Paul Vermeersch

No. 100 / Junio 2017


 











Paul Vermeersch
(1973)


Traducción de Helena Moguel Samaniego



Grendel’s mother

A monster is uncontainable in form. My son 
cannot contain himself. He has too many, 
is too much. He can’t be filled because he flings 
himself wide at the slightest brush. 

He is a spill. His fear is monstrous, too. Just try 
to calculate the scale—the nightmares 
nightmares have—how in his mind the count 
from flash to thunderclap is always zero. 

Whose name is that? A monster’s glance is one-way. 
There is no in. So build your halls to keep him out, 
to measure him against the measured walls— 
whittle your little sticks and look away.  

I sing at him. He makes a face. I show him 
my paintings of stallions that gallop. Dream, my son, 
I say, of their hoof beats. “Hoot-beasts!” he cries, 
and spills again, uncontained, the gore of his judgments. 



La madre de Grendel

Ningún monstruo cabe en una forma. Mi hijo
no cabe en sí mismo. Tiene demasiados,
es demasiado. No puede llenarse porque se
rompe de parte a parte al menor roce. 

Es un desborde. Su miedo es también bestial. Intenta 
calcular la magnitud –las pesadillas
sueñan con monstruos— en su mente la cuenta
del relámpago al trueno es siempre cero. 

¿De quién es ese nombre? La mirada de un monstruo es unívoca.
No hay dentro. Mejor construye muros para mantenerlo fuera,
mídelos y mide luego su tamaño contra ellos—
talla tus pequeños palos y no mires. 

Yo le canto. Él hace una cara. Le muestro
mis pinturas de sementales que galopan. Sueña, hijo mío,
con el ruido de sus cascos. “¡Galope!” grita,
y vuelve a desbordar, incontenido, la violencia de sus juicios.



The modern novel 

This is the saddest story I have ever heard. 
It is sad because of the heart’s condition, 
and because the mistress considers suicide. 
The narrator tells us so, but do not trust him. 
He is unreliable. Perhaps this is the most 
unreliable story I have ever heard. The narrator 
can’t be trusted. Ignore him. And when someone 
makes this story into a film, do not believe it! 
The characters in the film are only reproductions 
of the ones from the book. This is the most 
reproduced story I have ever heard. Remember, 
only the people in the book are real, but 
in the film, they are only copies, homunculi 
designed to fool you and make you sad, and 
of course the film is sad because the characters 
forget all their lines. They forget what they wanted 
to say to the narrator, the one who tells us what 
they have forgotten. Do not believe him. 
He is either drunk or lying. Wait. I didn’t 
mean that. I’m sorry. Please forget that I said that. 

And anyway it wasn’t true what I said about 
that being the saddest story I have ever heard. 
Sadder still is the story of the strangled fauna. 
Listen to the muttons or the beefs bleating sadly 
in the outbuilding. Listen to the stranglers 
laughing, telling their own stories, strangling 
all the moo-cows and little lambs. This is how 
the story goes: the narrator can arrange your eyes 
to rest where their eyes are, can arrange your ears 
to rest where their ears are, can sit your body 
down into their bodies so you can feel 
the strangulations. Ladies and gentlemen, 
cover your ears if you don’t want to hear it, 
if you don’t want to hear yourselves in their place:  
in place of the stranglers who’ve seen enough blood, 
or in place of the veal calves, whose eyes, 
at twenty-four weeks, are shiny buttons
ringed with clear liquid drops. Their bleating 
is part of what you are hearing now, but 
the narrator may be lying without even knowing it. 

What this really is, is the story of a secret sadness, 
a sadness in disguise, but the disguise falls off 
in front of everyone, and they see how sad it is, 
and they laugh at it, but it’s nervous laughter, 
because they are sad too, and they tell 
their own stories to drown out the nakedness 
of this once secret sadness, just as they had done 
in the outbuilding where they strangled 
the wee piglets and the chick-chicks. But you, 
reading this, consider that this might never 
have happened, that I am lying to you now to hide 
the truth about the little boy who believed them 
when they said they were going to leave him 
at the side of the road when he was four years old. 
I meant to tell you this before, but I couldn’t. 
You see, when one sadness is placed on top 
of another, it becomes the head, and the first 
sadness becomes the body, of a great desolation 
with seven conjoined limbs. This thing will whisper
anything to you, and you won’t know what to believe. 



La novela moderna

Esta es la historia más triste que haya escuchado.
Es triste por la enfermedad del corazón,
y porque la amante piensa en el suicidio.
El narrador nos lo dice, pero no le crean.
Es infidente. Tal vez ésta sea la 
historia más inverosímil
que he escuchado. No se puede confiar
en el narrador. Ignórenlo. Y cuando alguien
lleve esta historia a la pantalla, ¡no le crean!
Los personajes de la película solo son reproducciones
de los del libro. Esta es la historia más
reproducida que haya escuchado. Recuerden,
sólo la gente del libro es real, pero
en la película no hay más que copias, homúnculos
diseñados para engañarte y ponerte triste, y
claro que la película es triste porque los personajes
olvidan todas sus líneas. Olvidan lo que le querían
decir al narrador, el que nos cuenta lo que
ellos han olvidado. No le crean.
O está ebrio o miente: Esperen. No quise
decir eso. Lo siento. Por favor ignórenlo. 
Y de todas formas no era cierto lo que dije sobre
que fuera la historia más triste que hubiera escuchado.
Más triste aún es la historia de la fauna estrangulada.
Escuchen a las chuletas o a los bisteces berreando tristes
en el establo. Escuchen a los estranguladores
reírse, contar sus propias historias, estrangulando
todas esas vacas lecheras y corderitos. Así es como
va la historia: el narrador toma tus ojos
y los coloca en donde están sus ojos, toma tus orejas
y las coloca en donde están sus orejas, puede sentar tu cuerpo
dentro de sus cuerpos para que sientas
las estrangulaciones. Damas y caballeros,
tapen sus oídos si no quieren escucharlo,
si no quieren escucharse en su lugar:
en el lugar de los estranguladores que han visto ya mucha sangre,
o en el lugar de los becerritos, cuyos ojos
de veinticuatro semanas son botones brillantes
anillados de gotitas líquidas y claras. Sus berreos
son parte de lo que escuchan ahora, pero
el narrador puede estar mintiendo aun sin saberlo.

Lo que esto realmente es, es la historia de una tristeza secreta,
una tristeza disfrazada, pero el disfraz se cae
frente a todo el mundo, y todos ven cuán triste es,
y se ríen de ella, mas la risa es nerviosa,
porque también están tristes, y cuentan
sus propias historias para ahogar la desnudez
de esta, antes secreta historia, justo como han hecho
en el establo donde estrangularon
a los cerditos y pollos. Pero ustedes,
leyendo esto, consideren que pudo nunca
haber pasado, que les miento ahora para ocultar
la verdad sobre el niño pequeño que a los cuatro años
les creyó cuando le dijeron que lo dejarían
a la orilla del camino.

Quise decirles esto antes y no pude.
Ya ven, cuando una tristeza se sitúa sobre
otra, se vuelve la cabeza, y la otra
tristeza el cuerpo de una gran desolación
con siete miembros unidos. Esta cosa susurrará
lo que sea, y ustedes no sabrán lo que creer.



Standing in front of antlers mounted on a wall
so it looks like they’re growing from your head 
 

You must be still. You must be as a photograph. The slightest 
tremor could provoke the antlers’ unexpected flight 
into the wallpaper’s pattern of birches.  

If you do it right, you should feel the coronets 
rooting painlessly into your skull. 

Let only those who look you in the eye see where you are. 
You must will yourself invisible to everyone else, 
or you must will them all blind.  

If you do it right, you will feel your blood rush 
to the velvet tissue regenerating on the polished bones. 

But you must be still, and your human silhouette 
must be broken by the shadows of green leaves 
nourished on a spear of light. 


If you do it right, the birch grove will surround you, 
and the predators will never know that you were there.  



Parado frente a la cornamenta montada en un muro
para que así parezca que sale de tu cabeza

Hay que quedarse quieto. Igual que en una foto. Al menor
temblor la cornamenta escaparía
hacia el tapiz frondoso de abedules. 

Si lo haces bien, deberías sentir las rosetas 
enraizar indoloras en tu cráneo.

Que sólo quienes te miren a los ojos puedan ver dónde estás.
Deberás forzarte a ser invisible para el resto,
o deberás forzarles la ceguera. 

Si lo haces bien, vas a sentir tu sangre fluyendo
al tejido aterciopelado que en los huesos limpios se regenera. 

Pero debes permanecer quieto, y tu silueta humana
debe quebrarse en las sombras de las verdes hojas 
que se nutren con el filo de la luz. 

Si lo haces bien, el bosque de abedules te rodeará,
y los depredadores nunca sabrán que estuviste allí.