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No. 85 / Diciembre 2015-Enero 2016


Soleida Ríos
(Santiago de Cuba, 1950; vive en La Habana)



Puriales de Caujerí*
                                  
Candela.
José Kozer  (junta candela…
abre monte)
en Puriales de Caujerí.

Montes serrados, tetudos, picudos: monte
plegado: el mar
al sur.

Palmas, pomarrosas. Calma la sed.
Ojos resplandecientes.
Abrazos.
Los enfermos resucitaron.

Comer naranja agria… ¡qué dulce!
A la cintura, vadear el Sabanalamar
(el río, corta). Dormir
en yaguas y hojas. Comer (almuerzo)
bajo el chubasco: café de boruca,
huevos crudos, un sorbo de miel.

Monte abajo.
Monte arriba.
Pan de Azúcar. Monte de la Vieja.

Cañadones.
Mucarales de piedra.

Lomear a los charrascales.
Sentir el peligro, oler…

Palenque.
Arroyo Hondo.
Rumbo tenaz y fijo.
Monte arriba. Monte abajo.
Abriendo…

El purial (purio), frondoso
sombra renacentista
fertiliza, clarea…

Y vio hoy la yaguama, la hoja fénica
que estanca la sangre y con su mera sombra
beneficia…

Un curujey prendido a un jobo.  Bebe
agua clara. Cojea
(¿iodoformo, algodón fenicado?).

Árboles secos escaldan y chisporrotean
y echan al cielo su fuste de llama…

Última agua y del otro lado el sueño.  El peligro
se siente: hombres alquilados.
Hamacas, candelas, calderadas.  Al pie
de un árbol grande irá luego a dormir.
Sao del Nejesial.
Jaraguá, palo fuerte.
Rumbo tenaz y fijo.

Oye el remedio de la nube en los ojos (agua de sal
leche de ítamo…) “que le volvió la vista a un gallo”.
Lavar la ropa azul. La chamarreta…
Machete al cinto, espuela a la alpargata.
¿Y cómo no me inspira horror la mancha de sangre que vi en el camino?
¿Ni la sangre a medio-secar de una cabeza que ya está enterrada…?



Kozer

¿Entraría por Duaba…?
¿O por aquellos pedregales de Cajobabo…?
Dicen, lo vieron bajar de la Goleta…
Pero besó la tierra y cantó como gallo.

Un brazo (¿armado…
de la duermevela…?
¿armado
de
la
reminiscencia…?)
remo de proa. Frente
arbórea… Lo vieron, dicen, vaciar el bote
la mano alzada… Saltar.
“¡Cuba…!” (por agua, vino de Málaga)… Y
monte adentro. 

En el jolongo: el Diario.
Machete al cinto (¿filo, añico…?) aupando
toda
la teluricidad.

Región florida de los cafetales, con plátanos y cacao.
Kentucky.
Secaderos.
Vereda espesa
en la fértil tierra de Ti-arriba.

Mejorana: Tres Voces.
Jagua.
Mangos de Baraguá.
Hato del Medio: sabana, yerba ahogada del aluvión.
Antaño, más de 500 cadáveres  regando la marcha
en el camino de Tacajó.

Barrancas…
Ah, Cauto (¿oye la Voz del Viejo?), cuánto tiempo
que no te veía.
Barrancas feraces y elevadas, desgarradas
a trechos hacia el cauce… Reverencia.
Río amado.

Hojas de zarza o de tomate para untarlas de sebo sobre los nacidos.
Hierven calderos.
Hamaca. Lluvia. Escribir. Sueño inquieto.

Los perros, ahítos de la matazón, vomitan la res.
Turbia el agua crecida del Contramaestre.

Dos Ríos
cruzados por cerca de una ceiba.
Súbito, de cara al sol…

Kozer… ¿cortado como un cañaveral?
Borbotones de tinta (sangre) sobre tierra feraz.
En la finca San Pedro, 27 ha de ser
el número final de sus heridas.

Pero lo han visto…
A flor de labios (soslaya toda posible imitación):
un níspero (imágenes), un canistel.
En tierra adentro (con-fundido),  agua
agua clara de lo curujeyes…
En el Diario: “sirve tú, Cuba, Manantial, sirve ya…”

Y la mano, arpada, se le pudrió, casi
de tanto saludo recibido (loas) camino de La Quinta.

Hijo de los hijos de José
(ante la escala de Jacob), ¿la piel cobriza…?
hijo de la predilección de Orisha Oko
desciende, dicen, de la cabalgadura
(¿un caballo dorado, traje de holanda gris?)
Junto al árbol Lezama
deja caer fraterna
transparente
gota
de sudor.



 
 
  *Poemas del libro inédito A wa nilé