No. 98 / Abril 2017


Lenguas originarias


Florentino Solano (2da. parte). El poeta no nace, se hace  



Kalu Tatyisavi

 

Decepciones me he llevado, muchas; en primer lugar, porque la mayoría de los poetas piensan que solamente deben escribir y hablar sobre literatura; en segundo lugar, porque está ausente lo social, siendo éste el basamento; en tercer lugar, porque acercarse a la realidad implica necesariamente hacerlo desde diferentes aristas; en cuarto lugar, porque en poesía en lenguas originarias, mínimamente se requiere una noción sobre/contra el colonialismo.

Aquí, como muestra de lo anterior, vuelvo a escribir sobre Florentino Solano y su libro Ñu’u xí’ín in ka ñuú (La luz y otras noches). Las noches le fascinan, el "Cerrar los ojos para no ver", el recuerdo que es imborrable, el deseo permanente de subvertir/se, la consciencia de la (im)posibilidad, la acumulación que no puede mostrarse en lo superficial; pero también la ironía, el juego, la certeza del intento de la poesía. Releyendo su libro se me viene a la mente la sentencia de la poeta polaca Wisława Szymborska: “El poeta, si es un poeta de verdad, tiene que repetirse sin descanso <no sé>”.

Es decir, los títulos universitarios, premios, shows o publicaciones pueden aparentar por un tiempo, pero no son importantes; lo profundo, la recepción en y con el tiempo, la crítica crítica y, sobre todo, la búsqueda de la liberación a través de la poesía, debe residir en la posibilidad de ver un mundo diferente, y a pesar de esta posibilidad. Este salto es inefable, pero existe el placer del salto, en contra de. La libertad, entonces, es una responsabilidad.

Poeta no significa ser perro faldero de políticos ni tampoco buscador de becas ni premios ni puestos. Quien recibe premios por su trabajo allá él, el trabajo premiado no implica absolutamente nada, tampoco es garantía de que los comerciantes lo exhiban en la mesa o vitrina de la novedades, promociones u obscenidades. La mayoría de los premios lo otorgan los amigos a sus amigos, se basan en relaciones de sumisión y sometimiento; es como un puesto burocrático que no es más que la pesada carga que burros y mulas llevan; por eso necesitan ser arreados constantemente. Así, vuelvo a hablar de libertad y ahora también de felicidad; quien los ha conocido realmente, dudo que desee abandonarlos. Con esta levedad se forman, gran parte, de los currículos.

La poesía está hecha con lenguaje libre, con la condena constante de transformarse, su límite es él mismo; su valla es contra sí misma. Así lo concibe Solano en el poema "La luna del poeta":

y el poeta que escribe
a orillas de la noche
piensa que le escribe a la luna
pero es mentira

el poeta se escribe a sí mismo.


Contra sí mismo, contra su libertad, contra su vida y muerte. Por eso el silencio es el origen, su necesidad.

El poeta no está en ningún espacio y lugar, porque escribe desde el no lugar, y su espacio es solamente el poema. Éste es temporal. Sus demonios no tienen la limitación que le imponen los rostros persistentes de la Edad Media, sino la fuerza y el carácter que él mismo plasma en la escritura. El espacio del poema es físico y está en donde se permanece; veamos el poema "San quintín":

      estar en san quintín

      maldita suerte
      qué lejos queda mi pueblo
      y mi gente
      y mi tierra que me ha de cubrir

      para siempre.

La tragedia no es tragedia cuando se comprende la finitud. Por eso la llamada cultura popular no puede llamarse realmente cultura, por su lentitud, limitación y repetición; quien repite no puede llamarse artista, sólo plasma lo instantáneo, como una pieza de museo, no comprende la condena de crear/se. Florentino Solano va mucho más allá. Esto lo muestra en el poema "[Qué rápido pasa el tiempo]":

      El padre Nacho se mira
      a sí mismo en un espejo
      donde escribe una canción con la mirada.

      La gente espera en la iglesia
      como los muertos
      mirando a Dios en el pensamiento.

¿Estos poemas están hechos para leerse en el burdel de un festival priista o fin de curso donde se comerán sabrosas viandas? Me temo que lo que menos se desea es ser parte del espectáculo posmoderno.

El existencialismo habla de la existencia antes que la esencia, así el poeta requiere necesariamente transformarse de manera interminable; Sartre dice sobre su existencialismo: “Piensa, pues, que el hombre, sin ningún apoyo ni socorro, está condenado a cada instante a inventar al hombre”. Este es el precio de la libertad, se trata, finalmente de aquí y ahora, porque no hay otro espacio ni limbo ni paraíso.

Solano, ya lo he dicho, es el único poeta en lenguas originarías mexicanas que entiende el ritmo, la imagen, el silencio, la filosofía, la historia, la marginación, la migración, la burocracia, la inexistencia de dios y sobre el estado fallido mexicano.   

También nuevamente digo: los poemas de Florentino Solano son poemas; entonces, el poeta no nace, se hace; como el filo del cuchillo lo requiere por el desgaste de la historia oficial y las relaciones capitalistas entre los seres humanos. 

 

Yoo ra tiá tuun nduvi

té tiá ra tuun nduvi ra
yachin yu’ú ñuu ra
xaa yo va ké tiá ra ká’án ra su’va
ndisu tuun chá’an va k’e chi

xaa mí va ra ké tiára

La luna del poeta

y el poeta que escribe
a orillas de la noche
piensa que le escribe a la luna
pero es mentira

el poeta se escribe a sí mismo

 

San kintín

kand’u’u yu san kintín
ndkani xini
kuni soo yu ya “na sii ní ikú xa’un”
ndaka’án yu
táxiini kuaku níma yu

kandú’yu san kintín
to’ni yu chí nukánata ñuu kandixa yu na
viko chin yáka

kandú’yu san kintín

nduvi ndaka’án yu xa itia tá’nu
ka’ndia yu tinana
xaka ini yu xín táchi vaxi nu tiáñú’ú
ndoñú’ú nu yú nu yosó

kandú’yu san kintín

timia ché
nurá xíka ní vi nindoo ñuu yu
na va’e yu
chin ñú’ú ña ndasi sata

 

ndia xa ki

 

San quintín

estar en san quintín
pensar
escuchar canciones de “los alegres del cerro quince”
recordar
llorar por adentro calladito

estar en san quintín
mirar hacia el oriente creyendo que no es oriente
neblina y polvo

estar en san quintín

acomodar recuerdos de itia ta’nu
cortar tomates y pepinos
suspirar con el viento que viene del mar
perder la mirada en el valle

estar en san quintín

maldita suerte
qué lejos queda mi pueblo
y mi gente
y mi tierra que me ha de cubrir

 

para siempre

 

[Kama ní kuaan ki]

“Kama ni kua’an kií
kama ní kua’an yoó
saá tu mií yu
ndíkun yu kií kuaan yu…”

Xító ra sutu Nácho nuu
nuu in yu tátá
ra xíta ra in yaa xí’n nu rá.

Na yuvi ndiátu ve’e ñuu va
tá ndiátu ndii
té xító na ndii na diví ndákanini na.

“Kama ni kuaan yoó
kama ní kuaan kuiya
saá tu mií yu
ndíkun yu kií kuaan yu…”

Kaxi ndó kuñu
ko’o ndó nii
chi na yatá ra yaxi tá’án ndi’i va na.

Kama ní yá’a yu
ra in ndákuatu va na nixi’i ra
nuu ná ndíkun ra
mí té xító ndióxi ra.

 

[Qué rápido pasa el tiempo]

“Qué rápido pasa el día
qué rápido pasa el mes
incluyéndome a mí
que voy arrastrado por el tiempo…”

El padre Nacho se mira
a sí mismo en un espejo
donde escribe una canción con la mirada.

La gente espera en la iglesia
como los muertos
mirando a Dios en el pensamiento.

“Qué rápido pasa el día
qué rápido pasa el año
incluyéndome a mí
que voy arrastrado por el tiempo…”

Comed la carne
y bebed la sangre
porque el pasado fue caníbal.

Qué rápido pasa el tiempo
y el padre Nacho que se consumió en una misa
frente a sus seguidores
y bajo la mirada inquisidora de su Dios.