No. 103 /  Octubre 2017


 

El Jardín Marino


Sophie Taubner-Arp / Jean (Hans) Arp

Enrique Juncosa

 


La suiza Sophie Taeuber-Arp (1889-1943) es una de las figuras más atractivas de las vanguardias europeas, y destaca tanto por su voluntad de innovación como por su gran versatilidad. Taeuber-Arp fue pintora; escultora; diseñadora de ropa, muebles e interiores; editora; coreógrafa, bailarina y escenógrafa; fue una de las figuras centrales del Dadaísmo en el Zúrich de los años veinte y del Constructivismo en el París de los treinta. Su obra, sin embargo, ha sido más bien ignorada por los conservadores de los museos, recordándosela a veces, muy injustamente, más como la mujer de Jean Arp que como a una artista importante por sí misma. Taeuber y Arp se conocieron en Zúrich en 1915, colaboraron enseguida en distintos proyectos, y se casaron en 1922. Su matrimonio continuó hasta la muerte de Sophie en un accidente. En España, tuvimos la suerte de ver una retrospectiva de su obra en 2010, comisariada por Estrella de Diego para el Museo Picasso de Málaga, que demostró fácilmente la originalidad e interés de su obra. El MoMA de Nueva York le había dedicado ya una muestra antológica en 1981, la cual viajó a varios museos de Norteamérica.

Taeuber bailó y presentó espectáculos de danza, y también de marionetas, en el legendario Cabaret Voltaire, epicentro del movimiento Dadá en Suiza. Tanto ella como su marido firmaron el manifiesto fundacional del grupo. En esta época, desde 1915 hasta finales de los veinte, también diseñó tapices que se cuentan entre las primeras obras abstractas. En 1926, Sophie y su marido se mudaron a Estrasburgo, la ciudad natal de Jean, adoptando ambos la ciudadanía francesa, y yendo y viniendo de París. En los treinta, Sophie se unió al grupo Cercle et Carré, como también lo hizo con el grupo abstracto que le sucedió llamado Abstraction-Creátion, y trató con artistas como Torres García, Duchamp, los Delaunay y Miró. La obra de Taeuber-Arp surge de una voluntad de integrar el arte con la vida cotidiana, transformándola supuestamente en algo mejor. Algunas de sus obras, sobre todo sus esculturas y sus marionetas, se caracterizan también por su fino sentido del humor. Sus pinturas y relieves, por otra parte, desprenden una sensación de gran armonía, y sus colores son más claros y luminosos que turbios y atmosféricos.

Jean Arp (1887-1966), su marido, es conocido sobre todo por sus pinturas y esculturas bio-mórficas. Su obra se caracteriza por la geometría, el azar y el sentido del humor. Creó, por ejemplo, unas esculturas hechas a partir de distintas piezas que podían ser reconfiguradas por sus espectadores, y también collages hechos de pegar trozos de papel allí donde caían en la superficie utilizada para hacer la obra, después de tirarlos al aire. También creyó que el arte no debía de imitar a la naturaleza, aunque surgiera de ella como una fruta, utilizando aquí una de sus expresiones más citadas. De la naturaleza le interesan el concepto de brote y el de metamorfosis, y propuso siempre en su obra formas nuevas y ambiguas, a veces repetidas con numerosas variaciones, y que eran también fácilmente metafóricas. A Arp le interesó mucho la obra plástica de Kandinsky, lo mismo que sus escritos sobre la raíz espiritual del arte. Su obra tiene algo de mágico y esotérico en su insistencia en pensar secretos órdenes geométricos. Además, Arp fue también un poeta muy notable; publicó sus primeros poemas en París, siendo estudiante, antes de cumplir los veinte años. Arp, cuyo padre era alemán y su madre francesa, utilizaba Jean como su nombre al hablar en francés y Hans al hacerlo en alemán. Como su mujer, estudió en Francia y en Alemania, y fue a Zúrich en 1915, cuando ya era un artista que se empezaba a conocer, porque Suiza era un país neutral durante la Primera Guerra Mundial. Arp se relacionó con los dadaístas en Zúrich y posteriormente en Alemania, y co-fundó con Max Ernst y otros el grupo Dadá de Colonia. También estuvo relacionado con el movimiento surrealista en París, aunque rompió con ellos al unirse al grupo Abstraction-Creátion, que ya hemos citado al hablar de Sophie. A partir de entonces, Arp realizó grandes esculturas de piedra y de bronce, además de continuar con los bajo-relieves o collages que había hecho hasta entonces. Se volvió a casar, en 1959, con la coleccionista Marguerite Hagenbach. Un año antes, el MoMA de Nueva York le había dedicado una retrospectiva.

Arp escribió poemas en francés y en alemán. El azar y el automatismo, además de un sentido del humor juguetón son frecuentes en su poesía, que a veces tiene algo de collage o de yuxtaposición de elementos que persiguen la expresividad de los contrastes. Sus imágenes son poderosas y provenientes, en muchas ocasiones, de la naturaleza, con raíces, rocas, nubes y árboles que conforman paisajes oníricos, visionarios e ininterrumpidos. Por supuesto, Arp le escribió poemas a Sophie, como el poema “Sophie soñaba Sophie pintaba Sophie danzaba”, que empieza “Soñabas con estrellas aladas, / con flores que miman a flores / en los labios del infinito, / con fuentes de luz que se abren, / con eclosiones simétricas, / con sedas que respiran, / con ciencias serenas / lejos de las casas de los mil dardos, / de las prosternaciones de desiertos ingenuos, / entre mil milagros desordenados.” Tal vez este desorden milagroso esté en el origen de sus formas tridimensionales, cuyos volúmenes no son representacionales y crecen, ocupan el espacio, como las formas de la naturaleza, las flores, las plantas y los árboles, o los ríos y los glaciares. Todo es metáfora, en último término, y de una forma intuitiva, poseída y celebratoria de las vastedades insondables del mundo interior. Los dos, Sophie y Jean, fueron optimistas a pesar de los grandes conflictos bélicos que asolaron Europa. Su obra es luminosa y utópica.