Sobre escritura
1
Sobre las gardenias reposa el canto azul.
La soledad zozobra,
Resplandece.
Perdura en el armario esa voz,
Esa extraña quietud de la noche.
Arrullo.
Cae la pesadez, el delirio,
Estertor de una emboscada.
Entonces,
Escribo.
Escribo.
Tanto espacio,
Blancura.
El corazón duele cuando el otro
Ignora
El aroma de los ángeles entre tus piernas,
El dulce sollozo de una tarde de domingo.
2
Escribo
Susurrando ese cuerpo,
Dominio
De los dedos que se entumecen
Tras la caricia,
Tras el trago amargo de la evasión.
Afuera, sobre el toldo de un coche,
Un gato observa la noche sin luz,
El balcón vacío,
Una mujer sola
Susurrándose.
Hojarasca
Este cuerpo es la medida del viento,
este cuerpo es el ulular del tiempo,
este cuerpo es la obra del viento,
este cuerpo es el mismo tiempo.
Cuestión de fe
Tu nombre acelera este pulso.
Conduce minotauros al clítoris.
Expurga toda creencia sobre el amor.
Confirma que la fe es asunto de solitarios.
Tomo la Biblia.
Apuesto.
Verticalidad
El ojo del minotauro
hurga en labios verticales.
Construye laberintos.
Sopesa medusas.
Embiste.
Manos de pianista
Sentada en la boca que lame abismos.
Bebo un tinto. Enciendo un cigarro,
lo aspiro varias veces antes de pronunciar tu nombre.
Y siento que tu lengua me recorre desde la nuca hasta las nalgas.
Es tan intensa esa caricia, esa humedad perforándome la médula.
Aún no sé si el amor significa este deseo.
Pero abro las piernas y lloro. Froto el clítoris y lloro.
No están tus piernas para que aprisionen las mías.
La ausencia de tu verga transforma a mis dedos en enanos.
Yo que creía poseer manos de pianista.
Hoy me siento mutilada.
Extraño tu olor a tierra baldía.
Y alzó un brazo para que explores en mi exila,
para vaciarme simplemente por instinto.
Porque el éxtasis es gutural, cavernario,
tus sílabas se convierten en fragmentos de una lengua.
Qué amargo me resulta este duelo.
La botella del tinto se ha consumido.
Estoy ebria porque sólo así gritaré lo que duele esta ausencia.
Y mis manos, clítoris y nalgas, únicamente resaca.
Reincidencia
He vuelto a la plaza
donde una mujer llora salamandras,
donde salamandras moldean falanges,
donde falanges imaginan tu nombre,
donde tu nombre explora mi lengua,
donde mi lengua suelta cicatrices.
He vuelto porque una nunca termina de irse.
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