Juan Rodolfo Wilcock

No. 100 / Junio 2017


 










 

Juan Rodolfo Wilcock
(1919-1978)


Traducción de Jeremías Bourbotte



Poeta argentino, Wilcock fue colaborador de la revista Sur, director de Verde Memoria y traductor de Sudamericana y Emecé. Entre 1949 y 1953 editó los libros Poemas y canciones, Ensayos de poesía lírica, Persecución de las musas menores, Paseo sentimental, Los hermosos días y Sexto. Radicado en Italia a partir de 1959, su inclinación por el italiano dio lugar a Il caos (1961), La sinagoga degli iconoclasti (1972), Il tempio etrusco (1973), además de los libros de poesía Luoghi comuni (1961), Poe (1963) e Italianisches Liederbuch (1974), entre otros. Cultivó la amistad de Alberto Moravia y Pier Paolo Pasolini, fue traductor para la editorial Adelphi y Einaudi. Autotradujo parte de sus poemarios del castellano al italiano en Poesie spagnole (1963) y legó una colección de poemas inéditos.



Disfarmi

Stendo verso il mio passato
vani tentacoli di sogno
per carpire oggeti, carte
che forse non esistono più;
eppure, come un rimorso
so che le mie ricchezze
simboliche sono ancora là,
in quella casa oggi chiusa
gabbia di un pazzo e di una vecchia:
i miei ritratti d’allora,
lo stampino col mio nome,
ed io, io dappertutto,
negli specchi e sulle pareti.
Su, debbo andare a smontare
questo tempio di me stesso,
saccheggiare, regalare
ai musei le mie suppellettili
più rare e buttare il resto,
esorcizzare quel luogo
che fu adibito al mio culto,
morire senza lasciare
tracce vergognose od altre,
disfarmi di tutto, andarmene
così come sono venuto.



Deshacerme

Extiendo hacia mi pasado
vanos tentáculos de sueño
para capturar objetos, papeles
que quizás no existen más;
sin embargo, 
como un remordimiento,
sé que mis riquezas
simbólicas todavía están allá,
en aquella casa hoy cerrada,
jaula de un loco y de una vieja:
mis retratos de entonces,
el sellito con mi nombre,
y yo, yo por todas partes,
en los espejos, sobre las paredes.
Vamos, debo ir a desmantelar
ese templo de mí mismo,
saquear, regalar
a los museos mis muebles
más insólitos y tirar lo demás,
exorcizar ese lugar
destinado a mi culto,
morir sin dejar
huellas vergonzosas u otras,
deshacerme de todo, irme
así como he venido.