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Práctica de caza
Rosa Gaytán 
Textofilia / Dirección
de Literatura UNAM,
México, 2015.

Por Alicia García Bergua
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No. 81 / Julio-agosto 2015


Toda tarde es la misma

La tarde elemental ronda la casa.
La de ayer, la de hoy, la que no pasa.

J.L. Borges


Toda tarde es la misma
con su luz
que me lleva
a extrañar cada día
que se va con el sol
pero deja su huella
en este cuerpo
que se distancia más y más
de su primera tarde.

La noche es una pausa
donde parece no haber incertidumbres,
pero abre un nuevo día
y me arrastra
de vuelta a la inquietante tarde
en la que siempre pienso
que malgasté mi tiempo y mis monedas.

Sin embargo,
la misma luz oblicua de esas horas
y su clemente intensidad,
me ayuda a vivir con tal zozobra
hasta la noche, a confiar
que la daga del día tiene un filo
pero también un lomo
sobre el cual avanzar.




Oscurecer la casa

Oscurecer la casa
y hacer que cada paso
se vuelva lento y suave,
asomado a sí  mismo.
Mirar adentro
un tiempo que no consiente luz,
el de la palabra
que  busca una salida
y encuentra,
sólo en esta penumbra
a la que escribe,
la que tiene un caldero
repleto de preguntas.
Oscurecer la casa
y esperar las respuestas
por si vienen.




Desajuste

Crece mi lado derecho
a costa del izquierdo
que atribulado y silencioso
sigue siendo el mismo.

Truenan mis huesos
en busca del necesario ajuste
entre el lado que se mueve
y el que espera.
De un lado el ímpetu
en el otro la calma.

Fueron igual de sosegados
en su casi perfecta simetría
hasta que vino  mi padre
a tomarme de esta mano
que hoy, como enredadera,
abraza todo mi cuerpo,
me acaricia el caballo,
rodea mi cintura
y desarregla el equilibrio
de mis hemisferios.

No sé si el lado izquierdo
imitará al contrario,
si lo verá independizarse
o qué vendrá.

Estoy segura de este pulmón
que maneja más aire,
de la nueva fortaleza
de la pierna y el brazo
y del desasosiego entre ambos lados.

Puede ser que el remedio
sea llamar a mi madre
a sostener el lado izquierdo
y con el contrapeso
me acerque un poco
a la armonía imposible.
 
 

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