No. 92 / Septiembre 2016


Especiales

Notas sobre el distanciamiento en dos poetas
contemporáneos: Angélica Freitas y Sergio Loo



“El poeta-crítico y la poesía contemporánea brasileña: diálogos e interferencias”, André Vinícius Pessôa



Paula Abramo

En la actualidad, en México al menos, es difícil acceder a la obra de los poetas contemporáneos más recientes si no se sabe exactamente qué se busca y dónde hay que buscarlo. El mercado, poco interesado en la difusión de la poesía viva (por no decir de la poesía en general) no suele colocar libros de poesía actual en sus estantes, y una misteriosa correspondencia entre el mercado y la academia hace que, al menos en nuestra universidad, sean muy escasos los trabajos que se aventuran a estudiar autores mexicanos que no hayan sido ya confirmados por el mercado u otros mecanismos del medio cultural. Así, una rápida revisión que hicimos Maricela Guerrero y yo en los catálogos de tesis de la UNAM, reveló que en ellos se encuentran estudios sobre Paz, Pacheco, Efraín Huerta... y pocos más: casi los mismos que se pueden comprar en las librerías. Es por eso que saludo con entusiasmo la iniciativa de abrir un espacio como este congreso para la discusión de la poesía viva en ambos países. Más que hacer aquí un análisis profundo, quiero simplemente presentar, a partir de algunos puntos de coincidencia, el trabajo reciente de dos poetas: por un lado, Angélica Freitas y, por el otro, el mexicano Sergio Loo, prematuramente fallecido en 2014, a la edad de 31 años. Como pretexto para presentar su trabajo, me centraré en puntos de coincidencia que me parecen importantes en la obra de ambos, y que tienen que ver con un cuestionamiento recurrente de los dictados de la sociedad, cuestionamiento o distanciamiento que, en ambos casos, se manifiesta con frecuencia en el plano del cuerpo (por consiguiente, del género), y del viaje o paseo sin destino fijo.

Escribo este texto en diálogo con un breve y puntual ensayo de la escritora brasileña Veronica Stigger, publicado en la revista Palavra de julio del 2015, bajo el título  “O útero errante”, sobre la obra de la poeta Angélica Freitas. Recientemente he trabajado en traducciones de libros de ambas autoras, por lo que el diálogo que se establece entre ellas es de sumo interés para mí.

Dado que no es común que los poetas jóvenes de Brasil se conozcan en México y posiblemente tampoco se conocen muchos poetas mexicanos en Brasil –salvo quizá entre los propios poetas, que establecen diálogos y lecturas no siempre rastreables, y entre algunos académicos y lectores curiosos o especializados– me parece importante presentar brevemente a cada uno de estos autores.

Angélica Freitas, nacida en Pelotas, Rio Grande do Sul, en 1973, es autora de dos libros de poesía: Rilke shake y Um útero é do tamanho de um punho (ambos publicados por la ahora extinta editorial Cosac Naify en 2007 y 2012 respectivamente) así como del guión para la novela gráfica Guadalupe, que se publicó en 2012 en la Companhia das Letras, con ilustraciones del artista Odyr, Bernardes,también riograndense. Me centraré principalmente los dos últimos trabajos.

Um útero é do tamanho de um punho es una obra bien conocida en Brasil, pues alcanzó una popularidad casi inmediata entre los lectores y ha sido objeto de un buen número de reseñas y críticas. Es, yo creo, poco conocido en México todavía, y se publicó este verano bajo el selloKriller71, radicado en Barcelona. Próximamente será publicado también en Argentina, en traducción de Cristian di Napoli. Guadalupe, por otro lado, reviste particular interés para mí, pues se encuentra dentro del escaso número de trabajos de autores brasileños inspirados en México. Relata el viaje de una joven mexicana, Guadalupe, que en la víspera de cumplir 30 años realiza un viaje a Oaxaca para sepultar a su abuela, en el que muchas cosas de su pasado y futuro se revelan.

Sergio Loo, por su parte, autor nacido en la Ciudad de México, en 1982, fue narrador y poeta, aunque en su caso las etiquetas genéricas resultan incómodas. Pese a su muerte prematura, publicóvarios libros y aún hay otros trabajos suyos que están en vías de publicación. Es autor entre otros, de los poemarios Claveles automáticos (2006), Sus brazos labios en mi boca rodando (2007) y Guía Roji (2012), además de la novela House: retratos desmontables (2011) y el libro póstumo de difícil clasificación Operación al cuerpo enfermo (2015), publicado bajo el sello independiente de Ediciones Acapulco. Aquí me centraré especialmente en Guía Roji y Operación al cuerpo enfermo.

Freitas y Loo se conocieron en la Ciudad de México en 2008, año en que Freitas nos visitó en ocasión de la publicación del volumen Caos portátil, antología de poetas brasileños contemporáneos editada bajo el sello El billar de Lucrecia. Existen algunos paralelos temáticos entre la obra de los dos artistas, aunque en realidad no hay nada que haga pensar que se deban al intercambio que mantuvieron desde entonces. Son esos puntos de contacto los que quiero explorar aquí, a partir del ya mencionado ensayo de Verónica Stigger. Esta autora –que publicó en 2013 una novela de viajes titulada Opisanie Swiata– establece un paralelo entre el útero errante, que sale a pasear por el mundo en un poema de Freitas, con el viaje liberador que emprende Guadalupe al final de la novela gráfica para escapar de su destino.1 Vale la pena asomarse a ambos.

El poema, que da título al libro, es largo, y México, por cierto, figura en algunos de sus versos. El fragmento que le interesa a Stigger es, sin embargo, el siguiente:

prezadas senhoras, prezados senhores,
excelentíssimo ministro, querida rainha da festa da uva,
amigos ouvintes, brasileiros e brasileiras:
apresento-lhes
o útero errante
o único
testado
aprovado
que não vai enganchar
nas escadas rolantes
nem nas esteiras
dos aeroportos
o único
com passe livre nos estados schengen2


En su texto, Stigger resalta el vínculo entre el útero errante y las teorías médicas clásicas que vinculaban los movimientos de este órgano por el cuerpo con la histeria.3

Por otro lado, en la novela gráfica Guadalupe, el personaje central, tras una serie de peripecias, recibe de su tía Minerva Maravilla un espejo mágico en el que puede ver su futuro. Horrorizada ante lo que ve (una anciana encargada de una librería), Guadalupe decide cambiar su destino y parte hacia un viaje sin rumbo fijo hasta que, mediante esos recorridos, se da cuenta de que, al mirarse en el espejo, éste no refleja absolutamente nada.

Tras la exposición de estos motivos, Stigger concluye que “si el útero es una metonimia de la mujer, la errancia es, aquí, una forma de liberación.”4

Es particularmente interesante el término “errante” empleado por Freitas para describir al útero viajero.

Bajo el sustantivo error, los latinos, padres de nuestras lenguas, entendían, según el viejo diccionario que tengo más a la mano: “1) alejamiento, circuito, rodeo, vuelta, 2) ceguera, error, equivocación (o engaño), ilusión; 3) culpa, falta; 4) delirio, locura; 5) dolo, astucia, maña, insidia.” Lo mismo que en español y en portugués, el verbo errare se refiere tanto a la equivocación como a la errancia, y un erro, palabra que no dio frutos en nuestra lengua, pero que podría habernos llegado bajo la forma “errón”, es un “fugitivo, vagabundo, vago”: el siervo que huye en reiteradas ocasiones o pierde el tiempo fuera de casa.

Error es un término con frecuencia repetido en la Eneida para calificar los largos viajes que retrasaron por tanto tiempo a Eneas. Resulta evidente, pues, la contraposición entre el error y el destino (geográfico o social) predeterminado.

En realidad, el vínculo entre el viaje sin destino claro y la liberación está presente en otros puntos de um útero é do tamanho de um punho, libro en que la palabra mujer se repite 173 veces en 81 cuartillas (un promedio de aproximadamente dos veces por cuartilla), llegando en algunos puntos a aglomeraciones densas, como sucede en la sección “Tres poemas con ayuda de google”, en que la repetición tiene efectos incluso visuales.5

Mediante el carácter paródico de sus textos, Freitas, recurriendo a un abuso deliberado de la repetición, reduce casi al absurdo los mecanismos, tantas veces repetitivos, través de los cuales la cultura y sus constructos se introducen en la mentalidad de los miembros de la sociedad delimitando los umbrales entre la norma y el error. En Freitas, la repetición misma de la palabra mujer de y los enunciados asociados comúnmente con ella, hace que el término se vaya vaciando de sentido, como cuando los niños, al repetir una palabra elegida al azar, llegan al asombro y al extrañamiento ante el cascarón vacío del nombre, que se revela tan arbitrario.

Cultura [dirá el narrador de Operación al cuerpo enfermo de Sergio Loo sobre el personaje Pedro, homosexual seropositivo cuyo cuerpo no parece configurarse según las normas socialmente establecidas]: teoría amorfa que le han injertado meticulosamente desde niño o niña en cada poro de su piel morena, ojos negros, barba cerrada; en una acupuntura que ha devenido en ortopedia que ha devenido en fascismo: la legislatura rígida de lo que han definido como naturaleza. Naturaleza: lo que es y lo que no es normal. Ajustes perimétricos a su carne, diseccionándola múltiples veces y rearmándola según la multiplicación de una de sus piezas o por la división del todo: teorías estéticas, teorías de género, teorías políticas, teorías evolucionistas impuestas sobre sus órganos, líquidos, músculos y dientes.6


Así, tanto en Freitas como en Loo encontramos poemas en que la mujer en un caso y Pedro en otro se equiparan con construcciones, aunque con matices distintos. (um útero é do tamanho de um punho tiene incluso una sección que se llama “la mujer es una construcción”.)

En Operación al cuerpo enfermo, Pedro, de fisiología siempre cambiante, aparece:

Perdido en las habitaciones de tu propio cuerpo donde hay una remodelación insólita: las ventanas todas se han mudado a un solo costado y se abren de par en par, palpitantes, para mirarme a escondidas.7


Mientras que en Freitas:

a mulher é uma construção
deve ser

a mulher básicamente é pra ser
um conjunto habitacional
tudo igual
tudo rebocado
só muda a cor

(...)

(a mulher é uma construção
com buracos demais

vaza8



En Operación al cuerpo enfermo, libro en que constantemente se pone en duda la materialidad del cuerpo mismo, su naturalidad, así como los conceptos de salud, enfermedad y género o sexo, las imposiciones biológicas y socioculturales con frecuencia se resuelven mediante la transgresión de la norma:

Por eso Cecilia ha deformado su cuerpo, para que los objetos no se le metan, para que no se le injerten con sus reglas y sus contextos fastidiosos. Zapatos de mujer, bandera nacional, libros previamente subrayados. Estaba harta de ellos. Cecilia ha deformado su cuerpo para que los objetos no se le metan: se volvió su margen.9


En ambos, la liberación de los dictados de la norma está asociado a un vaciamiento o aligeramiento del sentido de conceptos asociados con género y los roles socialmente esperados.

En ambos poetas, el viaje (o el paseo) sin destino fijo se presenta como una rebelión ante el deber ser.

En la primera sección de Guía Roji, titulada “Urbe máquina de habitar”, las calles del centro de la ciudad de México se presentan como un escenario hostil que bombardea al caminante con mensajes en favor del deber, la familia y la tradición.

En el poema “Navidad”, la disposición centrada del texto en la página hace pensar en la alineación en torno a un solo eje, que no deja otras opciones:
 

                                       Navidad otra vez
                         La dicha es comprar regalos basura
                                 Tradición todos los años
                                 Todos los años debe ser
                                            Debe ser
                          cada objeto cursi desempolvado
                    Tienes un error histórico en el pecho
                                            Recuerdo
         años atrás mis mejores deseos para ti que vas a morir solo
                     regalos vistosos para ti que vas a morir
         Escucha tu corazón y ven a cenar con nosotros tu familia
                        Todos deben estar festejando ahora
                                 Al unísono todos deben
                                12 uvas para el niño Jesús
                              ¿Por qué no quieres ser feliz?
                    Tú quieres cambiarle los nombres a las cosas
           Tienes errores en la frente y problemas de aprendizaje
 No entiendes que la av Reforma engalanada de flores de nochebuena
No entiendes que av Reforma se ilumina para desearte feliz año nuevo y tú
                                          no escuchas10



Algo semejante se insinúa en Guadalupe, donde las calles de la ciudad de México y su habitual tráfico y ruido, aparecen vinculados con el trabajo rutinario y alienado de la joven protagonista, que conduce una van como repartidora de una librería.

De hecho, tanto en Guía Roji como en Guadalupe, aparecen retratados escenarios geográficos semejantes, protagonizados por el palacio de Bellas Artes. En el primer caso, se trata se trata de un dibujo de Odyr, que, dicho sea de paso, parece haberse documentado bien sobre el paisaje urbano y provinciano de nuestro país, evitando incurrir en lugares comunes:



Ilustración de Odyr para el libro Guadalupe.


En el segundo caso, se trata de un mapa de la Guía Roji de la ciudad de México intervenido por Loo, que era también artista gráfico y con frecuencia incorporaba orgánicamente en sus libros grabados y dibujos de su propia mano. Es interesante que esta imagen se titule “Autorretrato desde la Torre Latinoamericana”, como si el deambular multilineal del paseante por la ciudad definiera la identidad del sujeto.



“Autoretrato desde la Torre Latinoamericana”,
mapa intervenido por Sergio Loo e incluido en Guía Roji.


En otra imagen incluida en el poemario Guía Roji, otro mapa intervenido por Loo evoca los ejercicios de Ulises Carrión. Estas dos imágenes cierran y abren, respectivamente, la sección dedicada a la urbe, como si partiendo de una estructura fija, canónica, oscura y hueca (la del soneto tachado), se llegara a la revelación de un croquis que no establece reglas ni trayectos preestablecidos, errante y abierto.



Mapa intervenido por Loo, incluido en Guía Roji.



“Errón”, con errores en la frente, el yo de otro poema de la sección, titulado “Eje Central”, busca:

                                Movilidad /des-
                       apropiación / Necesito
espacios públicos para no pertenecer/
                     Parques/ calles para no
                                                  /11


Ante esa necesidad de no pertenencia a un orden opresivo surge la solución de un:

                                                                          Croquis
                                   de cómo no llegar / Voy encimando
                                          mapas sobre mapas / dejando
desorientado migajas de mi nombre al paso/ De mi nombre
                                                       migajas / recuerditos
                                                                    que te envío
                  por si me mudo al movimiento y no regreso/12


El poema, en que la segunda persona podría identificarse con la urbe-máquina cierra con el anhelo de:

Caminar para perderme / Perderme
en tu imperio / Treparme
en tus dientes en tu orden para que no
me encuentres / Tránsito / Ser
lo que se hace
y luego hacer otra cosa13


El viaje-paseo errante aquí, una vez más, como en Freitas, se presenta como la solución para salir del orden, del destino fijado por otros (la naturaleza/ el cuerpo social...). Pero, aunque el deseo de evasión está presente, no es el eje rector de este impulso.

De hecho, en Freitas, la fantasía de fuga a los confines se desinfla como un globo ponchado en el poema Ítaca, donde el destino final del héroe homérico aparece revertido, como un simple destino vacacional exótico y atestado de turistas: lugar común:

se quiser emprender viagem a ítaca
ligue antes
porque parece que tudo em ítaca
está lotado
os bares os restaurantes
os hotéis baratos
os hotéis caros
já não se pode viajar sem reservas ao mar jónico
e mesmo a viagem
de dez horas parece dez anos
escalas em egito?
nem pensar14


No, las salidas del orden que Freitas y Loo proponen están hechas para no volver a él. No funcionan como los viajes clásicos (ya sean épicos o periegéticos), reafirmando las certezas previas al reforzar el yo y el centro a partir de la demarcación de los confines, sino, muy por el contrario, parten de un extrañamiento inicial ante la norma emanada e impuesta por las cosas más cotidianas de la vida, y al alejarse de esa norma la ponen en cuestión, denunciando su arbitrariedad. Como diría Hegel, “lo conocido por ser lo conocido es desconocido.”15 El extrañamiento aparece bien retratado en otro paseante asiduo, Gerardo Deniz, cuando en su texto “Viajes” confiesa:

Durante largo tiempo, yo subrayaba –como si fuese necesaria una excusa– que iba en busca de “cosas notables”, entendiendo esto en el sentido más general posible. Hoy por hoy, aunque siga apreciando, como siempre, lo insólito –una casa extraña, un edificio monstruoso, un panorama inesperado–, ya no insisto casi en tales búsquedas, y sé de sobra la razón –la cual voy a revelar en voz baja: es que, cada día más, todas las calles, todas las casas, todas las cosas me resultan notables, por no decir inexplicables.16


En Freitas y Loo, la desviación de la norma dictada por el cuerpo social es pilar temático, y dos de sus áreas de expresión son el cuerpo físico y el cuerpo de la urbe, que se modifican y recorren a contrapelo. Y esas opciones deliberadamente “erróneas” o “errantes” están siempre deflagradas por un extrañamiento inicial. A través de la figura de estos paseos errantes (“erróneos”), puede identificarse la adopción fructífera y militante de una poética de distanciamiento y de extrañamiento, que, más que regodearse en el retrato de cosas extravagantes, desnaturaliza lo cotidiano, respondiendo en la práctica a la pregunta Brechtiana“¿Alguna vez miró su reloj con detenimiento? El que pregunta sabe que he mirado mi reloj muy frecuentemente, pero con su pregunta sustrae aquello que es habitual en mí, que no tiene nada para decirme”.17






1 Cfr. Stigger, V. (2015). O útero errante. Revista palavra, 7(6), 15.
2 “amigos escuchas, brasileños y brasileñas: / les vengo ofreciendo / el útero errante / el único / calado / garantizado / que no se va a atorar / en las escaleras eléctricas / ni en las bandas / de los aeropuertos / el único / con pase libre en los estados shengen”. Freitas, A. (2012). um útero é do tamanho de um punho. São Paulo: Cosac Naify. p. 64.
3 Cfr. Stigger, id. ibid.
4 Cfr. Stigger, op. cit., p. 14.
5 Cfr. Freitas, op. cit. pp. 67-72.
6 Loo, S. (2015). Operación al cuerpo enfermo. Ciudad de México: Ediciones Acapulco. p. 13-14
7 Idem, p.
8 Freitas, op. cit., p. 45. Las cursivas son mías.
9 Loo, op. cit.
10 Loo, S.(2012). Guía Roji. Veracruz: Instituto Veracruzano de la Cultura: 2012. pp. 15-16. Las cursivas son mías.
11 Loo, S. (2012), pp. 24-25.
12 Idem, p. 25.
13 Idem, p. 26.
14 “si quieres emprender un viaje a ítaca / llama antes / porque parece que todo en ítaca / está saturado / los bares los restaurantes / los hoteles baratos / los hoteles caros / ya no se puede viajar sin reservaciones al mar jónico / y hasta el viaje / de diez horas parece de diez años / ¿escalas en egipto? / ni pensarlo” Freitas, op. cit., p. 50.
15 Citado por Frederic Ewen en: Ewen, F. (2001). Bertolt Brecht: su vida, su obra, su época. Buenos Aires: Adriana Hidalgo editora. p. 185.
16 Deniz, G. (1998). Viajes. Anticuerpos. Ciudad de México: Ediciones sin nombre. pp. 142-143.
17 Citado por Frederic Ewen, op. cit., p. 185.