No. 99 / Mayo 2017


Lenguas originarias


Itanuni:
¿Indígenas e ídolos? ¡Ni madres!
¡Originarios y fuerzas de la naturaleza! 



Kalu Tatyisavi

 

Había un país lejano, muy lejano de aquí, que pertenecía a un país que no es país sino muchos países. Uno de estos países no conocía su nombre porque la historia le inventó uno. Un día, a alguien se le ocurrió escarbar y escuchó que la raíz decía: Savi, lavi, davi. Entonces, se dio cuenta de que esta raíz venía desde, hace seis mil años, y ésta empezó cuando los hombres y mujeres comenzaron a imitar a la lluvia y comprendieron su importancia, no como dios sino como fuerza de la naturaleza. En ese entonces, había un respeto hacia el alrededor y hacia ellos mismos.

Jugando seriamente, comenzaron a danzar, pintar, cantar, construir centros ceremoniales; desarrollaron los calendarios, la medicina, la astronomía, comenzaron a escribir su historia sobre pieles de venados y jaguares, todo esto en las llanuras, quedando entre el regazo de las montañas.

Una fuerza diabólica venida de un llamado viejo continente destruyó sus pinturas, danzas, cantos y los expulsaron de sus tierras, entonces ya no pudieron dialogar entre ellos. Las pieles-escritura-historia ardieron día y noche; con las mismas piedras y sobre sus centros ceremoniales comenzaron a construir las iglesias coloniales. Los convirtieron en esclavos en sus propias tierras, les inventaron una lengua y otra religión.

Las Abuelas y Abuelos lograron conservar y transmitir algunas palabras, algunos niños las aprendieron y se dieron cuenta de que el guajolote decía kolo, el pájaro carpintero repetía triki, muy cerca aullaba el coyote va’u y la cigarra le cantaba a la lluvia mityikii.

Muy reciente, algunos caminantes nos encontramos en el bosque y nos dimos cuenta de que hablábamos desde adentro de la garganta y la nariz, entonces recordamos y dijimos: somos del Ñuu Savi ‘País de la lluvia’ y hablamos Tu’un Ñuu Savi ‘La Palabra del País de la Lluvia’. Después de un largo silencio, me di cuenta de que no soy indígena, ni hablo la lengua mixteca y ni soy mixteco; soy descendiente de los originarios de estas tierras.

Pero la intención es hablar de Itanuni (2016), dirección de Santiago Savi (Ñuu Savi, 1984), quien estudió ingeniería, cine, pintura; el cortometraje se filmó en el territorio del Ñuu Savi con actores no profesionales pero hablantes de la lengua. Parte del equipo: producción Nómada cine en movimiento, director de cámara Ariel Raguth y edición Donovan Amaro.   

Itanuni es la mujer nahual-chamana que, más que flor de maíz es flor del maíz. Al respecto, deseo comenzar con algunas preguntas, dudas para mí mismo: ¿Qué platica Itanuni con las estrellas y la luna? ¿Por qué respeta la música del río y la fuerza de las montañas? ¿Qué filosofía nutrió su adentro, su pensamiento y nutre su práctica cotidiana? ¿Por qué sólo consume lo necesario y todo el alrededor le parece hermano y hermana?

La muerte es en este sentido, regreso a la naturaleza, reintegración. Para quien no tiene culpa tampoco existe el infierno, por eso Itanuni dialoga con su lenguaje de piedra y árbol, y el tiempo no tiene un valor monetario. Itanuni no es monolingüe porque puede dialogar y entiende otros lenguajes.

Me sigo preguntando: ¿La cultura del Ñuu Savi es una cultura anclada en el pasado porque todo lo que hoy existe es bueno y bonito, como nos dice la posmodernidad? ¿Dónde quedó la razón del hombre moderno de libertad, progreso e igualdad? ¿Cómo es la enfermedad, la cárcel, la jaula y el arresto domiciliario en que vive el ser humano en nuestros días? ¿Qué le movió al equipo y a los actores en el proceso de filmación de Itanuni?

¿Ésta es la gente que no tiene alma, que adora ídolos y sacrifica a sus hermanos provocando ríos de sangre, además, se come el corazón, como nos repite la arqueología y la historia actuales? Después de reflexionar, uno ya no es el mismo. Hoy, a muchos les cuesta repetir: Ñuu Savi y Tu’un savi, es decir, hablar de la historia y de la lengua desde ellas mismas.

No bastan los sentidos para apropiarnos de la realidad, deben ir unidos a la razón, pero este rodeo es difícil, crítico y doloroso, es decir, se debe pertenecer a una comunidad, pero hay que salir y entrar a ella, la riqueza está adentro y afuera, ninguna es suficiente. Quien indaga y cuestiona tiene posibilidades de errar, pero también de sentir la frescura de una sombra. Quien no siente pena y miedo ante el río y la montaña contaminados no comprende la etimología de la lengua Tu’un savi.

Tarde el ser humano reflexiona, no podemos ver nuestros errores, por eso necesitamos escuchar a los demás. Itanuni espera a sus hijos, pero sus hijos van a esperar a sus hijos. Itanuni no solamente tiene a su nagual como un animal al mismo nivel; ella es una chamana, es decir, conservadora del conocimiento ancestral, conocedora de su realidad, respetuosa de su entorno porque todo está vivo; aquí estriba la gran diferencia con el hombre explotador llamado racional y moderno.

El boletín de prensa con que tuvo su estreno mundial en Ve’i Ñuu Savi es claro: “Antes, eliminamos ‘lo indígena’. Ahora en Itanuni, se eliminan ‘ídolo’ y ‘politeísmo’ por el de representaciones de las fuerzas de la naturaleza. Como desde la cultura del Ñuu Savi no existen ‘el alma’ ni ‘el corazón’, el ini (el adentro) es integral, contiene los sentimientos y la razón. Esto lo sabe Itanuni, quien es portadora de esta cultura y lengua milenarias.

Desarrollo-atraso, occidente-oriente, colonialismo-autodeterminación, historia-memoria, desplazamiento-retorno; son algunos extremos del problema histórico humano que hay que comprender y cuestionar para luego proponer, de esta manera poder acercarse realmente a las culturas originarias, desarrolladas aquí aun antes del Anáhuac.


Hay dos diálogos que resultan contrahistóricos y anti-indigenistas, el de la mestiza antes de huir: “Ay, dios mío”, y el subtítulo final: “Aún llueve”, obviamente el primero es católico, occidental, una expresión mecánica y obligada, lo cual muestra el choque contra la cultura de Itanuni; el subtítulo final alude a la esperanza concreta.

¿Qué nos impide hacer cine como Theo Angelopoulos (La mirada de Ulises), Andréi Tarkovski (Nostalgia) o Béla Tarr (El caballo de Turín), por mencionar tímidamente algunos grandes y algunas de sus obras? Nos impide mucho trabajo profundo y ser constantes; no se trata de repetirse y mostrar como, por ejemplo, lo hace Nicolás Echevarría en su María Sabina (1978). Insisto, hay que ver más allá, la intención se vuelve local cuando no se ve el horizonte; veamos cómo empieza un gran guion, el de Andrei Rubliov de Tarkovski: “Entre sones de metal, relinchos y alaridos de moribundos, el odio secular echa a volar hacia el cielo encendido y cae exánime sobre el polvo bajo las pezuñas de los caballos cual guerrero de rostro ensangrentado”.

Así pues, ninguna derrota es definitiva. Nos hemos propuesto luchar contra la historia de 500 años, hemos empezado, esperemos que esto dure 499. El ser humano es capaz de modificar su realidad, basta con desearlo y proponerlo; lo demás es acción permanente.

De por sí el ser humano ha sido migrante, es natural; la limitación geográfica de las nacionalidades y el colonialismo provocan ahora tantas muertes y miserias, a ellos va dirigido este breve Tu’un yukun itu “Palabra del surco”, digamos poema para estar al tono.


Ne’ya-de ityi tyiji

Jika sikee tata in ka itu
jika iyo-de ve’i-de
nakunumi a vijin da y+k+ jika-de
je nakune’ya-de ityi tyiji
jianini-de, ntu jianini-ni
jianni-ni, kua jianni-de
je sikaa-ni na’a-ni sik+ xini-ni,
sikanta-ni yu’u-ni
sava kuni-de a teku-ni
je katyi-dayo Savi, Savi, Savi



Mirando al sur

Lejos papá está piscando otra mazorca
lejos de casa
el frío abraza sus costillas
y vuelve a mirar hacia el sur,
piensa, que no pienso
sueño, su sueño
y levanto la mano encima de la cabeza,
muevo la boca
para que sepa que estoy vivo
y decimos Savi, Savi, Savi