No. 95 / Diciembre 2016 - Enero 2017



Acapulco: Barco de libros



Por Yolanda Segura

Ocho Barco de Libros han sucedido desde 2008. Un festival independiente que reúne a escritores de renombre con aquellos que recién surgen en el panorama. Yelitza Ruiz, Ángel Vargas y Azul Ramos realizan la curaduría y las gestiones necesarias ante distintas entidades para obtener los recursos. Quizá lo más valioso sea justamente esa vocación de quedarse al margen de las instituciones: sin sus trabas y sin sus líneas trazadas. Es por eso que el Barco de Libros tiene un aire de libertad, de gozo por la palabra. Ese gozo desnudo de quienes hacen mucho con poco y son capaces de reunir a voces diversas que conviven y se nutren.

¿Cómo hacer una gestión cultural que impacte en la comunidad que la financia y la propicia? La premisa de hacer una reunión consciente, solidaria hace que en cada mesa conste que algo pasa: algo afuera pero también ahí mismo, en lo que se dice apenas como metonimia de eso que no alcanzamos a aprehender ni entender. El Estado también aquí está retraído y en su lugar aparecen los gestores obstinados, los que insisten y buscan porque siguen sabiendo que los encuentros son necesarios.









Hay en la organización una voluntad real de sacar la literatura de los espacios para unos pocos y trasladarlos a escuelas, bares, foros abiertos; que las palabras estén —como de hecho están— en todos lados y marquen algún sentido entre tanta turbulencia. Hay que decirlo: Acapulco huele a violencia, la gente sale poco, las playas están casi sin visitantes, sin embargo, persisten las palabras, la paciencia, la vocación de reunirnos a compartir.


Entre los 39 autores invitados a la edición 2016 estuvieron Odette Alonso, Daniel Wence, César Cañedo, León Plascencia Ñol, Verónica G. Arredondo, Diana del Ángel, Samuel Espinosa y Paula Abramo. Hubo también un homenaje a Héctor Carreto. Entre las presentaciones, lecturas y mesas, destaca aquella sobre literatura y diversidad sexual que estuvo integrada por Wence, Alonso y Cañedo: ¿cuál es el sitio de la literatura LGBT (lésbico, gay, bisexual y transexual) y por qué habría de situarla diferenciada?, ¿qué voces disidentes han sido silenciadas bajo el peso de la tradición y la convención?, ¿cuáles son las formas de visibilización que se eligen cuando se escribe desde el deseo no heteronormado? La vigencia de los debates en medio de manifestaciones contra el acoso e iniciativas como la #RopaSucia (cuya gestación, por cierto, sucedió en el Barco de Libros 2015) obligan a pensar en nuestras formas de leer y crear en comunidad, con el fin de salir de las trampas y falacias que se esconden cuando la crítica dice que "la buena literatura no tiene género". Porque la literatura lo tiene y lo tenemos también quienes la ejercemos, escribiéndola, leyéndola, comentándola: reconocer eso, se dijo en la mesa, implica también reconocer uno de sus múltiples rasgos políticos.

 

 

 

 

 


Barco de Libros es, sobre todo, la posibilidad de reflexionar a nivel del mar sobre qué cosa es la poesía en esta realidad que se sabe urgente, apremiante. Reflexionar también sobre las maneras de estar juntos, de existir y construir formas de resistencia: ya mediante el lenguaje, ya mediante la reunión de cuerpos en un espacio, moldear entre todos el ansia y el miedo y no olvidar también que, por momentos, tenemos derecho a la alegría.