No. 97 / Marzo 2017


Poéticas de la Negatividad*
 
Sombra roja. Diecisiete poetas mexicanas (1964-1985)
 


Por Ana Franco Ortuño

Quien se aleja de su casa ya ha vuelto.
J.L. Borges

Los poemas son ruinas en la cabeza de quien los escribe.
Rodrigo Castillo



A)

"El único lugar posible" se llama el epílogo con que Rodrigo Castillo cierra Sombra roja, autor que declara el libro y la página como espacios públicos.

Él, poeta, editor y nadador de entre los miles de poemas que circulan en lo análogo y la interfaz, selecciona estas autorías para llevarlas a la materia del papel, ahora de regreso. Y con ello se hace responsable, dice, de la potencia de la poesía misma, de su ubicación (situación de-en) el libro y la página.

Se hace responsable de su lectura de 17 poetas (nosotras), para llevarnos de lo privado a lo público mediante este único lugar que es la página.

Su nadador narciso encuentra en lo inestable, gestos de la conformación de un cuerpo poético social-fragmentado (otro Vaso roto), y propone un trazo del mar: una ruta. Escrituras que se abstraen en el nudo de la narrativa y la imagen. Micro constelación de voces conformadas.

"¿A dónde volver si ya hemos partido siempre?", se pregunta Castillo, dialogando con Borges. Porque de este polígono sonoro estructura una Babel, una totalidad que al ser leída ofrece el resueno de su mente; su articulación, sus elecciones. Rodrigo reconoce cada poema como artefacto verbal y como un trabajo con el lenguaje. Con estas declaraciones hace la política de lo que elige, tendencia estética que está presente en los poemas. La obra es negra y establece un diálogo entre los lectores y una generación de mujeres que no tiene regreso.

La sombra, roja, nos es descubierta desde su crítica mirada y con ella asigna un color en esta "herrería de la interrupción", en la que nos muestra la rudeza del encaje.


B)

En la relativa objetividad de que me encargo al hablar de un libro en que se me ha incluido, me encuentro con que además de esta constelación, de esta polifonía, se me ubica en un clan disperso; y me reconozco en la voz de las otras.

En un mundo que cierra fronteras y exige pasaportes, Rodrigo Castillo nos regala una ciudadanía, parte de una totalidad en el mejor lugar de lo posible y de lo hecho (o lo dado). ¿Qué reconozco de este territorio? ¿Qué signos se organizan para producir significado?, en lo femenino, pero también en lo generacional, y entre nuestras políticas textuales o situacionales que son ya, sin duda, resultado de un mundo: diecisiete obras que tienen puntos de partida entre la caída del muro de Berlín y la de las Torres gemelas, puente para la posibilidad de reiniciar un lenguaje: el de quienes tenemos la suerte de cobrar las ganancias del feminismo y las luchas de género, el de quienes formamos parte del ejercicio de la reconstrucción de un país arruinado. Mujeres que pagamos impuestos, derechos de aeropuerto, hijos (quien los tiene), ciudadanías.

Miro el acomodo. La vecindad. La agradezco. Las poéticas de este volumen se fundamentan en distintas estrategias; a vuelo de pájaro, me interesa la usura en Karen Villeda, el collage y la investigación en Sara Uribe, el diálogo y la risa en Maricela Guerrero, el juego y el diálogo con el lector en Amaranta Caballero, el catálogo en Xitlalitl Rodríguez, la segunda persona en Renée Acosta, la lengua y la tradición de las mujeres en Natalia Toledo o en Irma Pineda, la descripción o la pintura en Mónica Nepote, el mundo destartalado de Mercedes Luna Fuentes, la fonética y la diagramación de Rocío Cerón, la narrativa y los personajes de Paula Abramo, la ciudad de Claudina Domingo, la imposición o el golpe de lo real en Minerva Reinosa, las transiciones en Cristina Rivera Garza, la crítica a 'lo femenino' o el borramiento de un auto-diálogo fotográfico en Carla Faesler. Y mi propia mirada de lo fragmentario. En todas, lo inmarcesible o lo extraño: la sombra es roja.


C)

Nota final.

Se escribe desde el género porque se escribe desde lo que se es, marcado o demarcado (en la demarcación provisional que habría de responder al qué, cuándo, cómo o para qué ser mujeres). Es necesario confiar en las autoras fuera ya del error de asumir estereotipos: situar nuestros referentes vía lo femenino entorpece la lectura; situar el libro en falta de algo o volver a poner sobre la mesa el tema de si esto importa, es ingenuo. Los reproches sin fundamento por cuestión de género, en un momento de regreso al fascismo, son peligrosos. Lo que es fundamental en este instante es revisar la maquinaria del sentido; revisar las relaciones que establecemos con el poder, las nuestras, las de todos.



*Texto de presentación en el Palacio de Bellas Artes, Ciudad de México, 5 de Marzo de 2017.