No. 104 / Noviembre 2017


Lenguas originarias


El botón de nácar: la necesaria memoria en el cine-poesía  



Kalu Tatyisavi

 

“Los que tienen memoria son capaces de vivir en el frágil tiempo presente, los que no la tienen no viven en ninguna parte” señala el director chileno Patricio Guzmán en su documental cinematográfico Nostalgia de la luz. Así ha trabajado él la memoria, así debería ser; su incansable y necesaria labor es la muestra de la posibilidad del presente: retrotraemos el pasado para fincar el futuro. Pero no es sobre esta excelente obra de la cual quiero hablar, sino de otro también excelente documental: El botón de nácar, Chile, 2015. El guion y la narración también son de Patricio.

Vaya trabajo; constancia, fuerza y espiral. Hipnótica gota sobre gota, la fuerza de cada fotografía en movimiento. Qué atrevimiento el mío intentar acercarme cuando se sabe que todo es trabajo. Cuando finalmente el cansancio nos vence, dejamos la obra inconclusa y abandonamos nuestra pequeña obra, estos autores nos recuerdan que hay que continuar. Entonces se me viene a la mente las palabras del gran poeta palestino Mahmud Darwish cuando le preguntaron por qué escribía: “¿Puede tener un escritor el coraje, después de un largo camino, tras la experiencia del fracaso, de plantearse la elección siguiente: la escritura o el suicidio?”

Así, el trabajo de la memoria es fundamental para cualquier cultura colonizada, por eso debe encontrar la huella en el indicio más pequeño: sobre alguna piedra, en el cuerpo, en un texto, en una fotografía, en una voz antigua, en la mirada de una montaña, en un manifiesto, en un códice, en la vestimenta, en el movimiento del surco, en cualquier tipo de escritura: jeroglífico, pictográfico, ideográfica o alfabética. Quien desee buscar(se) siempre encontrará una ruta, una muestra; no hay mentira ni cansancio porque persiste en la memoria: porque existe la lengua, existen los hablantes.

Desde mi lengua del Ñuu Savi, etimológicamente la memoria se puede traducir como ñu’un ini “que está adentro”. Esto lo diferencia de recuerdo, que es: naku’un ini “vuelve a estar adentro”. Así, lo primero es permanencia, lo segundo es temporal. Guardan una relación de tiempo y constancia.

Para los poetas la memoria es fundamental y necesaria, veamos lo que opinan algunos: Leopoldo María Panero: “¡Oh! Esta luz sin piedad a quien los hombres llamaron poesía, y es solo memoria”. Antonio Porchia: “Hay dolores que han perdido la memoria y no recuerdan por qué son dolores”. Edmon Jabès: “No hay recuerdo inocente”. Paul Celan: “La caída del hombre le dio al hombre lenguaje, la memoria y los sueños”.

Todo esto viene a colación porque la memoria de Guzmán es poesía o su poesía es historia y política. La entrada más clara del neoliberalismo a Nuestra América fue por Chile, con el derrocamiento del militar Augusto Pinochet (con la ayuda de la CIA) al gobierno popular de Salvador Allende, a quien asesinaron. Las dictaduras militares y el Plan Cóndor, ¿quién se puede olvidar de ellas?

Ante las imágenes de El botón de nácar, ante la contundencia de la narración, al relacionar los acontecimientos y decirnos que nada está aislado no podemos más que guardar silencio, enmudecernos: cuerpos arrojados en el mar, eternos parientes buscando y con traumas… Pero todo silencio no es silencio, si es real silencio es acumulación.

Hacer cine no es mostrar, ningún arte debe mostrar, o tal vez sí, pero la muestra tiene que ser profunda, recurrir a instantes diversos: la vida, el amor, la muerte… No ser inocente, porque ninguna cultura originaria lo es, es inocente la vista externa que la utiliza como objeto, es inocente el trabajo de laboratorio: cubículo, pecera, museo.

Después de ver El botón de nácar, ¿qué nos espera a nosotros los Ñuu Savi si no podemos levantar nuestra Tu’un Savi? ¿Miseria (en todas sus manifestaciones y engaños) y alcoholismo? ¿Los Jemmy Button modernos?

En la entrevista que hace Patricio Guzmán a la originaria sobreviviente en la Patagonia (aquí también este nombre fue impuesto), es contundente, ella habla la lengua kawésqar y le pide que traduzca algunas palabras, todo transcurre normal: canoa, mar, agua; el problema es cuando le pide que traduzca: dios, policía, la respuesta es “nosotros nunca tenemos eso”.

Pero la inteligencia y la raíz ancestral, la contundencia y la mudez, la dignidad y la posibilidad surgen cuando le pregunta:

—“Gabriela, tú te sientes chilena?”
— “No, por nada”
—“¿Qué te sientes?”
—“Kawésqar”

Esta columna terminará con un aforismo bilingüe, en tu’un savi y en castellano: "Nkatyi-daa nuun da intijena: nanuku nava nkuvi tyata, je tuku ntiv+-+: nanuku-u nuun tutu ntee da to’o" / "Al indígena le dijeron que contara su historia, cometió un error más: recurrir a un libro de texto."