No. 102 / Septiembre 2017


 

Maricela Guerrero

 
Un poema puede caer redondo en una trampa para ratones o en un hoyo negro que lo catapulte a otra dimensión; obvio, también puede escalar una resbaladilla —en lugar de deslizarse y romperse la nariz. Al poema se le puede romper todo y se le puede regenerar todo, pa’ que todos bailen, pa’ que todos gocen.

La dimensión del poema depende de la relación del poema con el mundo en el que emerge y su soporte. Un poema puede ser resguardo en una guardería del Estado para poemas de la clase trabajadora o crecer opulentamente en salones y revistas de socialité.

Si bailas de aquí pa’lla, enseguida tú verás que los soportes de los poemas varían desde una sopa de letras, cajas de cerillos, peceras, plantas, playeras, gifts, memes hasta fluidos, autos chocados en deshuesaderos y cables eléctricos pelados. En medio puede haber soportes más conocidos que otros como papeles, fanzines, audios de mano en mano, libros.

A un conjunto de poemas o a un poema que excede la dimensión de un pliego para impresión lo llamamos libro de poemas. Los libros de poemas pueden hallar más o menos lectores que los poemas solos, aunque los buscadores de libros de poemas suelen exigir a esos materiales impresos algunas cosas que no le piden al poema solo y es que estén bien presentados, que se hayan peinado para la foto y que casi no tengan mocos; que muestren el santo y seña; y dejen entrever desde dónde están escritos, que señalen claramente las coordenadas con las cuales asumir esa escritura: es decir que expresen con claridad de qué lado están o podrían estar, que traten temas necesarios de imaginar o reimaginar o poner en la picota del pensamiento crítico. Porque cuando se trata de libros de poemas estamos hablando casi siempre —habrá excepciones— de escrituras generosas, de formas que disienten ante los discursos apabullantes. Cuando vayas a bailar no te olvides de marcar lo que siempre te enseñé.

Un discurso apabullante puede ser realizar los honores a la bandera, las poesías a la madre, la mujer, la naturaleza y la familia donde todos los elementos quedan precisamente del lado al que la autoridad le es conveniente. El problema no son los temas sino la forma en la que los sirve en la mesa. Pasito tun tun, pasito tun tun.

Un discurso apabullante puede ser feliz hasta que se demuestre lo contrario, para eso recurrimos a ciertos libros de poemas. Un discurso apabullante puede repetirse cientos o miles o millones de veces en programas de televisión culturales, programas de radio masivos universitarios y en parabuses de todas las ciudades, y querer hacerse pasar por disidente; aunque más bien puede estar reafirmando ideas, imágenes y materias convenientes a mantener una autoridad sana en pleno uso de sus facultades.

Pa´que todos bailen, pa’ que todos gocen, algo que es muy nuevo y nadie conoce. Los libros de poemas que pueden interesar a un grupo de rescatistas de escrituras disentivas son aves raras, aparecen donde menos puede imaginarse; aunque siempre es bueno recurrir a la figura del editor de poemas y de libros de poemas, para saber por dónde comenzar la búsqueda.

Las personas que editan poemas o libros de poemas son personas muy materiales, visten y calzan, se alimentan, cobran —cuando es posible y casi siempre lo es— un salario por hacer esa labor, así se puede legitimar que sean profesionales de su oficio y que busquen y aprecien los materiales que pongan a consideración de los rescatistas de escrituras disentivas. A veces una persona que edita libros de poemas hace muchas otras tareas relacionadas con la escritura y la vida cultural de una civilización, como editar otras materias más comercializables, o traducir; sin embargo, enloquecen por encontrar lo que intuyen como nuevas voces, nuevas escrituras, algunas de esas personas incluso generan contactos entre personas que se dedican a escribir poemas sueltos o libros de poemas para que sea posible que pasen cosas no predecibles en los libros de poemas, como que de sus páginas broten suculentas, cactus, floripondios o se derramen altas cantidades de hidrocarburos, o solo sobrevenga un silencio que permita colocar cada una de las palabras que hemos dicho desde el momento en que reconocimos la forma en que nos nombraron en la primerísima infancia hasta justo este segundo.

Conozco a algunas personas que editan poemas sueltos o libros de poemas. Las aprecio mucho. Algunas son más cercanas que otras, eche un ojito a este artículo de la revista Sada y el Bombón. De las personas que han constituido editoriales no diré más que ese trabajo suyo es invaluable y generoso. De algunas editoriales en las que los buscadores de libros de poemas pueden solazarse haré algunos apuntes, breves, en plan investigativo siempre en expansión, pese a todas las cosas terribles que acontecen.

Primeramente, señalaré que han surgido dos espacios de edición en medios digitales, como Broken English o el CCD, que apuestan por poemas y libros de poemas concebidos desde la entraña digital y sus peculiaridades. Existen otras que siguen editando cosas como libros: Ámbar cooperativa editorial; Editorial Montea, que en su cuenta de Twitter expone que el porcentaje de mujeres que les envían manuscritos no es mayor del 20% de todos los que reciben. Piedra Cuervo, que hace un particular énfasis en editar mujeres. Además editoriales sumamente artesanales con mayores o menores recursos que presentan libros de poesía atesorables, como Niño Down Editorial, que además participó en la organización de eventos poéticos poco ortodoxos, o Ediciones Antílope.

O las editoriales extranjeras que recibimos con mucho gusto: Bella Varsovia, Catafixia Editorial, Frac de medusas, Sacate el saquito ediciones y la querida extinta Black & Vermelho.

Por lo que:
Si bailas de aquí 
Pa' lla si bailas de allá 
Pa' ca enseguida tu verás...