Gonzalo Vélez

No. 84 / Noviembre 2015


 Mesa de Traducciones núm. 84:
Albrecht Classen
T. S. Eliot
Samuel Beckett
Entrevista a Gonzalo Vélez

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Entrevista a Gonzalo Vélez (1964)

Por Sergio Eduardo Cuevas Rodríguez


Traductor transparente


¿Cuál es tu experiencia como traductor de alemán-español?

Tuve la fortuna de haber aprendido alemán desde muy pequeño. Fue como mi segunda lengua. Desde muy temprana edad, mi ideal era ser novelista o poeta, pero derivé hacia la traducción gracias a una amiga austriaca que puso en mis manos el libro de un escritor alemán, no muy conocido, que se llama Gustav Regler. Regler peleó en la guerra civil española y terminó emigrando en México. Venía huyendo, pues renunció en algún momento al partido comunista.
Le gustó mucho el país y escribió un libro que se llama País volcánico, país hechizado en el que presenta una visión fantástica de un México moderno: un país joven y viejo a la vez, que acababa de tener una revolución social y que estaba cambiando muchas cosas para bien: reducir la mortandad infantil, los niveles de alcoholismo, construir infraestructura. Él realmente admiraba mucho a México y escribió este libro muy raro que es entre autobiográfico y ensayístico, con algunas cosas de ficción, donde toca temas como El Paricutín, Miguel Ángel de Quevedo, la reforestación. Cuando se publicó, me tocó a mí traducir ese libro, y luego otro, y luego otro, y de ahí fui derivando poco a poco hacia la traducción, que es una actividad que gozo mucho y creo que seguramente sí sirve de algo.

Como autor-poeta-traductor, ¿qué paralelismos encuentras entre las diferentes actividades
que realizas?


Ésa es muy buena pregunta. Como autor, mi formación es de escritor y he tenido algún premio por ahí, lo que refleja mi amor por el lenguaje, mi voluntad y mi trabajo por dominarlo y hacer construcciones experimentales con él. Yo creo que a un traductor le sirve el oficio de escritor: para mí esta relación es un añadido, un valor adicional, porque yo escribo con mucho gusto en español, mi idioma. Me encanta, y siempre es un gusto traer una obra de otra lengua, del alemán, a un idioma que me encanta; lo veo como una ventaja. Ahora quisiera tener más tiempo para escribir mis cosas como autor y traducir por gusto y no al revés, pero ya habrá tiempo para ello, estoy seguro.

¿Cómo percibes los cambios que ha habido en la recepción de la traducción de obras en alemán, en México?

No sabría decirte bien. Pura intuición. Si lo veo de manera negativa puede que la realidad sea mejor que mi idea. Yo creo que leemos muy poco, y traducciones, menos: las traducciones que llegan son de los autores más conocidos, que son las que se realizan en España; y son traducciones que no necesariamente son buenas, en el sentido de que usan un español muy local y no uno más 'universal', que es el que creo que se habla fuera de la península. Entonces, el reto es tener suficientes buenos traductores aquí, para que los grandes autores vengan a traducirse a México. Pero eso tiene que ver con infraestructura, desde los lectores, hasta cómo están organizadas las librerías, la legislación del libro, etc. Sin embargo, tengo la impresión de que los jóvenes hoy en día leen más que las generaciones precedentes: yo quiero creer que la gente que está entrando ahorita a la universidad, tiene más conciencia de la necesidad de leer y de formarse seriamente.

¿Qué diferencias consideras que son las más notables al traducir prosa y al traducir poesía?

La prosa casi siempre es narrativa, pero un ensayo sería el otro extremo. En alemán, un ensayo se llama Sachbuch: un libro que habla sobre un asunto, que es como un ensayo pero un poco más abarcador. La poesía, en cambio, es donde el lenguaje es más libre, más polisémico y más sonoro, y menos sujeto a las reglas tanto de la gramática, de la semántica, como de la lógica. Hay poemas muy abstractos que son difícilmente traducibles, entonces la actitud del traductor es diferente, porque la interpretación exige más creatividad, más toma de decisiones, porque no se puede traducir todo. Si en una novela no se puede traducir todo, en un poema es más difícil, porque un poema es la combinación de los sonidos con los significados, con el juego de palabras, con la alusión a un asunto de la cultura; y además está rimado o medido, entonces tienes que elegir cosas y descartar otras cosas.

¿Qué recomiendas a los nuevos traductores en cuanto a profesionalización de la traducción?

Yo recomendaría, antes que nada, leer mucha buena literatura en español, en nuestro idioma de llegada: leer a Vargas Llosa, leer a Cortázar, leer a Paz; tener una muy buena relación con nuestra propia lengua; amarla, aprenderla académicamente, porque es ahí donde hay herramientas muy útiles como la filología, que debe ser indispensable para un traductor: saber de dónde vienen las palabras o conocer latín, un poco: esas cosas que son difíciles de aprender por uno mismo. Si puedes trabajar, trabajar siempre te enseña, más que cualquier otra cosa,  lo que te enseña es la práctica. Pero todas esas herramientas que nos brinda la universidad ayudan mucho. Y mi mayor recomendación sería tratar de dominar la lengua de llegada lo mejor posible: tratar de ser buenos escritores, en el sentido de poder crear textos que resulten atractivos a los lectores; porque el lector lo va a leer en tu idioma, lo que tú asimiles, bueno, ya será tu cosa, pero cómo lo vas a expresar, creo que es lo más importante.


Entrevista realizada en el evento “El traductor transparente” organizado por el Goethe-Institut en la Ciudad de México 30.9.2015. Ver en Youtube

Gonzalo Vélez 
es un escritor y traductor mexicano, miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte del Fonca en Traducción Literaria a partir de este año. Obtuvo el Premio Joaquín Mortiz para Primera Novela 1998 y en 2001 el Premio Nacional de Ensayo Literario Malcolm Lowry, por un escrito sobre el escritor alemán Gustav Regler.