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La casa de la pereza
Juan Joaquín Péreztejada
Universidad Veracruzana,
Xalapa, 1996.

 
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No. 104 / Noviembre 2017


 

El jarocho de la jarana azul
(Perversión del poema de Wallace Stevens)

El jarocho se inclinó sobre su jarana
Un pobre pescador El oleaje era verde

Le gritaron “Posees una jarana azul
no rascas sus cuerdas como un son”

El jarocho respondió “Costas y son
suenan diferentes en la jarana azul”

Le gritaron entonces “Jaranea
órale
un son para reír y bailar muy ribereño

unas pisadas en la jarana azul
sobre las costas del son”

Bacalao

Después del norte
bananas está toda la playa
echando espuma por la costa
Álgidos silencios de mar
no le den de beber más sol a la palmera
Estamos cayéndonos de trópico
A quien pasa la marea boba le grita
¡bacalao! ¡bacalao!
mientras las olas duermen
Mis amigos y yo
estamos reventándonos en el bulevar
al acecho de una sirena de cola ancha
aunque sea trasvestí
para gritarle ¡bacalao! ¡bacalao!

 

La extranjera

Huele a desierto y errancia
a nada
Viene del norte como antes los bárbaros
Vano es impregnarle el olor del puerto y la playa
Cuando camine por otras calles nadie sabrá acerca
del mercado de pescadería
del perfume de la sal
de este flamboyán en luz
Huele a distancia
la más corta al olvido
Al sol no le agrada
Arrimada al horizonte buena sombra le cobija

 

Final

En la memoria del delta
las astas luminosas del sepelio
el frágil romance del acero en la boca de los jarros
el estertor solitario de los nomeolvides
zampados como lajas de auroras
Toda una alharaca se enturbia en este baño de azaleas
por la luz de los cocuyos detenidos en la suave
tautología de sus emblemas fosforescentes
invitación a elevar la elegancia de los finales
(la consecuencia se viste de gala para asistir
a los cortejos fúnebres)
La oración esparce su aroma para cazar madréporas
y su silueta gira envuelta de azules extraviados
Nadie sabe dónde beber el más índigo corintio
al menos áspero de los murmullos
el candente piélago desafortunado
cuando zurcir islas era el más entrañable de los deseos
Las palabras dan vuelta en espiral
la roca se dobla un sinnúmero de veces
hasta volverse líquido pétreo
Yo quiero nombrarte rosa y digo luz y no digo nada
En este cáliz

mi cuerpo y mi sangre
 

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