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No. 92 / Septiembre 2016


Romina Cazón
(San Pedro de Jujuy, 1981; vive en Querétaro)

 

La misma sangre
(De La mujer del Nazareno, fragmento)


I

Hace un año mi amante cayó a mi casa
yo a sus pantalones.
Hicimos un riachuelo
mas nadie se ahogó
Antes, me habría gustado  darle
un buen arroz con milanesa
la servilleta y su copa de vino.
Sentarnos para pensar seriamente
en el lugar de los muebles
y en el color de la recámara.
Preguntarle por ejemplo por sus tenis
Indagar su tamaño. 
En otras palabras: desmenuzarlo
para no desmoronar mi cuerpo 
 
II
 
Mi nombre es Ninguno.
Soy una hembra flexible
y a menudo digo sí
cuando se trata de destapar un vino
o ir a la cama
Camino lento
no obstante 
siempre llego a donde me esperan.
 
III
 
Me patearon la  cara
el muslo y el estómago.
No hubo Dios para mí, pero sí un cuaderno.
Escribí una historia tan siniestra
que no me atreví a leerla.
Pronto supe que para morir en armonía
era pasando horas en vela
dándole la mano a la pluma
y hacer que corra la misma sangre.
 
IV
 
Mi tarea no radica en escribir
sino en adueñarme de la realidad.
Yo muevo los objetos de la cocina
y sé dónde hallarlos
y para qué sirven
Sé que esos objetos
probablemente irían al baño conmigo
y tendrían sexo si así lo quisiera.
Puesto que cuando la pluma cae 
alguien puede ser poeta.
 
V
 
No siempre es mía esta voz
Es una escalera lúgubre
un pasillo que no se encuentra
cuando es necesario salir de casa.
Mi voz no tiene que ver con Nazareno,
pero está en el reloj de mano 
y en el vientre de una mujer
que busca consuelo en el altar.
Mi voz es la que deambula en la calle
y nombra objetos.