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Piélago 1977-2007 
José María Espinasa
Universidad Nacional Autónoma de México,
México, 2013. 

 
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No. 97 / Marzo 2017



II

Primero el cuello, los hombros,
el pecho, la cintura.
Después el agua.
Ella canta, escapa por el agua,
irremediable, distante.
Irremediabla de un mundo sin maldad.



III

La mano caída,
la cuerda ya sin motivo,
la madera nerviosa.

Del otro lado la belleza
esquiva siempre
hace señas.

La búsqueda, el disparo.

El gesto inútil
de dar en el blanco.

(Detrás del arquero
espera sonriente
a que la mire
la belleza.)


IV

A lo lejos
el lugar al que la flecha
no llegará nunca.
El arquero lo sabe
y mira al cielo,
la flecha vertical
apunta a la injusticia.
A esa flecha, él,
él mismo, se ofrece
como blanco.


XIII

Si volviera a rechinar la bisagra
y el gozne perdiera la mugre
que —empecinada— quedó ahí
recordando el paso del tiempo,
los ojos volverían a decir
sin miedo
que no ha pasado nada.
Y la figura ¿sería la misma?
Callada miseria
llevada por el viento.



 

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