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No. 102 / Septiembre 2017



Héctor Rodríguez de la O
(Sabinas Hidalgo, 1980. Actualmente reside en Bolonia)


Daniel Sada

Daniel Sada tiene que ser un tigre
o, mejor dicho la postración del tigre,
el descarriarse de un tigre,
y la tigricidad, contra todo, de ese tigre.

Daniel Sada tiene que ser un desaparecer
entre tinieblas, o, más bien, la multiplicación
que entre las tinieblas tienen
las mismas tinieblas que,
de tanto coraje contra todo el mundo,
se abisman resumiéndolo todo:
Daniel Sada es de esa crianza.

Daniel Sada se bate todos los días
contra la ruina,
contra el barullo,
rebosa el lujo y desbroza
la realidad.
Se bate contra el Interrogador
apocopando lo compendiado,
compendiando la eternidad.
Se bate y se bate.
Y cómo no decir palabras
contra la carnosidad del mundo
que lo embiste.
Y cómo no decirlas todas.

Daniel Sada tiene que ser un tigre
o mejor dicho el triunfo del tigre:
el asumirse todito del tigre en el tigre:
esa tigricidad, contra todo, de él.



Las clases pasivas

Quiero decir que todo está muerto,
que no queda más que aferrarse al sufrimiento
de temer morir.
Pero no es eso.
Quiero decir que estoy deslumbrado por la normalidad
del embrollo que abarca a todo,
pero no es eso.
Quiero decir que nos dejaron siempre solos,
que ellos tuvieron la culpa, que nos traicionaron
y nos vendieron escupiéndonos en los pies
cuando no podíamos defendernos,
pero no es eso.
Quiero decir que siempre me hizo falta sólo práctica,
que pude haber sido un gran boxeador,
un gran beisbolista,
pero no es eso.
Quiero decir que nunca nadie nos quiso de verdad,
y que cada minuto de nuestra vida
eso nos jodió el ir a todas partes
el suspirar por cualquier cosa:
¡todo era tan irremediable!
pero no es eso.
Quiero decir que no sé dónde está la vida,
pero lo sé muy bien: sé su ejercer, su darse tumbos contra todos,
su nudo y desenlace,
pero no es eso.
Quiero decir que al fin de cuentas,
pero me paro circunspecto ante una ventana empañada
por la que veo desesperadamente lo más hermoso que he visto jamás,
pero no es eso.
Quiero decir que escribo, que esta negociación con la realidad,
que esta transacción, es algo más que un vil desembolso,
algo de lo que nadie saca provecho,
y que me deja con los ojos secos y las manos vacías,
igualito que cualquier otra cosa en este mundo:
pero tampoco es eso
y regateo, y sigo queriendo decir contra todo esto:
esto significa algo,
pero no es eso,
no es eso,
eso.