, entrar a las profundidades marítimas de la memoria. Transitar tonalidades del verbo, indagar desde el garabato, sumergirse en sus pliegues hasta lograr la palabra exacta.

 

En un afán por tratar de desmenuzar cuál es el motivo por el que el poemario de Eurídice Román de Dios lleve por nombre Desde otro sitio, una primera lectura me hizo pensar que del sitio del que habla la poeta es un espacio físico que podría denominarse de manera muy general como “la naturaleza”, debido al alto contenido de elementos pertenecientes a ella dentro de la mayoría de los versos que componen todo el corpus poético. En la mayor parte de los poemas hay alusiones constantes a elementos y fenómenos naturales (las nubes, las montañas, un eclipse de sol, la lluvia, plantas, frutos, animales, etc.) los cuales son descritos a veces de forma imponente y otras de manera serena, según sea pertinente para el entramado del poema.


[…]De tu boca sólo jardines para el remanso.
De tu garganta el canto suave de la palabra suave.
Mar, desiertos, montañas, amores siempre tuyos.

La poética de Eurídice Román de Dios expresa cierta espiritualidad laica visible a través de versos que ejemplifican armonía entre conceptos sacros y sentimentales, mezclados con mundanos y carnales. Estos están íntimamente ligados a la veneración y contemplación de la naturaleza. El hombre forma un microcosmos a partir de estos conceptos y luego reproduce el macrocosmos del universo. Así, cosmos y sujeto constituyen un todo, una interdependencia.

Hay un sitio en el que se trazan y se recorren caminos, que sirve de inspiración poética y es escenario del acontecer. Pero en realidad, no estamos hablando de algún paraje idílico que exista en un plano material; el “sitio” desde el cual la voz poética se dirige al espectador es el de la imaginación, que por medio de la palabra, construye senderos, dibuja sentimientos y genera las condiciones propicias para existir, en cuanto a creación literaria se refiere.

Sin embargo, la imaginación necesita de un modelo primigenio para retroalimentarse; este modelo es precisamente la naturaleza. Ella da ejemplos que nutren y enriquecen el alma y el intelecto del poeta, que por medio de su observación y descripción logran crear situaciones, pensamientos, sensaciones e imágenes.


Parece que la voz se quiebra, la boca seca,
En su desierto, trastabilla.
No hay gotas que sacien la desazón.
¿Cómo librar esta batalla?
Extender la hoja de papel hacia la tierra:
De ahí brotará el agua necesaria
Para transparentarlo todo.
Paciencia, templanza, ecuanimidad del subterráneo.
Tinta propia para nuevos horizontes.
Soltar las riendas de las olas,
Que de ahí surja
Abono para la semilla propicia.

En algunos de los poemas de Román de Dios se escucha el eco de una voz que con desesperación enfrenta mortificaciones existenciales y sociales; la muerte y el dolor son las principales. Por otro lado también hay una constante reafirmación de la idiosincrasia colectiva y de la pertenencia al cosmos mismo; la similitud y la comunión del ser humano con el entorno natural y los demás seres vivos, tanto del presente como del pasado y del futuro están presentes en prácticamente toda la obra. Las sensaciones y situaciones que el hombre vive, están en sintonía con lo que sucede en el exterior; dicho de otro modo, hay una especie de simbiosis entre la experiencia personal y la Madre Naturaleza, en donde se humanizan las cosas y se cosifica la vivencia humana; todo esto por medio de la palabra que surge de un sitio que se encuentra más allá de toda lógica tangible; aquel de la imaginación y la creación poética.


“Divinizada, la tierra se humaniza; así tiene dos piernas y una más, imaginaria, para el viaje  que sea necesario.”

La última parte del poemario, llamada “Archipiélago”, contiene algunos aforismos que parecen ser las resumidas cuentas de los versos que les anteceden. Estas frases arrojan la síntesis temática de
los poemas e ilustran con las palabras justas lo que el ejercicio retórico trataba de ejemplificar. Así, cuando se habla de los caminos que se deben tomar para llegar a otro sitio, unos están adornados por la naturaleza y otros por el intelecto y la imaginación.


“Los caminos no sólo se recorren con los pies. La naturaleza también hace su recorrido, y al principio y al final se parece al nuestro.”

 

“El camino no sólo se hace con los pies. La marcha que se realiza es infinita; precisa las razones del viaje y las sinrazones de la vida”.


Al final, después de una mejor lectura, descubro, sólo gracias a ese “afán por tratar desmenuzar” el por qué del nombre de tan citado poemario: aquel “otro sitio” desde el cual Eurídice Román de Dios nos habla no es un espacio físico tan general como la naturaleza, sino el preciso lugar en el que la poeta está sentada escribiendo, por el simple hecho de ser poeta y de estar ejerciendo su innata capacidad de imaginación.

 

 


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