No. 100 / Junio 2017


ESPEJUELOS


 

 




Hugo Plascencia Madrid

 


En tiempos tan oscuros, apocalípticos y contaminados como estos, no hay mejor bocanada de aire transparente y puro que la poesía, y para eso el Periódico se pinta solo, ¡qué mejor manera que celebrar en casa y con la misma poesía el umbral de estos cien números! En la casa que a su vez ha sido refugio y guarida de poetas de todo el mundo. Mucha vida a Pedro Serrano y por lo menos otros cien números al Periódico de Poesía.

                              


Oraciones

Oración a Mayáhuel

En las dunas de la carretera nacen pirámides de aura azul, son las cabezas de los dioses de la luna y la embriaguez, sus penachos: coronas con millones de filamentos dislocan el cielo, jimando su corazón.

Te damos gracias nuestra señora de Mayáhuel
por dejarnos ver la copa dulce de tus pechos afrutados a contraluz
como quien vislumbra un campo santo azul,
por parir en la respiración de tus hijos
el calostro de la fermentación en cincuenta aromas de luna
al oír en el reposo bíblico del tequila
confesar a necios y extraños en un relincho de caballito,
por probar en la rodaja de tus labios
el panal de tus besos de aguamiel
y canonizar la temperatura ambiente de tu cuerpo
como principio del equilibrio cósmico primigenio
al dejarte respirar por cinco minutos cinco
antes de brindar con tu piel
en la sal de nuestro gentil y amargo paladar.

 

Oración a la Malinche
Malintzin
que tu cuerpo de arena no sea danza filantrópica
donde se trace un mar de palabras,
no te entregues a la flama titilante del verdugo pastizal
ni mitigues tu sed carrizo de dos aguas,
niña verde de palma seca
no dejes que tu acorazada piel oculte bitácoras oscuras,
que de tus mejillas emerja el abismo
de esquirlas y gotas que propagan la tortura
de tu cuerpo en perpetua ebullición de nenúfares blancos,
que el deseo no sea puerta poblada de vacío
a la que todos apedreen con la mirada,
sé diestra en lo que te está asignado.
Convierte el temor en la lágrima abrazada,
lágrima que apuntala camas amargas en extramuros de soledad
donde se ciñen veinte silencios de Katun.
No te entregues como civilización sepultada por siglos
al tapiar tu corazón con un cerrojo en el contorno del alma.
La soledad es aroma que transpira los días.
Pronto “llegará el día en que mis palabras serán espejos tatuados en oraciones, y el aguijón caerá sobre tus ojos, devorará el rostro de tu sol y el fuego será tu ánimo”
y cuando sea el tiempo de despojarse de hormigas carniceras
y sientas la “alegría penosa que punza,
hechura humana será tu collar de piedras finas”
y nadie será ombligo en tu tierra.

Malinche que tu corazón no sea un cráneo vencido,
ensartado en las varas de sus manos,
pero tampoco un puñal bajo la almohada.

 

Oración a la Llorona

Cuál es tu rostro llorona que canta una plegaria desde la oscuridad de su celo
como un moribundo que acaricia el vientre de su tumba,
cuál es tu rostro ánima que mece en su reboso al hombre, su último sueño.
Hembra transparente de fermentada fruta
a la que todos algún día tendremos que tocar,
éxodo de la carne ante la uña, el último cobijo en ti el hombre,
fría sombra azabache de penachos oxidados por las noches
en tus ojos exiliados de obsidiana
la muerte se alimenta de gusanos de carroña,
carroña embriagante de propios miedos 
que evaporan en alcohólicos parpados el cielo,
cuál es tu rostro catrina que canta y perfuma de cempasúchil
el camposanto los primeros días de noviembre,
cuál es tu rostro pelona que corona de lagrimas 
su amor a nuestros vaciados cuerpos
si no hay más que infinito en el espejo.