No. 103 / Octubre 2017


Reinventar la infancia
Sobre la poesía de Sholeh Wolpé



Moshen Emadi



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Pocos días después de la revolución en Irán, comenzaron los primeros movimientos contra los ayatollahs. El primer grito fue el de las mujeres. En un ambiente de ambigüedades, dudas y retóricas políticas del momento, las mujeres sabían que el destino estaba por llegar. Los olores, los colores y las voces revelaban más la identidad de un régimen político que las palabras. La historia de la resistencia de las mujeres iraníes contra los regímenes totalitarios, de monarcas o islamistas, sigue siendo vigente hasta casi dos siglos después. Las poetas siempre estuvieron en la primera línea de esta lucha. En el amanecer de los movimientos libertarios de Irán, que luchaban contra el dogma religioso y la monarquía, aparece la figura de una poeta que también tiene aspectos mitológicos. Un mito que se forma en el siglo XIX y es creído. Táhirih (1814 o 1817-1852) fue parte de los fundadores de una nueva religión en Irán, que construyó una mezcla mística del islam con el cristianismo, zoroastrismo y budismo. Desde el inicio, esta religión fue perseguida por los islamistas. Táhirih, además de ser considerada como una teóloga, es poeta y es la primera mujer en Irán que se quitó su velo en público. La mujer que había perdido su subjetividad, de repente la obtiene por la luz de su cuerpo. En Irán, sin duda, la subjetividad del pensamiento pertenece a la poesía. La imagen de Táhirih se parece mucho a la de Sor Juana. Sholeh Wolpé dedica adrede parte de su trabajo de traducción a esta figura. Wolpé trata de trasladar la historia de la conciencia femenina en la lengua persa hacia otra lengua que ya es su casa de existencia: el inglés. Wolpé, aun nacida en Irán, escribe su poesía en inglés.


2

A pesar de que muchos escritores emigran de un lenguaje al otro, Wolpé no realiza una emigración, en cambio ella domina el inglés con propiedad. Es decir, no permite que el lenguaje del imperio devore su subjetividad, es ella la que obliga al imperio a pensar en ella. En el siglo XX fueron muchos los escritores que eligieron una lengua distinta del idioma de su infancia como el lenguaje de su poesía. Por ejemplo, Jean Portante, el poeta de Luxemburgo, nacido en Italia, escribe en francés. Portante inventó una metáfora muy interesante que se puede utilizar acá. Dice: La ballena es el único animal del mar que tiene pulmones. La ballena fue una criatura de la tierra pero con el tiempo debería moverse al mar para sobrevivir. Poco a poco perdió todos sus miembros y se convirtió en un pez, con una excepción, todavía tiene un solo órgano de su época terrestre: los pulmones. Portante habla de su poesía utilizando esta metáfora. Cree él que el ritmo y la respiración en su poesía vienen del italiano pero otros miembros de ella son franceses. Se puede utilizar la misma metáfora hablando de la poesía de Sholeh Wolpé. La poesía nace originalmente como la música y, según Antonio Gamoneda, la poesía es el pensamiento rítmico.

Por eso el pensamiento revoluciona cuando obtiene otro ritmo, en este caso el ritmo de otra lengua.


3

La traducción es una parte inseparable del oficio poético de Sholeh Wolpé. En inglés, Wolpé excava tres dimensiones de su vida por la traducción y profundiza en ellas: el exilio, la feminidad y el misticismo. El misticismo, que en sí es una experiencia poética, juega un papel importante en la historia del pensamiento, afrontando el monopolio de lo divino. Ilan Berk escribió: solo los poetas tienen una infancia más larga. Es decir, Wolpé, cuando traduce un poema, traduce su infancia en lengua persa a su infancia poética en lengua inglesa. Hace la traducción de una infancia a otra, de un asombro a otro. Sin embargo, entre estos dos entornos de la subjetividad, vive en el abismo. El abismo entre "yo" y "yo" es el mismo abismo donde reside el motor de la subjetividad poética.


4

María Zambrano pensaba que la poesía es un movimiento contra la esperanza de la razón. Sabemos después por Schopenhauer que la razón es un fenómeno masculino y funciona con las tácticas de las guerras. Nietzsche imaginaba que antes de Sócrates existían tres tipos de mujeres: mujer como mujer, mujer como verdad y mujer como mentira. Y según Nietzsche después de Sócrates la mujer como mujer desapareció. Mujer como verdad o mentira es una mujer encarcelada en la dualidad platónica. La poesía, en cambio, lucha contra todos los fundamentos de esta dualidad: la categorización, reducción y extensión, las analogías, etcétera. En la poesía regresamos al nacimiento de las palabras, donde el cuerpo todavía no tiene nombre y no es un objeto político-social. La poesía de Sholeh Wolpé no trata de encontrar el exilio, la feminidad y la rebeldía vía los conceptos. Los ve en el espacio sin nombre del cuerpo: en los olores, los colores y las voces. Y por eso, aun muy particular, es universal. Como señala Ryokan: "Lo particular y lo universal son las dos caras de una misma moneda".


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Sholeh Wolpé nació en Irán y pasó su adolescencia en el Caribe y el Reino Unido. Ha recibido los siguientes premios: el PEN/Heim en 2014, el Midwest Book Award en 2013 y el Lois Roth Persian Translation Prize en 2010. Wolpé ha publicado once obras: cuatro poemarios, una obra de teatro, tres traducciones y tres antologías. Sus poemas se han traducido a once idiomas.



Cinco poemas

Traducción de Mariano Zaro y Amaia Gabantxo



Palafito

Acabo de llegar, el aire es húmedo.
La brisa me levanta la falda,
echa un vistazo.

Vienen los vecinos, me traen
plátano asado, pan de garbanzos,
cabra al curry, tan picante que me lloran los ojos.

Me acarician los rizos del pelo,
las largas pestañas oscuras.
Se ríen.

En la calle, los niños sisean
a mi paso, sisean con los labios,
la lengua, el aliento. Chicos jóvenes

emergen, delgados y morenos,
de los campos de caña de azúcar,
machete en mano.
Para ti, dicen, y me ofrecen

los tallos limpios, recién cortados,
rezumantes de azúcar.

Junto al techo, los tréboles de cuatro hojas
que forman la celosía de mi cuarto
son ojos abiertos a las estrellas.

Las luciérnagas vienen con la brisa,
convierten mi mosquitera en un
cielo sureño de reflejos verdes. Les hablo

de las calles de Teherán, polvorientas,
de los muros altos, de los jardines donde cada árbol
roba la inocencia de los ojos, donde cada rosa

ofrece sus espinas para coser bocas,
donde cuervos ennegrecen el cielo y se chivan de
las idas y venidas de la luna.

Dibujo en el aire la campana de cristal
donde he vivido, donde casi muero,
les muestro el cielo de mi paladar

donde un secreto crece como musgo, el
pliegue de mi ombligo donde el cordón
que me une a mi país permanece intacto.




Los Ángeles, 2007

Sentada en un Satrbucks, en la esquina
de la calle 11 con Grand, como todos los días,
con mi triple espresso macchiatto, leo el LA Times;
un camión cubierto de espejos se para
en el semáforo y veo mi reflejo en un mundo
que parece en calma, el sol baña mis hombros
desnudos, la brisa baila en los rizos oscuros,
mi falda india, larga, estampada, me cubre delicadamente
los talones. Distraída y coqueta, como si
leyera una novela rosa donde el apuesto héroe,
musculoso y medio desnudo, cabalgara sobre
verdes colinas salpicadas de margaritas hacia la cabaña
donde su amada espera con suspiros hondos que amenazan
con reventar el amplio escote de su vestido azafrán.

Pero lo cierto es que estoy leyendo algo sobre un posible ataque de Estados Unidos a un país
al que todavía considero mi hogar, lloro por dentro, no por los rufianes que cultivan
sus barbas en lugar de la compasión, el respeto, sino por mis amigos, mis antiguos
vecinos, gente que crea, cocina, limpia, se gana la vida, gente
que ríe, ama y se divierte, igual que nosotros, sí, tú y yo.

Por dentro me desespero, lloro.

Anoche, un amigo mío, pacífico, se puso a conducir como un loco,
a punto de matarnos, porque un gigante con tatuajes
lo insultó, iba muy deprisa en su cuatro por cuatro de color negro,
el marido de una amiga, un tipo que solía ir a marchas por la paz,
le puso una almohada sobre la cara, rojos los ojos
de alcohol y furia, un mecenas de las artes me sorprende cuando
me dice: Te considero uno de los nuestros, es decir, blanca, y entonces
me pregunto si queda esperanza para cualquiera de nosotros.

El semáforo está en verde y el camión cubierto de espejos se va, se lleva consigo
a esa mujer serena, dulce, de ensueño, con su falda larga que flota en el viento.




La escritora

El día es cálido, luminoso, me invita a salir
pero me quedo en casa, perezosamente
subo la escalera de mi torre oscura
donde me siento y espero a que el mundo
se arregle por sí solo,
a que el tiempo colapse
bajo estos dedos que golpean el teclado.

El periódico del mes pasado, rendido
bajo una taza de café—
violaciones, asesinatos, guerras, política—
es solo tinta que se desvanece.

Los narcisos amarillos tan vivos y alegres
en el jardín la semana pasada
se marchitan en un estrecho jarrón azul.

A pesar de la fuerza, de la
ternura con la que reinvento el mundo.




Yo no elegí a mis padres

No es que estires
el delicado cuello de tu espíritu
desde el país que habitan las almas de los bebés
y señales a una pareja que se te antoja
y que en ese momento copula.

No es así como funciona.

Tú estás con los ojos vendados
y te lanzan a la vida
a través del túnel de los cielos y ahí donde caes,
donde sea, al tun tun, esa es tu casa.

La pareja judía puede estar haciéndolo
a la vez que sus vecinos musulmanes.

Adónde vas a acabar
no lo sabe ni el querubín
que te empujó desde lo alto.

Crecemos, nos olvidamos
de nuestro origen aleatorio
y nos acostumbramos al pan,
a la religión con que nos alimentan.

Escucha,

¿De quién es la salvación
si todos piensan que es suya?




Código secreto

Así es como una mujer se despliega pecado a pecado,
limpia los recuerdos
que se condesan como vaho
en el cristal de su corazón
como si lo que hay detrás
pudiera descifrar la vida.

Cuando piensa en su casa, piensa con los colores de la noche.

Mañana es solo un nombre
que significa: otro día, otra
historia colgada de un hilo fino como una pestaña.

Pesados fantasmas flotan sobre la cama donde ella veneró a un lobo plateado.

Para verte mejor, querida,
para sentir tu piel mejor,
tan suave como polvo
de oro.

Sin embargo,
cuando piensa en su marido
lo hace a veces con ternura.