No. 86 / Febrero 2016


Poéticas de la negatividad:
Kalu Tatyisavi

 

Ana Franco Ortuño

 

Interior y exterior constituyen una economía, pero una economía con una diferencia.
Ello se debe a que la posición situada a la cual Derrida da el nombre de “negatividad”,
no puede ocuparse a sabiendas, no puede ser ocupada por la razón. Filosofar solía ser
hablar desde el interior, después de expulsar y olvidar la locura (y, por lo tanto,
olvidarse de uno mismo). Hoy, sin embargo, filosofar es filosofar “aterrorizado…
con el terror confesado de enloquecer”.
El exterior hoy, es una sombra siempre presente en los márgenes de la consciencia.
Una penumbra. Con todo, ni siquiera este cambio modifica la naturaleza
de la economía de interior y exterior (…)

Coetzee. En Contra la censura.

 

I

Tomo esta cita de Coetzee para señalar posicionamientos. Hago un desglose de la cita:
 

Interior-razón (filosofar);
exterior-locura (negatividad).


La razón no puede ocupar el lugar de la locura (hablar por ella). “Hoy” se filosofa “aterrorizado” (por terror a enloquecer). “Con todo,” aunque exista la consciencia de la sombra, esta economía de interior y exterior no se modifica. Lo racional engulle con miedo, mientras el exterior acecha.

En la distribución de un sistema dicotómico, la poesía en occidente también se sitúa como otro de la razón, es una forma de locura. Hasta aquí lo sabido, la caricatura.

II

Kalu Tatyisavi escribe en Ñuu savi, lengua de la Nación de la lluvia, en Oaxaca, y traduce su obra al castellano. En la lengua originaria, el poema es Palabra del surco; quien habla es la tierra. La palabra (nombre) conforma las relaciones del mundo. La traducción es compleja, “no es cercana”, dice la contraportada de Savi Iya Kuaa (Lluvia nocturna, edición de autor, 2010), y mi lectura se fundamenta en las versiones.

Pongo la mirada en un sistema que me es poco familiar y que carga con una larga historia de prejuicios y silencios (según el mismo autor); busco una ontología que no es propia y me encuentro con que no hay un yo o una voz poética. Hay, en efecto, una interlocución de la tierra y del mundo.

El sustantivo Savi es una pieza intraducible que se repite en muchos contextos, del nombre de la nación, la lengua y el autor, a la personificación misma de la tierra (física) y del espacio: “Savi me dice:/ qué día es hoy?/ (…) Savi no puede llamarse aguacero/ sino un descenso más azul”, “en los ojos de Savi se refleja el ritual”, “qué ves Savi/ qué escribes Savi?/ qué comes Savi?/ qué oyes Savi?” Savi es el poeta en una tradición que no divide el sujeto del objeto. Todo es Savi, que es corpórea.

La sensibilidad múltiple de los elementos recrea la ligereza del intercambio vital en la Nación de la lluvia. Acumulación o repetición integran y movilizan, no adensan:

“enlapuntadelaflecha:tzintzuntzaneselbesoperfecto”
(en Tzin tzun tzan, conaculta, 2013).

Las preguntas fundantes se formulan al exterior en un sistema armónico que humaniza en relación con la totalidad.

III

Lo anterior no implica una falta de conflicto: en la selección de palabras, hay algunas que se traducen al castellano vía el náhuatl: “cabeza del ocote”, “metalpil y tejolote”, “párpado del nahual”, “gira el metate/ gira el comal”, “para imitar al cenzontle”. Esta presencia de una lengua puente para la lectura nos remite a la trayectoria histórica de los imperialismos que se imponen sobre la Ñuu savi: “Tengo miedo/ de (…)/ llamarme mixteco para siempre”. Es importante aclarar que la primera persona de este verso habla por una lengua que fue denominada desde la dominación náhuatl (es la lengua conocida como ‘mixteca’).  

Las posiciones dicotómicas en este contexto lingüístico y cultural fueron ocupadas por el castellano (interior-razón) y el náhuatl (exterior-locura). Los lenguajes poéticos ‘otros’, en general, confrontan, discuten, dialogan o aspiran al uno. En este caso, la lengua de Tatyisavi ocupa una tercera posición con respecto a la dicotomía señalada. Esta tercera posición la sitúa en un paradigma distinto que se recupera del silencio  y que nos propone nuevas lecturas.  

Aunque conocemos la obra de ciertos autores antiguos del México prehispánico y podemos reconocer en las poéticas actuales algunos recursos tradicionales como el de la repetición, la escritura actual en lenguas originarias requiere de la construcción de sus propias herramientas críticas. Kalu Tatyisavi insiste en ello en su columna sobre lenguas originarias, en el Periódico de Poesía.

El tema de la imposición cultural es tratado en algunos textos comprometidos en los libros de Kalu, en estos casos se posicionaría como ‘otro’; sin embargo, la obra también integra e intercambia conceptos occidentales: “[Tzin tzun tzan] es la velocidad del ascenso del colibrí libremente proporcional al latido de su apareamiento/ es la línea recta del pico a la miel misma por la que viaja sobre la curvatura del espacio*”, “*Como la gravedad de la tierra hacia la flecha es igual al ritmo del colibrí en su vuelo de reversa”.

De este modo el autor se inscribe en la hibridación y la tensa:

     Tzin tzun tzan viaja desde el cero Maya
     camina sobre el reflejo de la luna
     con sus pies ligeros atraviesa las naciones Wixárika, Yoreme, Comcac.
     Yo tampoco: Estoy […] en un lecho de rosas

Si bien la obra reconoce estos recursos culturales y los usa, al ironizar se sitúa fuera del sistema de intercambio a-b, y rebasa la voracidad común de las otredades (aniquilación, negación, destitución), para declararse con vida.

De Savi Iya Kuaa

IV

río y árbol dialogan en trino
luego se abrazan en una vereda
su sentido forma el peñasco y su sed
es un venado que abre los ojos

oreja de la casa
oreja de la olla
oreja de la brisa
díganme dónde baila
la tormenta, en su hora de conversar con la tarde
 

XXXI

Savisiempre
en la laguna se refleja el temblor del rayo
aguaSavi
la piedra sagrada saca la cabeza para ver a Savi
Savisol
nocheSavi
a qué horas abres los ojos? pregunta Savi
Saviviento
fragmentos de Savi sobre la piedra
fragmentos de la piedra sobre Savi
 

De Tzin tzun tzan

III

Primer compás
la tierra abre la boca
Una estrella platica con sus hermanas sobre el principio del llanto
el eco juega dentro de la nube

Segundo compás
en la cola de la flecha se menea la pluma
La flecha bien pulida sueña que cruza por el orificio tallado por su tensión
en el espiral se pasea la memoria de la iguana

Tercer compás
La voz descansa dentro del caracol
El caminante escucha el aleteo y guarda silencio
¿qué tierra es ésta donde la lluvia se llama Savi?


 
Esta recuperación no solo se da en la obra literaria, actualmente el autor construye una gramática de la Ñuu savi. Existe el común denomiador por parte de los hablantes, quienes insisten públicamente en hacer consciencia sobre su lengua al narrar su trayectoria histórica o sus rasgos fonéticos.