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No. 84 / Noviembre 2015


Alejandro Álvarez Nieves
(San Juan, Puerto Rico, 1976)



cover


solo durante los segundos
en que se desprende del pellejo,
el camaleón es libre.
El resto del tiempo,
Se ve forzado a emular
La gama de voces
que lo reclaman.
apenas le queda
completa soltura en los ojos:
así podrá ver
la traición de la piel
arropándolo siempre.
porque no es suyo el color,
pertenece a un sombrío argot
asignado
a los leones de la tierra.



bloody dust

impusieron el espejo
para reescribir el pacto.
solo la luz puede fijar la luz;
ésa fue la sentencia.
descansa en el cristal
la tarea única de enmarcar
lo idéntico en lo inverso.
solo el retrato en el vidrio
reproduce lo mismo;
ésa fue la desgracia.

pues la imagen no precisa
los minutos rendidos a la mirada:
tiempo que sabrían
apreciar
sabrían qué tiempo.

una red dilatada,
escurridiza,
como el mapa ciego del imperio.
Y cuando lograron reunir los pedazos,
después de recomponerlos,
vieron que se leían las mismas letras
en el orden exacto;
salvo las minúsculas gotas de sangre
entre cada fisura.



annie hall

no la mires,
no cometas la osadía
de observarla mientras baila
en los confines de tu casa.

ya la tienes.
serpentea lento en la sala al ritmo de sade.
no se le va la vida, hombre.
no se juega la última carta, chico.
solo baila,
con los ojos cerrados
y la sonrisa que se hace miel
poco a poco,
la misma que te ofreció
cuando la invitaste a tu apartamento
a escuchar música a esta hora.

una jeva en la casa no es carne
para el contemplador.
levántate,
sal del trance,
mata el woody allen
que tienes dentro.
dale picota por una noche,
callar es aceptar la ofrenda
que te ha dado un quiebre de falda,
que te ha regalado un par de muslos.
vamos arriba, báilala,
que el licor también inunda tus venas
y te colmará de justicia
en honor a su cuerpo.

sigue su entorno,
suelta la espada,
ponla fuera de la puerta,
solo el guerrero sabe cuando
dejar el hierro atrás,
y brota de él el juego
que su miedo entraña.

la rendición es otra,
gambetéala hasta la cama
y deja que ella arranque de ti por fin
la caricatura neoyorquina
que llevas dentro.



pequeña serenata caribeña

oh, cariño, nuestro amor es un corolla
atascado sin remedio en las dunas de Piñones:
no importa cuánto apretemos el acelerador,
el resultado será el crujir de la goma contra la arena
y el hundimiento que se queda.
la reversa tampoco funciona,
pero tenemos la complicidad de los jueyes,
el siseo orquestrado del Atlántico,
el machacar sordo de los cocoteros…

no lo notarán las parejitas sin chavos pal motel,
ni los estudiantes en fuga,
ni los guardias que se refugian a hacer llamadas
a la sombra ensangrentada de las dunas.
los cuarentones que pasan en procesión
solos
nos retarán con la mirada,
no les respondas, cariño,
invadimos su lugar para hacer cosas extrañas
con los tiburones.

no se viene al mar a naufragar, querida,
no en una isla.
cobraremos peaje a los gorditos
barbudos que pasan en bicicleta,
y estacionamiento al equipo de cámara
cuando vengan a grabar el bombón de la semana.
te prometo no mirar a la modelo, bonita,
que eres mi sirena mecánica,
mi motor V6 aniquelao con 300 caballos de fuerza,
que nuestro amor es lo más limpio de esta playa.

hay vida más allá de los quioscos,
de la grasa, de las frituras
y el tintineo de la bachata.
todo nuestro amor en el boquete cabe,
toda nuestra fuerza la puede una rueda,
todo lo tiene el mar para alimentarnos,
nada frena la ola si no es el llanto,
nada nos detendrá si no es el sueño,
nada hay que no sepan los corales,
que ya el cuento es vivir aquí,
mamita.

vendrán los realitis a cubrir la historia, mi cielo,
nuestra historia.
recuerda poner una bandera gigante
en la baúl del carro,
azul turquesa en el triángulo,
y que tape la rueda, mi vida, que la tape bien.
y no olvides que antes de que nos tiren las redes sociales
encima, tienes que sonreír para la foto.