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69 Haikus
Angélica Santa Olaya
Ed. Alfalfa,
Madrid, 2014.
 

Por Saúl Ibargoyen
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No. 82 / Septiembre 2015



La aplicación del budismo zen como asentamiento ideológico religioso forma parte de la concepción del haiku. Aunque no siempre es así, ni siempre ha sido así, ni será así, pervive el pensamiento basado en la idea de la dependencia originaria relacionada con la mezcla de todos los tiempos. Pasado, presente y futuro, en esta concepción budista zen, son una sola cosa. El tiempo es solo uno y tiende a la unicidad propuesta en el haiku clásico que rompe los dualismos del mundo real.

Escribir haiku es un asunto muy complejo. El haiku no es solamente el formato métrico 5-7-5, sino toda la concepción a partir de la cual se origina. A este respecto, podemos decir también que el desarrollo formal de la poesía japonesa rechaza la rima y, en cuanto a sentido, considera que nada es grande ni nada es pequeño en términos absolutos. De modo que la bacteria puede ser tan grande como la ballena; o Plutón, planeta enano, puede ser tan grande como el sol. Asimismo, el haiku, como resultado de la contemplación de la experiencia de vida, plantea siempre un suceso temporal o espacial. Y hay siempre, en términos de contenido, una referencia a la naturaleza. Con respecto al metro existe otra característica: Ji Amari, que alude a cuando sobran letras o sílabas. Por lo cual, hay una cierta tolerancia cuando, en vez de 7 se tienen 8, 5 ó 6 moras. Y también existe el Ji Taratsu que significa menos sílabas: 4-7-5, por ejemplo. Y, aunque hay un cierto rigor en cuanto al conteo silábico; es decir, una cierta tendencia a adecuarse a la estructura 5-7-5, dicha métrica puede no ser tan fija ni tan exacta.

Por otro lado, la contemplación de la naturaleza presente en el haiku de los primeros siglos, hoy, en las grandes ciudades, es un tema complicado por las características específicas del paisaje y de la vida citadina: no debe contemplarse lo que uno piensa, sino la realidad, para luego incorporarla –espiritualmente- en función de y gracias a la palabra. Por eso, cuando escribo un haiku, escribo la palabra haiku entre comillas y con mano temerosa. Lo importante es cuestionarse: ¿qué hacemos con la tradición poética? ¿Nos agregamos a ella, la modificamos o la cuestionamos? En cierto sentido, los cuestionamientos pueden ser incluso revolucionarios. Y pueden, como sucedió con la vanguardia del siglo XX, convertirse también, con el paso del tiempo, en una tradición. Los hechos en la poesía, demuestran que hay, también, un solo tiempo para la poesía que es atemporal, pero histórica. Y, justamente, esa atemporalidad no niega el tiempo sino, al revés, lo amplía para fijar el producto poético en un momento histórico determinado: dicha negación produce una afirmación.

El libro 69 Haikus, de Angélica Santa Olaya, está dividido en cinco partes. Una de ellas, más cercana a la tradición haikuísta clásica, llamada “Natura” es la más extensa y presenta la utilización de algunos elementos retóricos como la prosopopeya:

Soñaba el árbol
desatar el cabello
claro del sol

En el apartado “Palabra”, la poeta vierte una reflexión sobre la propia escritura y la experiencia de lectura utilizando rimas y neologismos que refieren al arte poética de la autora:

Runapoesía
palabra de cristal
agua de ría

En el apartado titulado “Cosas” encontramos una variedad temática que obliga a una mayor amplitud en el desarrollo del pensamiento poético y que propone también una nueva forma de conocimiento. La poesía es conocimiento:

Tic tac, tic tac
dos navajas rebanan
botón lunar

Lo mismo sucede en el apartado “Hombres” donde la propuesta es el empleo de temáticas de carácter social; particularmente del poder:

Sobre las lágrimas
rojas de los sin poder
bailan monedas

En el apartado llamado “Amor”, la autora aborda la temática que aparece en prácticamente todas las modalidades de la poesía y, aunque debemos reconocer que en algún momento hay muchas alas, debemos decir, también, que ese vuelo se realiza desde la tierra, no apoyándose en el aire:

Danza de orugas
en terso mar de almíbar.
Callado beso.

En este mismo apartado encontramos la temática erótica que en el haiku japonés clásico es tratado de una manera muy sutil y no muy frecuente ya que, si bien, la mujer aparece en él, lo hace como un sujeto del cual no puede ser referida su sexualidad. Angélica Santa Olaya, acá, hace lo contrario:

Soy una ola
que galopa en el mar
de tus espumas

Lo que ha hecho la autora de los 69 Haikus es, indudablemente, algo muy valioso y arriesgado. Por lo cual, queremos felicitar a la compañera Angélica Santa Olaya por este libro que, además, se presenta en dos idiomas.


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Boletín de prensa, Bellas Artes
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