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No. 100 / Junio 2017


Ana Franco Ortuño


Daimon

I

En el rumor de los libros la casa duerme

Hay un tono insalvable en la herida

El daimon madruga
Inicia sus horadaciones (trabaja con un palo de madera, un serruchito)

Algunas herramientas de su quehacer vienen de mi sueño;
fermenta el calendario,
letras pequeñas en Gastos médicos
y Hacienda

Me levanto finalmente media hora más tarde:
Pongo el café y la música
leo
escribo

Ese animal no descansa
De noche activa la inmensidad:
su perfección es mía.


III

Pasa el tiempo del descenso
Nada impone un camino blanco de luciérnagas
Disminuyó la luz y su aparente cromatina

No existe en lo callado un ápice de encuentro que no sea recordar, y la memoria miente

Como miente la noche:
Falsa su decoloración
Falsa su ecuanimidad

Son el espíritu y su eterna hipoteca
Un reproche a la falla de tus mecanismos
―No es mío el insomnio, es otro quien no duerme.

La timidez del alba me ofrece a su ventrículo la diástole inconclusa de esa noche
(brevísima sin sueño)

No es mía la sutileza del odio o la mentira
Yo conservo muy poco
Menos con cada amanecer.