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portada-cuerpo-transaparent.jpg Cuerpo transparente
Max Blecher, Ediciones
de la Rosa
Cúbica,
Barcelona, 2008

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Max Blecher (1909-1938), escritor rumano de origen judío del periodo de entreguerras, tuvo una existencia dramática, y el breve exilio terrenal que le tocó vivir lo pasó, en buena parte, en condiciones infrahumanas. La tuberculosis ósea que contrajo en 1928 le obligó a vivir inmovilizado en un corsé de escayola durante el resto de su vida. A pesar de ello, la escritura siempre le acompañó y lo salvó en parte del infierno cotidiano de su enfermedad, aunque ésta dejó su huella en la visión que el escritor tuvo del mundo. Por las características y la calidad de su obra  se le ha llamado el Kafka rumano. Émulo también de Bruno Schulz y Robert Walser, a diferencia de ellos escribió en una lengua minoritaria, lo cual ha tenido como consecuencia que el reconocimiento de su obra haya sido tardío.

Cercano al surrealismo, aunque con una voz absolutamente personal, Blecher mantuvo correspondencia con André Breton, que elogió su libro Cuerpo transparente y editó algunos de sus poemas en la revista Le Surréalisme au service de la Révolution. También se escribió con André Gide y Martin Heidegger, y fue amigo de Víctor Brauner, Mihail Sebastian y Saşă Pană, quien fue su albacea.

Publicó dos novelas: Acontecimientos de la irrealidad inmediata (1936) y Corazones cicatrizados (1937). La tercera, La guarida iluminada, apareció en edición póstuma en 1971. A partir de la edición francesa de 1972, todas ellas se han ido traduciendo a las principales lenguas europeas, pero es la primera vez que Cuerpo transparente se publica fuera de su país natal, desde que fuera editado en 1934. Cuerpo transparente contiene solamente quince poemas que anticipan y completan el universo de las novelas del autor rumano. En la sección final del volumen que edita Rosa Cúbica, se recogen además otros poemas publicados en revistas de la época, de modo que este pequeño libro guarda en sí la obra poética completa de Max Blecher, traducida por primera vez al castellano, cuando se cumplen setenta años de su muerte.

Al referirse a la poesía, Max Blecher hablaba del valor corporal de las palabras. En su obra, éstas ya no son complejos sonoros que denominan objetos, sino que ellas mismas se transforman en objetos; el poeta rumano imagina un mundo en el que la ley de la causalidad desaparece y lo telúrico es superado por la proyección en lo astral y en el universo de las quimeras; prefiere la tentación de lo alucinante, la omnipotencia del sueño y la primacía del inconsciente.

Su debut literario fue recibido con entusiasmo, entre otros, por su compatriota Eugène Ionesco quien hablando de su obra dijo: “es tan singular en el panorama literario actual, habla de experiencias interiores tan poco comunes, que la indiferencia del público es signo inequívoco de su gran valor”. Y afirmó también: “Blecher siente constantemente esa nostalgia esencial de la inutilidad del mundo sumergido en una permanente tristeza pero una tristeza en absoluto sentimental, sino intelectual. Con la permanente consciencia de estar preso en un mundo falso, de ser prisionero de un maleficio, aguardará con impaciencia la liberación espiritual […] El azar ha querido que el señor Blecher no sólo tenga inquietudes metafísicas sino además talento literario, y que al planteamiento de problemas y testimonios le sigan “acontecimientos” de una poesía fantástica incomparable; ambientes creados con una sola frase o una sola imagen”.


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