No. 82 / Septiembre 2015

 

Genoma poético:
La poesía didáctica y colaborativa,
el gen de la transformación

 

Por Fernanda Oyarvide

¿La poesía surge del ADN?
¿Existe el ADN poético?


En una búsqueda continua de revistas y recursos digitales por y para la poesía me encontré con este interesante colectivo poético afincado en Madrid. En su propuesta percibí una invitación al mundo de la metáfora y el haikú, en un universo cargado de imágenes que me recordaban esa inocencia e ingenuidad que uno tiene cuando escribe por primera vez un verso. Ese verso que sale desde el más íntimo sentimiento exaltando la expresión pura de la emoción. Ese verso libre que no teme a la experimentación y que no se encasilla en ningún molde, pues existe en el precepto mismo de
la escritura.

Genoma propone algo que hemos olvidado hacer: colaborar. A partir de la mixtura disciplinaria, el colectivo madrileño difunde la germinación del poeta y la incubación del verso, desde una perspectiva psicológica que combina la libertad artística con el placer lúdico. La ruptura de la identidad individual para la liberación de los procesos creativos. El poema construido desde la experiencia personal que revela un horizonte común de versos ajenos y propios.

Una iniciativa que se nutre a sí misma utilizando herramientas interactivas y que se centra en el enriquecimiento del proceso a través de la colaboración. Un psicólogo y un diseñador, poetas líricos de pura cepa, que buscan transmitir su pasión creando redes que favorezcan el análisis de estos procesos tan necesarios para la formación de individuos sensibles. Individuos que, desde el verso, aporten una nueva mirada de las sociedades multiculturales.


¿Cómo surge la idea de Genoma?

A finales 2012, en una quedada en el Matadero de Madrid, espacio cultural emblemático, nos habíamos encontrado para ponernos al día. La crisis había conseguido que nos dedicáramos más a la mera supervivencia que a otra cosa. Desde 2005 llevamos editando fanzines y organizando eventos en Libre Configuración, nuestra asociación cultural. Pero en ese momento es cierto que estábamos un poco en modo célula durmiente. Tras ponernos al día con una cerveza, contarnos los achaques de salud etc… uno de nosotros comentó cómo el escribir poesía le estaba realmente sacando el ánimo adelante. Es en ese momento donde se genera una tentativa de colaboración que desembocaría en la creación de un poemario experimental “20 poemas a medias”, el germen del proyecto.

Los requisitos eran pasar de la identidad y enrevesar un proceso hasta tal punto que perdiéramos la noción de quién había escrito qué. Y ciertamente nos lo tomamos en serio. El contenido es inidentificable, no era de ninguno de los dos autores, sino de ambos.

Esta sensación tan curiosa de confusión, de pérdida de identidad nos motivó a compartir estos procesos y los que vinieran. La metáfora de la genética nos dio la clave para potenciar el concepto
y para darle nombre de Proyecto Genoma Poético.

Con posterioridad tuvimos acceso a espacios abiertos a esas iniciativas como La Libre de Barrio,
una librería asociativa de Madrid y desde ahí a los primeros poetas colaboradores, a través del Ciclo Panorámico de Poesía Contemporánea de nuestro amigo Alberto García Teresa; autor y crítico literario.


¿Piensan en la poesía como un ser que puede transmitir códigos genéticos?

Los genes los llevamos todos. Los reales y los poéticos. Creemos que los poéticos se pueden combinar más fácilmente si dejamos el nombre a un lado, jugamos juntos con respeto y nos dejamos llevar (los otros también). El resultado son las ideas, los versos, los poemas. En ese punto ya no son de nadie y son de todos.

Los poemas transmiten códigos verbales/visuales que contienen emociones, intuiciones, certezas.
En ese sentido, sí. Todos hacemos, todos somos poetas y en la combinación de nuestras identidades el poema se enriquece pudiendo decir lo uno y lo otro.


¿Consideran la experimentación como una de las partes fundamentales en la formación de un poeta?

Nosotros entendemos el modelo científico como metáfora y creemos que sí. Creemos que en la poesía, en la cultura, se genera un valor. Ese valor no es económico estrictamente, es valor de idea, de belleza de contenido. Y en ese sentido creemos que es I+D; Investigación y Desarrollo. Es ahí donde nos lleva la experimentación, que se hace de manera tácita al escribir. Nosotros solo jugamos a hacerlo explícito con ese lenguaje tan habitual, que es el de la ciencia.

El poeta como persona no deja de formarse nunca y como tal experimenta (la prueba y el error) constantemente sin darse cuenta muchas veces. Sin el ensayo y el fracaso no se avanza, no se puede proseguir, está implícito en muchos momentos en la vida como posibilidad y desarrollo, no solo en lo creativo o artístico.


¿Cuál es la perspectiva psicológica de los procesos colaborativos enfocados en la creación poética?

Experimentamos con los aspectos y operaciones formales del proceso creativo. No son muy numerosas, como las matemáticas, sin embargo al añadir elementos (información) el contenido que se genera es exponencial. A nivel psicológico tod@s utilizamos esas operaciones, de modo que tod@s podemos escribir poesía.

También jugamos con la identidad. El proceso colaborativo entraña una pérdida de ese constructo al que asociamos nuestro nombre y nuestros recuerdos, nuestro cuerpo y nuestras ideas. ¿Y si nos olvidamos de eso durante un rato? ¿Solo un momento? ¿Qué pasa con nosotros? Pues seguimos ahí después. Y además hemos mezclado ideas y sensibilidad con el extraño de al lado. Y encima quedó bien porque nos gusta.

La perspectiva psicológica bien puede parecerse a un existencialismo, vitalismo o animismo. Todos somos personas, provistos de un código con el que comunicarnos, un motivo que nos empuja y una mochila a la espalda que es nuestra experiencia. Al trabajar en equipo el yo se pierde en el conjunto y viceversa, haciendo tuyas las sensibilidades de los otros y mezclando tu sentir con la de los otros.


En su experiencia, ¿cómo dirigir la colaboración para que resulte en el crecimiento proporcionado de todas las partes involucradas?


Con los años hemos ido adquiriendo experiencia para leer los grupos. Pero sobre todo se tiene en cuenta el respeto como principio fundamental. La idea de que para tod@s es posible jugar con estas herramientas y que cada uno tiene su ritmo, su subjetividad también, sus resistencias. Además, de una manera muy rápida los grupos adquieren su propio carácter, sus apoyos. Nosotros como facilitadores dejamos pronto de ser relevantes en cuanto la gente entra y empieza a divertirse. Y siempre nos sorprenden y superan. Es fantástico.

No es tanto cuestión de dirigir porque no hay un fin fijado que no sea el móvil del proyecto o iniciativa. No tiene porqué ser exitoso ni proporcionar crecimiento aunque normalmente así sea. Lo fundamental es lo que cada uno se deje en el transcurso, si se implica vale la pena sea el resultado técnico o artístico de mayor o menor valor, lo importante es participar.

Nosotros solo ponemos las bases, los cimientos donde empezar a construir y ayudar en algún momento difícil del proyecto.


Tomando en cuenta que los procesos de la era digital eliminan fronteras, ¿qué beneficios aporta esta perspectiva a la creación de herramientas de trabajo colaborativo (considerando que se pueden dar resultados multiculturales)?

Ahora mismo las convocatorias online son mayoría en lo que hacemos. Y las herramientas en la nube para crear proyectos y documentos son clave para nosotros. El email para contactar y las redes sociales para abrir convocatorias, imprescindibles. MITOXIX es ejemplo paradigmático de esto: Poesía colaborativa hecha (en proceso) a ambos lados del Atlántico con procesos diseñados aquí y allá. Talleres presenciales incluidos. Muchos meses de cocción y al final ver que se puede uno mezclar sin estar cerca, solo con “muestras” enviadas por email o en la nube digital.

Últimamente retransmitimos en directo alguna de nuestras sesiones de trabajo/recitales a través de Periscope y pronto haremos lo mismo con algunas secciones de nuestros talleres.

Lo digital y las herramientas de internet son determinantes. Cada uno puede hacer su versión y quedar registrado. Nada se pierde y todo es susceptible de posterior revisión. Y aunque es difícil ordenar y darle visibilidad y continuidad las posibilidades son muchas.


¿Cómo y en qué se ven reflejados los resultados en los procesos de investigación metodológica que genera Genoma? En el caso del archivo de entrevistas a poetas, por ejemplo.

Dentro del “ecosistema poético” en el que nos movemos se están empezando a tener en cuenta. Obviamente la difusión es la que tenemos, pero algunos autores encuentran estas colaboraciones como un espacio de descanso para sus identidades de autor sin perder su identidad. Precisamente las entrevistas son de los pocos guiños que hacemos a los nombres pero con formato cerrado, como estandarizado. Creemos que eso ha fomentado la creatividad y el desenfado. Sin la generosidad de los autores es imposible hacer esto.

Los resultados de nuestros procesos nos llevan a pensar que básicamente todos somos muy parecidos por más que nuestros egos nos quieran distanciar del resto. Sea de una u otra forma nos mueve lo mismo y las diferencias no hacen más que enriquecer el sentido.


¿Cuál ha sido el reto y el aprendizaje de las colaboraciones internacionales?

Sacar los pies del tiesto nos ha supuesto ampliar nuestras categorías y abrirnos a las cosas estupendas que se hacen a la vez en todo el mundo. Todas diferentes, todas divertidas e interesantes. Esa vocación universal con la metáfora del genoma nos obligaba un poco a ello. En estos momentos se fragua MITOXIX en México y se traduce el poemario H-100 de haikú del castellano al japonés. Y eso nos ilusiona mucho. Significa también que, lejos de limitarnos, la crisis económica nos ha podido unir más en algunos aspectos culturales.


¿Consideran que se puede generar un cambio, al menos a pequeña escala, por medio de proyectos de colaboración poética dirigidos a la sensibilización de nuestro entorno?

Los proyectos colaborativos son un paradigma social disruptivo en todos los ámbitos. En el de la cultura creemos que tiene un potencial enorme ya que permite a un grupo humano crear cultura ad hoc en colaboración que de manera individual sería imposible estimular de forma tan intensiva. Se genera un contenido con un valor, pero además se generan contactos entre las personas. Vivencias que permiten continuar sinergias más allá de esos proyectos. Se dota a las personas de mayor conciencia crítica al aprender cómo se construyen las narrativas que nos llegan constantemente desde el exterior.

La poesía es una fuente de placer y descubrimiento siempre, y todos tenemos algo que decir.
Consideramos que lo importante es el fondo, ponemos especial énfasis en el proceso, no en el resultado, la forma se hace al practicar.

En cuanto a lo colaborativo, los deportes de equipo siempre son mucho más ricos. La poesía siempre se ha considerado un proceso estrictamente individual pero a veces, en los comienzos, uno solo puede perderse. Al final hay semejanzas entre la creación en solitario y colectiva. Al escribir surgen diferencias y contradicciones en las que hay que elegir, discernir, descartar a veces insalvables. Ahí reside la belleza del proceso creativo como tentativa. En el trabajo colectivo la actividad es más laboriosa por el intercambio social, pero también mucho más enriquecedora.


Más información en:

http://www.libreconfiguracion.org/proyecto_genoma_poetico/
https://es-la.facebook.com/GenomaPoetico
http://www.libreconfiguracion.org/mitoxix/