No. 85 / Diciembre 2015 - Enero 2016


Poéticas de la negatividad:
Sara Uribe. Antígona González*

 

Ana Franco Ortuño

Las literaturas nos explican nuestros mundos corporales
y no nos separan en nosotros y otros.

Gabriel Weisz


Leo la edición en sur+ de Antígona González. Se trata de una segunda edición y es negra, un libro de 19X12 con 112 páginas. Hago el recuento porque dos elementos fundamentales de este texto son el cuerpo y el número. Dos ejes de significación que convergen y aquí se contradicen. Este cuerpo que tengo entre las manos es así: un libro de papel que habla de un desaparecido que se llama Tadeo. Tadeo es hermano de Sandra Muñoz, de esta Antígona de tantas. Hay muchos desaparecidos en el país: libro-recuento. libro-guión. libro-plegaria. Libro de dolorosos fantasmas. Dolorosos y fantasmas son grandes palabras, pero hacer poesía hoy permite más recursos que hace algunos años; −todavía cuando yo era estudiante de letras cualquier ‘compromiso’ era ‘mal visto’, herencia de la modernidad. Hoy, en México, volvemos a vivir con los muertos y necesitamos escribir sobre nuestros muertos.

Se trata de un libro de poemas en el que Sara Uribe busca el significado, el antecedente, el origen, la explicación de una realidad crudelísima; recorta y arma un cuerpo complejo que denuncia la ausencia del hermano/ padre/ marido. Cuerpo X Cuerpo. El poema toma la forma de una negociación y se sitúa en el terreno de la paradoja. Habla de lo indecible. Materializa lo ausente. Sin la trampa del recuerdo, habla de los hechos. Es los hechos. Da nombres fechas, horas, lugares. Convoca.

Antígona González es una voz comunitaria (política de texto) que funciona para la memoria colectiva y codifica la mitología de una urgencia, en la que se articula la narrativa del indescriptible dolor de a quienes se veja el luto: Todos somos Antígona.

Gabriel Weisz, en Cuerpos y espectros, dice:

No sólo hemos devastado nuestros ecosistemas, con sus plantas y animales, sino que también asolamos la frágil ecología de nuestra psique, y lo hacemos negando el bios, la vida de la ficción imaginaria que solía abrevar en los mitos. De aquí no tratamos de retornar a un nostálgico pasado. El tejido pertenece a la etnobiografía, porque saca a colación el lugar que ocupan la mujer y el hombre en una localidad física y en una localidad mítica que se refiere al relato imaginado del cuerpo. El imaginario se mantiene vivo como la actividad de las artes, el juego y el cuerpo en las etnobiografías. (131)

Antígona González teje el imaginario en tanto que Uribe desmonta una “búsqueda de la voz propia” y renuncia (o se muestra renuente) a lo autoral. La construcción (curaduría, propone en una entrevista que da para Tierra adentro) del personaje se sitúa en un sistema de escritura no-creativa, que ensambla de fragmentos de María Zambrano, Judith Butler, Diana Gómez, Margarite Yourcenar y una larga serie de textos teóricos y académicos. La investigación numérica de muertos y los casos han sido tomados de notas de prensa, según leo en Notas finales y referencias, donde las pistas están dadas, de modo que podemos hacer la operación en reversa de un libro de poemas que declara su esqueleto. La apropiación es préstamo.

Para “enfatizar en las propiedades formales y materiales” (Goldsmith) el fenómeno se recarga en lo numérico documentado y en la demanda de lo corpóreo que no debería ser fantasmal. Narra, reclama e invoca por insistencia.

Tadeo no aparece. La voz, en este caso, no crea pero ilumina; materializa la angustia que recorre el trazo de todas las Antígonas; porque nosotros, que estamos vivos, compartimos el aire con nuestros muertos.


Antígona González
(Fragmento)

*
Quiero el descanso del los que buscan y el de los que no han sido encontrados.

*
Un vaso roto ya no es un vaso. Eso pensé. Eso les dije.

¿Qué es lo que murmuran? ¿Por qué todo lo deslizan en voz baja? ¿Qué es lo que están deshaciendo? Te estamos diciendo que Tadeo no aparece. Te estamos diciendo que somos muchos los que hemos perdido a alguien.

*
Una mujer presenta una denuncia ante el ministerio público por la desaparición de su hermano. En su desaparición consta que los hechos no fueron reportados de inmediato por temor a represalias. En su declaración consta que las líneas de autobuses se negaron una y otra vez a dar razón del paradero de su hermano. Una mujer que sale del ministerio público es abordada por un hombre que la jala del brazo y le dice quedito: Vale más que dejen de chingar. Ustedes síganle y se los va a llevar la chingada. 

*
[
:En su sueño, para llegar a Tebas, la ciudad abismo, tenía que atravesar una estancia llena de grandes vasos de vidrio muy diáfanos que apenas se veían. Estaba obligada a pasar entre ellos sin quebrar ninguno, sin hacerlos temblar.

:Y así lo hacía. Nunca quebró ningún vaso.


:Nunca atravesó el umbral.
]

*

Supe que Tamaulipas era Tebas
y Creonte este silencio amordazándolo todo.]

*
¿DÓNDE ESTÁN LOS CIENTOS DE LEVANTADOS?
Es muy duro no saber nada de él. Hasta ahora me animé a venir. Vale más saber. Sea lo que sea.

*
Yo también estoy desapareciendo, Tadeo.
Y todos aquí, si tu cuerpo, si los cuerpos de los nuestros.
Todos aquí iremos desapareciendo si nadie nos busca, si nadie nos nombra.
Todos aquí iremos desapareciendo si nos quedamos inermes, sólo viéndonos entre nosotros, viendo cómo desaparecemos uno a uno.