No. 105 / Diciembre 2017-Enero 2018


Poesía y Espíritu
 
 

 
Tres poemas de Jenny Asse Chayo

Daniel Gonzaga Bonilla
 

De Busco en mi carne el Nombre
Jenny Asse Chayo
Editorial Praxis,
México, 1997.


Presentación

Jenny tiene la facilidad de escribir desde lo simple para expresar lo múltiple. En su libro Busco en mi carne el Nombre la poeta explora las diferentes posibilidades de enunciación de un solo espacio; la obra, versificada y prosaica, desde el inicio juega con los vacíos del verso para ofrecer diferentes significados a partir de una sola oración. Es ésta una práctica de la escritura judaica, en la cual los textos pueden leerse de manera horizontal y, al mismo tiempo, de manera vertical. La consecuencia es la multiplicidad de significados.

Sus escritos van encaminados hacia la realidad de la palabra pues ella misma se considera parte de algo más: parte de la palabra. El libro tiene como fin no solo buscar el nombre de la autora y su significado, sino hacer hincapié en que el nombre (a modo de referencia judía) tiene el peso completo de las cosas. Y no solo habla del nombre de las cosas y los hombres, sino que se aventura a expresar la búsqueda del nombre divino. Es la búsqueda interminable que ha existido en el judaísmo desde la creación de la Cábala. 

Como bien se sabe, la búsqueda del nombre de dios y de los significados del texto se maneja en el judaísmo con cuatro niveles interpretativos en donde el primer nivel es el literal; el segundo, el alegórico; el tercero, el comparativo; y el cuarto, el místico. De este modo, la autora divide su poemario en cuatro partes: “La carne de la letra”, “Tengo en la carne un ojo”, “Los nombres de la carne” y “El nombre ausente de la carne”. Así, los niveles de la palabra son buscados hasta llegar al nivel místico en donde existe una ausencia de significados. Es por ello que en la parte última, el verbo principal de todas las cosas es el verbo ser, porque:

Él, que emerge de una voz,
llama, ausente.

Busco en mi carne el Nombre es una búsqueda del ser, de la divinidad y de la realidad desde uno mismo.


**


Esto no es poesía

Esto no es poesía. La poesía anda en otras tierras.
Esto es la hoja que se muerde,
la lengua enterrada en carne blanca.
Esto no es poesía. La poesía fluye distante.
Esto es la palabra intentando liberarse.
Esto es una mancha,
el dibujo de un gemido,
un ojo al que le han clavado un signo,
un labio golpeando el muro, una sombra inválida.
Esto no es poesía. Esto es un paso en el abismo:
un grito,
una voz que hace muecas frente al espejo,
el rostro que se arranca,
la boca danzando en su laberinto.
Esto no es poesía. Es el enigma
que me cruza el cuerpo,
una grieta que ahonda en su vacío.
Esto es un deseo de mudo,
un aliento que da vueltas,
uno de los ritmos de la nada.
Esto es la garganta bien abierta,
un vientre que tiene sed. Esto es un río,
el jugo de mis venas.
Esto es lo que está dentro. La poesía es otra cosa
y no se nombra.
Esto es un deseo de piel, el rito de la boca.
Esto no es poesía. La poesía tiene sus propias penas
y las llora en otro espejo.
Esto es lo otro que nace, lo que crece en esta orilla.
Esto no es lo que se busca, es lo que se encuentra.
Una angustia mil veces recorrida,
un labio muerto en una esquina.
Esto no es poesía. Es una obsesión que escurre tinta,
es la vieja carne carcomida,
una uña en el ladrillo,
un diente clavado en pecho seco.
Esto no es poesía.
Esto es un nombre que se narra
para no morirse de hambre.
Un nombre que nombra
desde su orfandad la lejanía.
Un nombre que al narrarse
cumple el destino de sus letras.

 

*


La memoria es de papel,
los silencios caen en otros huecos,
entre las hojas
la carne de la letra,
el ojo de la carne,
el nombre ausente de la carne,
los nombre de la carne de mi cuerpo.

 

*


El exilio del nombre

                         No olvides que eres núcleo de una ruptura
                                                                 Edmond Jabés

en la raíz del rostro
la ruptura del N  om  b  re
la palabra
caída
de la lengua del zarzal
en la grieta                del verbo
habita               mi pueblo
su camino          nace
en la oquedad

en la hendidura del tiempo
una Boca de leche
una Tierra de letras
un Seno de pan
en un grano de polvo
un Dios exiliado
todo el desierto
arde en Su Voz