No. 100 / Junio 2017
Eduardo Moga
[CREÍAMOS COMPARTIR LOS BESOS…]
Creíamos compartir los besos, la desnudez, pero nadie nos acompaña
ojos oscurecidos, de pie, que insisten en ver,
que incansablemente ven cómo el pan se agota en las calles,
cómo los hombres vuelven a sus mujeres con meditada tristeza,
igual que el agua vuelve a la piedra, para refugiarse en sus sobrios óvalos,
en la amplitud de sus mares labiados.
También yo vuelvo a ti, desde tan cerca que ni siquiera puedo tocarte, porque mis manos
y a la vez desde tan lejos, desde una separación circular que carece de umbrales,
de medida, porque, construida sobre tu respiración, te contiene en los objetos
[familiares.
Mas conforme voy naciendo hacia ti,
siento la piel en tránsito, más ligera, más próxima a sí misma.
Like a bird from a dream, like a windfall
out of time, you are back and you speak
from the far end of things, uninhabited
by lips, pregnant with lips. I drink,
from the river of the telephone, the melted
ice of who I was, before I was, from your throat.
Why can’t you stay locked in the amber
of your silence? Why not continue as the flame
of absent fire, as a clamorous void, dead
gold, the hollow wherein grew my name?
Your return is a thing of wings and dark,
a breathing shade. And I, still sleepless,
burnt from you, I listen to your eyes,
your ashes imploring the touch of my hand.
Tu sexo, que huele a insomnio, es la lámpara en que tropiezan los perros. Tu sexo tiembla como un recién nacido. Tu sexo, agua dilatada, planea sobre tus enemigos. Una sola disciplina, sin recintos, sin mejillas, como si hubiese abierto una válvula. Yo, en tu balsa; tú, comida como un clavel, insólita entre mis fauces delicadas. Así se riegan los vientres; como si se erigiera una casa, como si la imagen devorase al espejo. El epicentro soy yo, o tú, o este cíngulo que rodea mi boca. Y bebo. O deposito almendras. O saboreo la tímida caracola. Tu sexo es una crátera de anís, un azumbre de plata. Con los primeros sorbos se despereza, abre su turbio limo: un húmedo sol lo llama. Después, el rotar es constante, no conoce los espías, desata las luces, regala su limpia mostaza; un oleaje indudable lo levanta como una piña y lo deja temblando, sobre mi ápice, al borde de la nada. Pero luego, cuando el camino cesa, muestra su centro de uva calmada; es el descubrimiento de la ausencia, decantada desde las raíces, transmitida por el barro hasta la mera palabra. Sin embargo, no es desamor esa fatiga que sientes, sino melaza que regresa, sed que a sí misma se niega para entregarse, después, más fría y tamizada. No pretendo sepultar la herida, sino hacerla más azul: darte más aire, en lugar de exiliarte. Por eso mi tierra, que antes buscaba la incisión, el reír de los cuchillos, recoge ahora el ámbar de tu vientre. Por eso me arropo con tus membranas. Por eso aflora mi estómago: para que no se escapen tus centímetros. Tu sexo huele a espíritu. Tu sexo es una casa consagrada.
Les doigts blessent
la peau sans la franchir, et investiguent
dans ses broussailles et dans ses angles,
et diriment ce qui est nôtre et, cependant,
nous nie, ce qui pleut tranquillement
et nous induit
au suavissime ravage
d’un corps
qui est portes, et caresses
qui traversent
les portes, et évanouissement substancié
en corps.
(Les doigts
recherchent dans le bûcher de l’eau, et défaillissent,
et ressurgissent, teintés de mer, comme des saphirs).
Qu’est ce qui précède la peau? Qu’est ce qui fait s’enlacer
[le corps
avec le contraire
du corps? Qu’est ce qui fait de ses numéros
un non-être, de sa bouche assiégeante une fleur
trahie? Dans quel but s’occulte-elle et éclot-elle?
Pourquoi ―lumière pareille à la neige― se défait-elle
en transparences solides,
dans le miroitement desquelles
je trouve des lambeaux de moi,
des rognures de ma complétion?
Te esperaba en el alambre del día, comiendo latidos, sofocando el grito de los huesos. A veces, sin embargo, cuando las poleas levantaban relámpagos y la noche sabía a almacén, callaba. Recordaba entonces las cosas pequeñas: la luna húmeda que encendía nuestros pasos junto al muelle o las palmeras amarillas de Tozeur o aquel lento cometa, sobre los montes caudalosos, a cuyo paso imaginamos la vejez. Te esperaba, deshabitado, acariciando el tiempo.
Ahora que se ha endurecido tu imagen, no sé dónde guardas el pan, dónde los quicios, las rodillas familiares, los ídolos de tu olor; he olvidado cuándo regresarán tus manos. Aquí, mientras tanto, ascensores, transeúntes, horas que escupen lágrimas.
Te esperaba. Hablábamos de cosas sencillas. E ingería la ropa, los pezones, tu mínima tos. Después salíamos a cenar como si nos hubiera amenazado un ángel.
Maybe smoke will remain, wisps of smoke:
from your airy breasts
against my breast,
my mortality
fertilising your mouth.
Or perhaps rubble of being
in the silence of the sheets
I swathe my extinction in
infallibly.
And the ruins of fire will remain,
a fire fossil,
impossibility a stilled wind in our eyes,
the dark flour of kisses,
the imperishable domestic ash,
how was your day
the boss was a nightmare,
[and the traffic
you wouldn’t believe,
and unhooking your blouse
and soul,
and seeing you naked while I’m making supper,
and feeling your nakedness like humus,
and biting into you like biting into an apple,
like biting into thickened time,
and getting drunk on the size of you, on your joy,
and imprisoning you in my eyes,
and pouring myself into you,
and possessing you (meanwhile, you read the paper),
not even touching you,
while the bread toasts
and the low sun burns.
Yes, what we haven’t done
stays, like a grey angel,
running, bathed in light,
towards his great excision.
Y los muslos remontan los muslos. Y se apresura la sal de la lentitud, que recojo con la lengua temblorosa. Y la lengua atraviesa la lengua y el acero. Y el cielo es manos, y aquello en que se posan las manos. Y los dedos son hambre. Tú me has hecho sentir cosas que no había sentido con nadie. Y los muslos, enzarzados, alcanzan la médula del instante, la lápida de lo nunca sido. Y los ojos lamen y saquean y penetran en lo oscuro. Y la blusa cae. Y el aire cae. Y los vientres se levantan y caen y se levantan y se enceguecen de mucosas. Solo con oírte al teléfono me humedezco. Y el silencio alcanza el límite de la saliva, y lo acaricia. Y las formas intercambian sus centros, se desnudan de escamas y escaleras, hasta que ya no sé dónde están mis brazos, el pene aturdido, la península de los sueños, los nombres. Esta tarde no te pongas nada debajo. Y cae la piel, que descubre sus sabrosos barrizales, sus diamantes escondidos, y se vuelve a incorporar, como una ola del yo, como una murmurada cadena. (El yo es quebradizo: depende de una mano que alza el vuelo y el orgasmo, y que se convierte en nuestra mano). Y la piel, al caer, es más piel, más concentración de baba y piel, más pureza agolpada o ebriedad de dientes. Y encuentro dureza en el sudor y en las entrañas, donde bate un viento espeso, palabras que arañan y gotean, hendiduras coléricas, zumo entreabierto. Me gusta esta urgencia; significa que me deseas. Y todo se desmorona en un golpe rojo, en una sucesión de espasmos que burla al tiempo y deshace el conglomerado de los días, en un hueco voraz en el que me arrebujo para saberme cosa, nada, dios, brizna poseída por el mundo, o alimentada por su demolición.
¿Me quieres?
Y todo esto sucede mientras cruzo una calle a la que mi delirio proporciona una dolorosa exactitud.
Se avessi consegnato i tuoi spigoli
al lentissimo rumore del nulla;
se del tuo utero avessi fatto un’arma
per la guarigione delle mie ceneri;
se si fossero addormentate le tue schegge
sulle mie spalle ammalate di parola;
se, come lapidi acarezzate
dalla luna, i tuoi inguini senza sponde
avessero raccolto i suoni
glauchi della mia prigione e del mio seme;
se, infine, tutto questo fosse successo,
forse ora sarei il legno
delle tue pupille scritto
nel tuo nome e tu non saresti morta.
Púa de miel, penetro en el chichi,
embetunado de oro, de mi churri.
Le doy besos: me da su miel el chocho
hospitalario, la urna de la chorra;
es mano de cristal, membrana chachi
que veda desamor, espina o chancro.
Huya; mejor: no comparezca el chancro
feroz; que permanezca intacto el chichi,
salvo por la acometida chachi,
enredada en salivas de mi churri,
en calambres propicios, de mi chorra
menesterosa. Sí: enderece el chocho
su sangre acogedora; sea el chocho
limpio y sacramental; eluda el chancro
agazapado, o la ladilla, en chorra
ajena; dese a mí, sin daño, el chichi
sonriente y encendido de mi churri,
y sea nuestra hoguera una y chachi.
Habrá, húmedo fuego, polvo chachi.
Me instalaré, animal de aire, en el chocho,
y morderé los pechos de mi churri,
y no ganaré paz, ni sol, ni chancro,
sino la oscuridad feliz del chichi,
rebaba del cilindro de mi chorra.
Exhausta, cederá después la chorra,
y gozará de un reposo chachi,
y observará cómo rezuma el chichi,
cómo, arcilla, jadea, y muda en chocho
amable, amante, sin sopor ni chancro,
matraz del entusiasmo de mi churri.
Y aún más tarde, se erguirá mi churri
y buscará endurecer mi chorra
para que, exenta de úlcera y de chancro,
devenga ariete, y mástil, y eje. Chachi
será cuando otra vez perfore el chocho,
y lo envuelva, como un manto, el chichi.
Crecerá el chichi; crecerá mi churri;
proferirá la chorra un grito chachi,
y evitará en el chocho noche y chancro.
O teu sexo sabe a corça, do mesmo modo que a tua tristeza. Antes ouvia-o como um regato indeciso, como un menino que rebola entre os lençóis. Aproximava-se sem ter comungado, ainda na sua colmeia, iniciando-se no olhar, com lembranças improváveis, com hábitos só meus, como un olival interminável. Permanecia no seu aquí, à espera de que eu falasse, certo da sua ternura mas sem mudar a sua máscara, enamorando-se do tempo, alimentando-me de ouriços, vendo-me a enxertar lóbulos. Tudo foi túnel mas túnel com braços. Houve olhos no ar, vibraçôes sem dúvidas, êxodos que culminaram dentro, onde a pele se despe, onde o mar nâo tem ligamentos. A quietude foi suvertida pela forma, o fogo falou, a física obteve o seu anjo. Agora oiço aves que inequivocamente respiram, fornos que se convertem em coropo, pólvora que me estimula; atravesso o umbral mais castigado, sinto que o teu sal me beija, e calco, e adentro-me, e dói-lhe o tempo dos meus dedos, o furor da minha espúria saliva. Caem as estalactites, confundes os estribos, confundes os pássaros que te voam, a chama sonora arranca-te como um líquido, mas nâo é o eco dessa grande cidade o que me chega, é antes uma luz que desce até à úvula, e ali me dá a tua própria sombra emancipada.
No sé de dónde vienes. Abro los ojos, y no sé de dónde vienes,
pero ahí está tu cuerpo, ocupando un lugar cierto,
un lugar geológico
y matemáticamente corporal
en la realidad, que es un camino,
aunque no sepa de dónde vienes
y ese camino no discurra por la tierra
y solo sea la proyección instantánea
de tu estar indudable,
de tu estar mientras pasas, sin piedra ni mundo
ni tiempo
ni tú.
Pero tú estás, ciertamente,
mineralmente,
en la provisionalidad de un cuerpo que fue azul
antes de adquirir este matiz de tierra vertebrada, este coágulo
de uñas que vuelan y, no obstante, me acarician,
esta solidificación abstracta
de carne
y de ti.
Pasas frente a los libros que acumulo con la misma voluptuosidad
con que te he querido, desnuda en la penumbra
desnuda, y observo, apenas abiertos los ojos,
que el camino pasa por tu vientre,
que el camino es tu vientre.
No hay atajos,
sino un sendero que se bifurca
a ambos lados de tu cuello,
y se incurva en las semiesferas de los hombros,
y desciende por las estribaciones de los omoplatos,
y vuelve, por fin, otra vez, al vientre de donde
ha salido como algo transitorio,
como algo sin origen
pero que se hunde en el cuerpo,
en sus silbidos y su hiel,
como se hunden los cuerpos
en el agua.
Nie wiem, skąd przychodzisz. Otwieram oczy i nie wiem,
[skąd przychodzisz,
choć twoje ciało tu jest, zajmuje pewne miejsce,
miejsce geologiczne
i matematycznie cielesne
w rzeczywistości, która jest drogą,
nawet jeśli nie wiem, skąd przychodzisz,
a ta droga nie biegnie po ziemi
lecz jest tylko chwilową projekcją
twojego
niewątpliwego
[bycia,
twojego bycia, kiedy mijasz, bez kamienia ni świata
ni czasu
ni siebie.
Nevím, odkud jsi. Otevřu oči a nevím, odkud jsi,
ale je tu tvoje tělo, zabírá určité místo,
gelogicky a matematicky
tělesný prostor
uvnitř skutečnosti, která je
cestou i kdybych nevěděl,
odkud vede a tahle cesta nevede po zemi
a je to jen okamžitý odraz
tvého nepochybného bytí
tvého bytí zatímco odcházíš, bez kamene, beze světa,
bez času
a tebe samé
Ya no se advierte dolor, sino inteligencia; ofensas
no: consagración tan sólo. Un planeta: la diadema
de tus encías. Un acto: tu abdomen de cereza.
Un orbe: tú, despojada del mal. La tentación, llena
de muecas, sacia su sed en tu médula certera.
En la raíz de tu fuego se arraciman las cigüeñas:
¡que hallen el puñal que buscan! ¡que rompan el agua recta!
El ruido ha renunciado a sus colores. Cosechas
de ásperos nombres se aman entre orquídeas secretas.
La luz grita: oscuramente se introduce en la piedra
y desviste sus relojes; la luz traduce la arena
como si estuviese en celo; y el mar, en tu nuca, alerta,
sin envejecer jamás, sin contradecir las selvas,
embriagándose de músculos, haciéndose boca lenta
que, como la madrugada, ilumina lo que niega.
Y así, cuando me respiras, cicatrizan las tinieblas,
huelen los convalecientes a incógnita y a palmera,
se prolongan las caricias en lo íntimo de la tierra.
Los soldados son manzanas, plata se torna la brea,
tus pezones transparentes atraviesan las tormentas
concebidas por los muertos derramando bibliotecas,
paralizando la sal, varando en la carne ilesa,
siendo tumbas del rocío o gaviotas prisioneras,
revelándose en la innúmera penumbra de tu belleza.
Cesa la leche suicida.Cesa el morir de la abeja.
Cesar el dolor de las islas. En tu infinito poema
cesa la detonación, lo oscuro, el fin. Todo cesa.
Dawn was some time ago, but still the cockerel crows. We
make love with rejuvenated nails, in between warm
silences. My penis is silhouetted against a rectangle of
imperious light, interrupted only by bandages of cloud,
behind which a firmament of stone advances. Her head
turns, inhales, bleeds out waves of auburn. Her body smells
of wood and mortar. The cockerel crows once more: I have
never known such persistence; I’m astonished by his
tenacity, and the tenacity of our bodies, the clarity that
they harbour in their cavities, the way they radiate iron and
saliva, whilst the slick morning melts between my fingers
like a shadow, and bores into the hollows that we surrender
to each other, filling them with its emptiness, or perhaps
absorbing ours.
Te arrodillas, lo capturas,
te hundes, subes, miras, bajas,
no cedes, no te relajas,
lo acometes, te saturas,
lames alto y bajo, apuras
el tallo y mascas la flor,
chupas, muerdes sin dolor,
y logras que estalle, y tragas,
y es gloria que todo lo hagas
con ese aire de candor.
[Los traductores de los fragmentos en otras lenguas de este poema son: Terence Dooley (inglés, 1º y 3º), Marie Céline Courilleault (francés, 2º), Hermínio Chaves Fernandes (portugués, 5º), Tereza Melicharová, Terezie Šilhavá y Tereza Kalkusová (checo, 7º) y Jenny Buckland (inglés 8º). Los traductores de los fragmentos 4º, en italiano, y 6º, en polaco, me son desconocidos].