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No. 90 / Junio 2016

Canasta de poetas mexicanos para la Revolución palestina

Por Shadi Rohana

Todos conocemos a Ikram Antaki (Damasco, 1948-Ciudad de México, 2000), cuyas aportaciones eran no solo para entender el pensamiento y cultura árabe aquí en México, sino que, como una intelectual siria y mexicana, abordaba temas tan universales desde la filosofía hasta la actualidad de México. Además, era poeta y novelista en la lengua que adoptó en México, el español, y publicó ensayos en árabe, español y francés.

Descubrir que Antaki, en paralelo a su labor de explicar la cultura árabe en México, también hacía lo mismo sobre la cultura mexicana en lengua árabe, ha sido para mí una dulce sorpresa. Lo hacía por su propia iniciativa y por una causa política, a saber, en apoyo a lo que fue denominado, a partir de los años sesenta, como la “Revolución palestina”: una lucha armada de un pueblo que buscaba la recuperación de la tierra que le fue robada.

La revista en lengua árabe Al-Karmel, editada por el poeta palestino Mahmud Darwish y publicada por la Unión General de Escritores y Periodistas Palestinos, constituyó el brazo literaria e intelectual de aquella revolución. Al-Karmel fue primero publicada desde el exilio de Darwish en Beirut en 1981. Tras el cerco israelí de Beirut en 1982, la OLP (la Organización para la Liberación de Palestina) fue obligada a salir de Beirut en barcos hacia el Mediterráneo y a un destino incierto. Pero la publicación de Al-Karmel no se interrumpió, y comenzó a publicarse desde la isla del Chipre. A partir de 1995, cuando Darwish decidió fijar su exilio en Ramalá, Al-Karmel comenzó a salir desde esa ciudad palestina bajo la ocupación militar israelí.

En el número 3 de la revista del verano de 1981, bajo el título de “Poemas desde México”, descubrimos a Antaki presentando y traduciendo a unos poetas mexicanos para los lectores de la revista. Los poetas son (en el orden en que aparecen): Octavio Paz, Efraín Huerta, Rubén Bonifaz Nuño, Jaime Sabines, Alberto Blanco, José Carlos Becerra, Gerardo Deniz y Coral Bracho.

Entre esos poetas, solo Octavio Paz y Jaime Sabines son hoy conocidos en árabe: Paz, por razones obvias; y Sabines, de origen árabe libanés, por las traducciones de la palestina Ghadir Abu-Sneineh y el mexicano-libanés Qaysar Afif. En 1981, podemos imaginar que todos, a excepción de Paz, fueron desconocidos casi por completo en lengua árabe.

Si bien Antaki llegó a México en 1975 sin saber español, aquí la encontramos a 6 años de su llegada, presentando a México y  a su literatura desde los ojos de la Revolución palestina. 

Cuando dice que “[los conquistadores españoles llegando al]  mundo maya enterraron obras literarias […] que resucitaron de su tumba y nos llegaron a través de la tradición oral”, Antaki está haciendo eco de la experiencia palestina de 1948 cuando, junto con el establecimiento del Estado de Israel, las fuerzas del naciente y autodenominado Estado judío saquearon las bibliotecas y casas palestinas de sus libros y manuscritos en las ciudades palestinas de Jerusalén, Jaffa y Haifa.1 Para Antaki, pues, ambas revoluciones del siglo XX —la mexicana y la palestina—, son para resucitar a los muertos.

Aquí presentamos, en traducción al español, cómo aparecieron esos poetas mexicanos en las páginas 265-271 del número 3 de Al-Karmel de 1981.



Poemas desde México
Por Ikram Antaki
(Traducción del árabe al español por Shadi Rohana)

Dijeron sobre este país que es “castellana y morisca, rayada de azteca”. Así lo dijo Ramón López Velarde.2

Aquí el lector debe tomar una postura: o consideres que la historia es corta, y lo veas necesario que te conviertas en un revolucionario. La historia oficial, aquella historia escrita y respetuosa, comenzó en el siglo XVI con la Conquista española. Religión y lengua —la cristiana y la española— eran los instrumentos de dominación y anexión.

Érase el año 1521. Los españoles llegaron con sus barcos, cañones, animales extraños (como el caballo), enfermedades mortales, brutalidad, presos expulsados de su país, y asesinos… Confrontaron una civilización altamente desarrollada: el mundo náhuatl de los aztecas en el centro del país, y el mundo maya en Yucatán, Chiapas y Guatemala en el sur y el este. Esa civilización creía que un día vendrá un rey, un dios blanco, rubio, cabalgando un animal mágico. Los indios creyeron que el bandido Hernán Cortés, enviado por el rey de España, era un dios. Desde ahí, le fue fácil para un bandido exterminar una civilización, al rey de la poesía Nezahualcóyotl, rey de Texcoco, y a los reyes que estaban antes que él y venían después de él. En el mundo maya, enterraron obras literarias incomparables como el Popol Vuh y el Chilam Balam de Chumayel; son obras que resucitaron de su tumba y nos llegaron a través de la tradición oral y los dibujos y símbolos hiéroglifos.

La primera parte del siglo XVI fue designado a masacrar los indios. La literatura esperaba hasta que acabó la masacre, y en la segunda mitad del siglo comenzó una literatura esclava a las influencias españolas. Esta literatura no comprendió su lejanía de España, ignorando el mundo indio profundo que estaba debajo de sus zapatos. Permaneció preso hasta la mitad del siglo XVIII. Solo adoptaba las influencias francesas, inglesas y alemanas. Pero en el siglo XX, en el año 1910 cuando la revolución de los campesinos reinó el país, la literatura descubrió que su deber es descubrir por lo menos su propio país. La tradición del espíritu del indio se juntó con el espíritu de la Revolución de 1910, la tragedia política y la condición mágica de una pueblo que no sabe bien en cuál continente tiene su terreno… Así surgió la literatura contemporánea, y ésta es su poesía:




Octavio Paz:

La historia oficial de la literatura mexicana se divide entre antes y después de Octavio Paz. Es el candidato permanente del Premio Nobel de la literatura. Recibió todos los otros premios nacionales, regionales e internacionales. Gran poeta y gran intelectual. En su plena consciencia eligió asentarse en el pensamiento de la derecha, pero en su parte intelectual, amplia y erudita, de fama pura e histórica: como diplomático, renunció su cargo como embajador de México en la India por la masacre del 2 de octubre de 1968, y escribió poemas a los mártires. Los poetas que venían después, sus hijos, luchan en contra de él. Sus herederos lo rechazan. Sin embargo, nadie atrever a decir que no lo leyó y no fue influenciado por él.


Rápidas manos frías
retiran una a una
las vendas de la sombra
Abro los ojos
todavía
estoy vivo
en el centro
de una herida todavía fresca3

El presente perpetuo
Los montes son de huesos y de nieves
están aquí desde el principio
El viento acaba de nacer
sin edad
como la luz y como el polvo
Molino de sonidos […]4








Efraín Huerta:

De la generación de Octavio Paz, pero del otro lado. Es de izquierda, democrático, luchador y puro. Dicen que es el poeta más importante después de Paz, e influye a todo quien escriba. Es del pueblo, y es ligero. Todos lo leen. Inventó un género nuevo para escribir poesía, conocido como “Poemínimos”, que consiste en poemas breves.


Por ella, por la Libertad, el sonido y el aroma recuperan la vida,
la flor su esbelto gracia y la nube su frágil elegancia.

Por la Libertad, todos los días, se derrumbe un perfume
—y un hilillo de sangre se convierte en el más ancho río de la esperanza.

Libre, sagradamente libre, una mujer puede danzar la danza milagrosa,
y, sonreír, el niño, y el hombre darse entero a toda luz.

[…]

Pero la Libertad no es la paloma con el pulso ardoroso,
sino tan solo un vuelo […].5






Rubén Bonifaz Nuño:

Este mexicano, conocedor del latín, tradujo a Virgilio y Ovidio. Poeta, maestro, viejo. Recién publicó sus obras completas bajo el título de De otro modo lo mismo. Un hombre amplio, abarca la lírica, la literatura barroca, la alucinación y la seriedad rigurosa.


Tal vez alguien nos mira, que ser ríe;
alguien burlándose nos mira.

Y ciertamente pasa: no son verdes
los brotes nuevos todavía,
y el tronco ya es ya es de viento y sin raíces.

Escribo: “este momento”, y el momento
en el que escribo se fue. Ya tan borrado,
ya tan irreparable como siglos
de antes que naciera.

[…]

Quizá dormido somos,
verdades de dormidos conocemos.
Tal vez alguien nos mira que dormimos.

Y yo te invoco en sueños, y me salvo,
y al salvarme te salvo si me escuchas.6







Jaime Sabines:

De la generación de Nuño. Mezcla la civilización indígena con la latina.


¡Si sólo se pudiera decir: “papá, cebolla,
polvo, cansancio, nada, nada, nada”!
¡Si con un trago te tragara!
¡Si con este dolor te apuñalara!
¡Si con este desvelo de memorias
—herida abierta, vómito de sangre—
te agarrara la cara¡

Yo sé que tú ni yo,
ni un par de valvas,
ni un becerro de cobra, ni unas alas,
sosteniendo la muerte, ni la espuma
en que naufraga el mar, ni —no— las playas,
la arena, la sumisa piedra con viento y agua,
ni el árbol que es abuelo de su sombra,
ni nuestro sol, hijastro de sus ramas,
ni la fruta madura, incandescente,
[…]
sabrán del tiempo oscuro que nos corre
[…]7







Alberto Blanco

Profundo, científico y valiente en confrontar las contradicciones del camino que ha elegido. Místico y estético, transparente y tierno, tierno y fuerte. Habla de su dios con el lenguaje del amor.


Para todo animal es un misterio
la tierra que palpita suavemente,
si la calma que brota de sus miembros
sostiene este desierto rumoroso.

Pasan los hombres de la caravana
cubiertos de metal, de piel, de plástico;
parecen tan seguros comerciando
con los nombres del mundo, sus promesas.

Necesitan el sol en el cuchillo
para ver que la luz vale la pena…
fiestas de vanidad, casa de arena,
en el mar brillas otros candelabros.8






José Carlos Becerra:

Era joven y trágico. Murió un accidente de coche.


Mi camisa estaba llena de huellas oscuras y diurnas,
y la Palabra, la misma, devorando mi boca,
comiendo como un animal hambriento en el corazón de aquel que la padece y la dice.
[…]
Y tú también volvías, volvías de alguna forma de mirar, de algún desenlace;
vana donde tu cuerpo carecía de espacio, en tu propio centro de navegación,
en ese espacio que tu tristeza concedía al rumor de las aguas.
Incorporabas tus ojos al desenlace nocturno,
meditabas tu sangre en todos los espejos penetrados por el animal de la niebla.

Y eras tú, de pie en tus ojos, como aquella que alimenta su desnudo con viento,
tú como la inminencia del amanecer que rodea con un corazón amarillo a los labios.
Tú escuchando tu nombre en mi voz como si un pájaro escapado de tus hombros
se sacudiera las plumas en mi garganta;
desenvuelta y solitaria, con entrecerrada melancolía, mirándome.9








Gerardo Deniz:

Aunque eligió un pseudónimo, no se avergüenza a esconder nada. Raro, extraño, y sin vergüenza. Intelectual. Llama a lo abstracto y define a sí mismo como un bastardo intelectual. Muerde a todos los que lo rodean con elegancia extrema, y no cree en muchas cosas y nunca revela lo que quiere. Es enemigo de todo. Solitario, renovador, y crítico cansado. Se cansó por la realidad. Su única arma es la carcajada asesina. Es el intelecto que conoce la muerte antes de experimentarla.






Coral Bracho:

Una mujer exhausta. Una poeta exhausta. Impaciente. Su escritura es inquieta. Escribe de forma desnuda y abstracta.


Desde la exhalación de estos peces de mármol;
desde la suavidad sedosa
de sus cantos,
de sus ojos ornados,
de arenas vítreas,
la quietud de los templos y los jardines
(en sus sombras de acanto, en las piedras
que tocan y reblandecen))
han abierto sus lechos […]10



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1 Véase el documental “The Great Book Robbery”, producido por Aljazeera y disponible en internet: http://www.aljazeera.com/programmes/witness/2012/05/20125915313256768.html

2 Es interesante notar que en esta cita, que viene del ensayo “Novedad de la patria” de López Velarde,  “castellana” en árabe aparece como isbaani [español], y “morisca” como islaami [islámica].

3 Todos los poemas aparecen sin títulos. Este fragmento es “Madrugada” de Octavio Paz [Todas las notas son de Sh. R.]

4 De “Viento entero” de Octavio Paz. Los corchetes no aparecen el en texto árabe.

5 De “Definiciones de la Libertad” de Efraín Huerta. Los corchetes no aparecen en el texto árabe.

6 Fragmento de “Volaron águilas, leones” de Rubén Bonifaz Nuño. Los corchetes no aparecen en el texto árabe.

7 Fragmento de “Algo sobre la muerte del mayor Sabines” de Jaime Sabines. Los corchetes no aparecen el texto árabe.

8 “La sal de la tierra” de Alberto Blanco.

9 De “Relación de los hechos” de José Carlos Becerra.

10 De “De sus ojos ornados de arenas vítreas” de Coral Bracho. Los corchetes no aparecen en el texto árabe.