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El nacimiento de María
Oh, lo que ha de haberles costado
a los ángeles no romper a cantar
de repente, como se llora
por lo que bien sabían: esta noche
le nace la madre al Niño,
de Aquel que pronto iba a aparecer.
Guardan silencio, trémulos,
y muestran el camino a la heredad
de Joaquín, sola y asentada:
ah, y sentían dentro de sí, y en todo,
pureza: nadie puede acercársele.
Pues ambos estaban ausentes y alborotados.
Una vecina llegó con su alharaca,
pero sin saber qué hacer:
y el viejo acalló con suavidad el mugido
de una oscura vaca.
Como entonces nunca había sido.
Ante la Pasión
Si en realidad hubieses querido ser fuerte,
no hubieras salido de una doncella.
A los mesías se les desbasta de las montañas
donde lo que resiste y es duro es piedra.
¿No te apiadas de haber hecho un yermo
de tu querido valle? Mira mi debilidad:
no tengo nada: sólo tuve arroyos de lágrimas y leche
pero tú siempre fuiste demasiado.
Con tal gozo me fuiste anunciado,
¿no podrías haber salido feroz desde un principio?
Si necesitabas tigres que te despedazaran,
¿por qué fui criada entre mujeres,
para tejerte un vestido suave y limpio
en el que ni siquiera la más leve
costura te rozara? —toda mi vida fue así y ahora,
de pronto, trastocas la naturaleza.
Pietà
Ahora sí se ha colmado mi miseria.
Sin nombre la desdicha me llena.
He quedado tiesa, como la piedra
que por dentro se entiesa.
Dura como soy, sólo sé una cosa:
te hiciste grande…
… y te hiciste grande
para soportar este inmenso dolor
más allá de mi corazón.
Ahora a veces atravesado en mi regazo;
ahora ya no puedo darte a luz.
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La vida de María
