No. 106 / Febrero 2018



Entrevista


El dichoso Eduardo Casar:
Memoria histórica de la Facultad de Filosofía y Letras
:
 

Ricardo Migueles

 

®Borzelli Photography


¿Se es poeta de tiempo completo?

Yo creo que sí. Aunque la mayoría de los que escribimos poesía trabajamos en algo, (risas), es decir, muchos son profesores, dan conferencias, trabajan en periódicos, en editoriales, en otras cosas. Aquí en la facultad hay bastantes poetas, pero en mi caso el hecho de estar escribiendo, lo hago sin ninguna disciplina, no soy un poeta que planee un libro como si lo hacía Víctor Manuel Cárdenas, magnífico poeta de Colima que murió este año, quien decía —bueno, voy por este libro— y trabajaba ciertas horas cada día. Yo, en cambio, trabajo poemas como se me van ocurriendo, a la hora que sea, a veces a las dos de la mañana, a veces es caminando, y así los escribo hasta que siento que se termina y luego ya un día con más calma me pongo a pasarlos a la computadora y a corregir.  Ahí los voy almacenando hasta que los junto en un libro. Pero sí, es uno poeta de tiempo completo, yo siempre estoy leyendo poesía a diario, y también en un momento que se me ocurre algo, paro lo que esté haciendo, y lo escribo. Ahora, un poeta de tiempo completo como Rilke, quien estaba subsidiado por sus amigas aristócratas, pues entonces, sí, ¡a todo dar! Ese era el FONCA de Rilke. Pero bueno, la mayoría de nosotros trabajamos en otras cosas. Ahora, cuando se me presenta una imagen, un pretexto poético, necesito enunciarlo, es decir, ver las cosas y sólo tener la impresión de alguna frase no es recomendable. En el momento en que ya hay un enunciado creo que ya puede haber una semilla de un poema. Seguramente otros, y seguramente Alberto Blanco, quien es además un artista plástico y músico, tendrán otras formas de que se les aparezca esa percepción poética. Gonzalo Rojas decía que de pronto algo le hacía un zumbido. ¿Qué quiere decir eso? pues que le llamaba la atención algo, y ahí también él trataba de atrapar ese zumbido, a esa especie de abeja invisible con algún enunciado.

Es bien sabido su gusto por la poesía de Miguel Hernández, si la poesía nunca ha sido consumida en masa ¿por qué fue tan temida por las dictaduras europeas y latinoamericanas en el siglo XX?

Mira, la poesía puede ser muy contundente, hay un cierto parentesco con la publicidad la cual se basa en crear enunciados que tengan una contundencia y que permanezcan en la memoria, un enunciado fuerte puede mover muchas cosas y circular muy fácilmente. La poesía circula mucho en la red, mucho más que en libros, donde los tirajes son de quinientos ejemplares y en la red, en cambio, circula lo que sea. Yo estoy dando una clase de poesía y les digo a ver busquen el poema “Imprecación” de Olga Orozco y lo buscan en la red y pues ahí está. Como son cortos los poemas o al menos más cortos que la narrativa, en general, son de acción corta y hay mucho material en la red. Marco Antonio Campos mencionaba este mismo fenómeno en una entrevista que leí la semana pasada, yo lo he podido observar en las clases. Miguel Hernández fue un poeta que ya tenía una fuerte formación mucho antes de la guerra civil española y cuando ocurre esta, él entra como combatiente y escribe poemas a propósito donde enfatiza la cuestión de la arenga de la agitación, y con la gran eficacia de Hernández que tenía una capacidad para la síntesis a través de una metáfora o como sea. Entonces pues si se podría volver algo agitador. No creo que un régimen se fije tanto en eso pero como se cuela, el poema, como si fueran mosquitos la información, entonces si puede resultar algo que tenga esa función social.

¿Cómo es que la poesía, si acaso, contribuye a mejorar la calidad de vida de un país?

La poesía es algo que las personas necesitan y que satisfacen mucho a través de las canciones, digamos que el hermano sonoro de la poesía son las canciones igual como la necesidad de la narrativa la gente la satisface leyendo novelas sino viendo la televisión o películas. El cine es una gran escuela de narratología y nos enseña mucho a ver la verosimilitud, la coherencia de una historia, la interpretación, los ritmos, y en el caso de la poesía la poesía circula en los enunciados, de gran parte de las canciones. Los poetas digamos sólo de libro, son consumidos por una región muy pequeña de la población, yo diría que muchos de los lectores de poesía también la escriben, aunque no la publiquen. Y eso hace que sea un grupo muy pequeño, pero la poesía enriquece nuestra percepción de la realidad, nos hace ver cosas que de otra manera en el silencio, en la mudez, en las palabras repetidas y en los lugares comunes no las podemos ver.


®Borzelli Photography

 

Con cuarenta y dos años en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, ¿cómo recuerda aquella visita que hizo Julio Cortázar al auditorio Justo Sierra allá por los años ochenta?

Bueno, yo fui por Julio Cortázar al Sanborns de los azulejos, luego lo metí en un taxi, tenía miedo de que no fuera a entrar, pues él era muy grandote, pero si cupo y lo traje aquí, al auditorio Justo Sierra, el cual es un auditorio muy grande. Estaba abarrotado hasta en el escenario, había gente sentada al pie de la mesa, fue muy emocionante esa llegada de Cortázar. Yo, incluso, la cuento en una novela, la única que he escrito, que se llama Amaneceres del Husar (Alfaguara, 1996), nada más que no la cuento con sus nombres, Cortázar ahí aparece como el general, la transformo en clave como en el ejército, porque es una novela de juego y ya.
El auditorio está tomado desde hace diecisiete años por un grupo, y es una barbaridad que no los hayan podido o querido sacar. Ahí, habría que haberle dicho a la UNESCO, la cual declaro al espacio de ciudad universitaria como patrimonio cultural de la humanidad, que una parte de la universidad es propiedad privada de un grupo y que entonces no es completamente patrimonio mundial. Yo creo que deberían sacarlos. Es un problema que no han resuelto las personas a las que les corresponde, a nosotros sólo nos corresponde opinar. Ahí, en el auditorio Justo Sierra, estaba el cineclub de los domingos, que era magnífico, había muy buenas experiencias lástima que ya no hay.

 

¿Cuál sería el consejo para quienes se acaban de dar cuenta que les gusta escribir algo que se parece a la poesía?

Yo creo que lo mejor es escribirlo y compartirlo, tanto el proceso de escritura como el resultado con amigos, estar abierto a los consejos, a compartir un entusiasmo, lo bueno de los talleres de creación literaria es que uno encuentra personas que están haciendo lo mismo con el mismo entusiasmo, y eso es lo que más enriquece, más que incluso la coordinación de un profesor. El encuentro con otros que hacen los mismo es lo mejor, uno hace sus talleres de manera horizontal, creo que todos los poetas que escriben, tienen o tuvieron sus lectores favoritos, someten sus textos a plática con otros. Sobre todo la experiencia de escribir es una experiencia muy satisfactoria y un gran placer cuando uno dice: —Ah caray esto no sé cómo me salió, me salió muy bien— se emociona uno mucho, hace una fiesta uno mismo en el interior de sí mismo cada vez que algo sale. La invitación es a compartir el resultado de la escritura y a seguir leyendo poetas. Preocuparse por publicar no es tan importante. Hay que entrar en los circuitos habituales de periódicos, revistas, la red, para darle impulso a eso. Yo todo el tiempo estoy leyendo a nuevos poetas, poetas como Roberto Juarroz, como Olga Orozco, como Eugenio Montejo, como Piedad Bonet. En lengua española hay extraordinarios poetas. Me gusta también la poesía de Fernando Fernández, ex alumno mío, quien tiene además un programa en el IMER. El radio es perfecto para transmitir la poesía, la poesía es corta y uno oye el poema completo, una experiencia muy motivadora. Hay poemas que se dejan oír mejor que otros. La televisión no es un medio ideal para la poesía mas sí para la invitación a su lectura. Tú lees un poema al aire en televisión y a los treinta segundos los productores se están angustiando, en cambio en el radio puedes escuchar un poema de cinco minutos y no pasa nada.