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No. 94 / Noviembre 2016


Carmen Ollé
(Lima, Perú, 1947)


Tener 30 años no cambia nada salvo aproximarse al ataque
cardíaco o al vaciado uterino. Dolencias al margen
nuestros intestinos fluyen y cambian del ser a la nada.

He vuelto a despertar en Lima a ser una mujer que va
midiendo su talle en las vitrinas como muchas preocupada
por el vaivén de su culo transparente.
Lima es una ciudad como yo una utopía de mujer.
Son millas las que me separan de Lima reducidas a solo
24 horas de avión como una vida se reduce a una sola
crema o a una sola visión del paraíso.
¿Por qué describo este placer agrio al amanecer?
Tengo 30 años (la edad del stress).
Mi vagina se llena de hongos como consecuencia del
primer parto.
Este verano se repleta de espaldas tostadas en el
Mediterráneo.
El color del mar es tan verde como mi lírica
verde de bella subdesarrollada.

¿Por qué el psicoanálisis olvida el problema de ser o no ser
gorda / pequeña / imberbe / velluda / transparente
raquítica / ojerosa…?

Del botín que es la cultura me pregunto por el destino
¿Por qué Genet y no Sarrazine?
O Cohn Bendit / Dutschke / Ulrike
y no las pequeñas militantes que iluminaban mis aburridas
clases en la U




Encuentro en París con Allen Ginsberg

I
El otoño nos sorprendió en la ciudad de los tejados grises
Un poema que empieza era el día con pie quebrado
Y nuestras imágenes inmóviles como el rostro de una Botticelli
En un verano sin detergentes parecían envases acordonados
En la estación de Austerlitz.

El pan había subido de precio en esa atmósfera lúdica
Y Renoir era atrevido y moderno enjuagándose las axilas
En lavatorios de plástico al final del pasillo…
7 pisos sin tazas de mayólica para ahogar la intimidad.
La noche era opaca sin el brillo agresivo de los automovilistas.

Por el barrio destartalado suben las muchachas vestidas de negro
Hacia el final del verano,
el prado en Portugal arde y tiene sed…

Estación de Austerlitz, nadie limpia las claraboyas en los pasillos,
Verano de deudas,
la risa de una muchacha portuguesa se marchita,
tiene la mejilla pegada a los radios transistores,
multiplica sus granos y pecas en la oscuridad
Y el Sena le es perfectamente ajeno…
Pobres les bonnes de Genet, siempre de luto.

II
Estoy contigo Ginsberg
Ni en Lima con mi librito de Sandwich
Ni en París sin barba
Ni con tu esbelto Peter Orlosky
Al estilo de un cheroque en su noche de bodas
Y el águila va alcanzando la altura deseada,
He podido olvidar tus manos sonrosadas,
                    Y tu vientre combado
                    Y tu nariz curva
                    Y tu calva cabeza soñadora
                    Y tu poema sobre el Plutonio

Te abrías dulcemente paso y para escucharte entonar
Baladas gay
Yo te di el paso y una sonrisa que nadie vio

Ahora aquí
Bajo distintas presiones
Que no son las de limpiar casas y escaleras ajenas
Cuando salía y me cruzaba a la misma hora con
La niña argelina
Frere Jacques
Frere Jacques 

Aquí
Bajo el influjo de un verso nítido y sencillo

La poesía es una cura de la mente

De dónde a cuándo la realidad impertérrita

Buenas noches  buenas noches
Hoy tienes lengua frita para saborear detrás
De la cerradura
La mujer del llavero desaparece en el retrete sin
Volver la cabeza

Noche opaca sin el brillo agresivo de los automóviles
El amor bajo los castaños.

El reglamento del inmueble impide morirse
Después de las diez, si eso implica hacer ruido.