HOSPITAL DE CARDIOLOGÍA
Por José Luis Bobadilla
Con ligeras modificaciones desde su aparición en la revista el Poeta y su trabajo
en su primer número (Otoño, 2000), se publica ahora como un libro, en
Ediciones El Tucán de Virginia, este poema singular dentro del ámbito
de la poesía mexicana. Esta singularidad deriva entre otras cosas de su
filiación profunda con la poesía norteamericana —con cierto despliegue
narrativo practicado por George Oppen—, por el ceñimiento a la poética
de William Carlos Williams enunciada mediante su conocida línea de Paterson,
“no ideas salvo en las cosas”. Pero también es distinto por su
extensión larga y sostenida, por su articulación en apariencia
sencilla, por sus modos directos, es decir, su sintaxis regular, sus
imágenes inmediatas, su lenguaje coloquial…
Si tomara una fotografía de este puente vacío,
¿conseguiría retratar mi introspección?
Decir: “El puente no está vacío.
Es la mirada la que lo llena”.
Probablemente lo único impreciso en el poema es la emoción que busca
reconocerse. Pedro Guzmán describe un lugar físico bien acotado —el
conocido Hospital de Cardiología de la Ciudad de México—, se mueve
dentro de éste, y de alguna manera el recorrido sucede y opera al
mismo tiempo en su interior, de tal modo, que consigue aproximarse a un
estado particular del ser. Este estado es uno que fluye, tanto
como la forma en que el poema se organiza. Todo esto a pesar de que
quien hace el recorrido, en realidad espera la probable noticia de una
muerte, nada fuera de lo ordinario en un hospital. La deriva, el
proceso, funciona como forma. El poema no debe interpretarse porque lo
que desarrolla es una experiencia, hace el recorrido de una
experiencia, y como tal, avanza sin destino preciso. Todo lo anterior
ocurre ante nuestros ojos, esto es lo grandioso del poema, con cada
línea que dejamos atrás. Leer es caminar y caminar —no es una
redundancia solamente, no en este poema—, es caminar… La resolución
final, parece fácil, y sin embargo, implica la densidad de una
sabiduría, de unas líneas lentamente acumuladas:
la forma del secreto es el misterio revelado,
es orgánica, eres tú mismo. Cuerpo es salud.
Todo cabe en el Hospital de Cardiología, porque galletas,
infancia, filosofía, presente, enfermedad, palabras, son una sola cosa
con uno mismo. Con nuestros cambios permanentes. El mundo no es otro
que el que se filtra a través de los sentidos. No hay realidad –nos
dice Guzmán– que no pase por el cuerpo, y más vale que empecemos a
otorgarle a éste, algo más de atención. Esto también es la poesía.
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