No. 105 / Diciembre 2017 - Enero 2018


La buena gente del campo.
Bienal de Poesía de San José


Mercedez Álvarez

En principio, podríamos decir que la invitación era deslumbrante: San José, una pequeña ciudad de aproximadamente 35.000 habitantes organizaba, por misteriosos motivos, una Bienal de Poesía (la segunda en su historia) con el fasto acorde a una capital: invitados locales e internacionales, tres días de mesas redondas, lecturas y talleres, en paralelo a una Feria del Libro de una semana de duración, también repleta de actividades, y que ya cuenta con doce ediciones.

Los invitados que viajamos desde Buenos Aires éramos un grupo nutrido. Comandados por Jorge Fondebrider (quien, desde el principio, se perfiló con ciertas dotes de liderazgo), fuimos Inés Garland (Argentina), Jorge Aulicino (Argentina), Pedro Serrano (México), Carlos López Beltrán (México), Lori Saint-Martin (Canadá), Anne Gauthey (Francia), Andrés Ehrenhaus (Argentina), Darío Jaramillo Agudelo (Colombia), Laura Witner (Argentina), Marina Serrano (Argentina), Richard Gwyn (Reino Unido), Silvia Dabul (Argentina), y quien suscribe.


La salida

La salida resultó accidentada. Se corría en Buenos Aires una maratón de 21 kms y la mayoría de las arterias principales parecían estar cortadas. Algunos llegamos sobre la hora, justo para acceder al embarque y zarpar. La mitad del grupo viajó en business y la otra mitad en turista. Algunos pagamos el café y otros lo obtuvieron gratis. Otros se confundieron y, a pesar de estar en business lo pagaron igual. Hubo quien, solidario, se quedó en turista a pesar de haber accedido a la siguiente categoría, y los hubo que pasaron de visita por la sección “low cost” (en la que me incluía). A todo esto, desconocíamos a qué hotel íbamos, pero al llegar a Colonia en medio de lluvias torrenciales nos esperaba una combi para transportarnos a San José. El viaje se amenizó con chistes subidos de tono, anécdotas sobre Borges y sobre las Mil y una noches. Y siguió lloviendo.


La Roti-parrilla y el Hotel Centro

Nuestro contingente fue destinado al Hotel Centro, a apenas tres cuadras de la plaza principal, el Teatro Macció y los lugares fundamentales donde se celebraba la Feria. La primera parada fue la Roti-parrilla, lugar seleccionado por la organización para alimentar al famélico grupo. Nos atiendió la simpática María, quien durante todos estos días se encargó de que no sintiéramos hambre en casi ningún momento. La Roti-parrilla —no lo sabíamos entonces, pero lo supimos pronto— sería el verdadero escenario de estos maravillosos días en el país oriental. Discusiones éticas, estéticas y políticas, comentarios sobre el futuro de los hijos, chistes y un largo etcétera fueron acogidos por este puntual escenario a las 12:30 y a las 21 cada día.

Respecto del Hotel Centro, lugar acogedor y muy decente, me gustaría destacar una anécdota que luego pareció premonitoria del ritmo del viaje, y que refiere al momento en que, apenas arribada, llamé al recepcionista porque no podía hacer funcionar el aire acondicionado. Armándose de paciencia el buen hombre me explicó que había que tocar el botón y esperar, porque se trataba de “un proceso”.


Actividades canceladas y otras hierbas

María Celeste Verges, nuestra anfitriona y organizadora, es Asesora en Educación en la Intendencia de San José Uruguay. Con el Departamento inundado, porque seguía lloviendo, Celeste nos informó de que la mitad de las actividades habían tenido que ser canceladas. Mi taller de escritura el cual al parecer estaba dedicado a adolescentes, cosa de la que me enteré en ese momento se canceló ante mis ojos con quince minutos de anticipación. También las llamadas “caminatas poéticas”, que por las condiciones climáticas no pudieron ser realizadas, se suspendieron o se reprogramaron en colegios cercanos. Pronto se empezaron a ver los primeros síntomas de la desorganización imperante en el asunto (falta de público, prensa prácticamente nula por no decir nula directamente, y un sinfín de desencuentros). Las charlas que muchos llevamos preparadas no se realizaron, se cancelaron o los supuestos destinatarios no estaban enterados. Celeste no hizo ningún acuerdo con alguna librería en la Feria para que los autores pudiéramos vender nuestros libros, de modo que eso no estuvo previsto. A decir verdad, no la vimos aparecer demasiado en las actividades, excepto, quizá, el Slam de poesía que organizó en un bar Anne Gauthey. 

A pesar de los contratiempos, todos nos esforzamos por llegar a nuestro público receptor: Richard Gwyn y Jorge Fondebrider hicieron lo propio con un grupo de adolescentes, cuya profesora dijo instruirlos en el estudio de los clásicos, fundamentalmente la Biblia. Jorge Aulicino y Lori Saint-Martin tuvieron su lectura en un hogar de ancianos, donde fueron muy bien recibidos excepto por alguna despistada que, víctima de la arterioesclerosis se levantó en medio del acto con intenciones no claras del todo, y que fueron aplacadas por el resto de los ancianos al grito de “¡Chola, sentate!”. En mi caso, me tocó un grupo de estudiantes de magisterio a quienes pretendí instruir en la lectura de Flannery O´Connor, actividad en la que tuve un impacto más bien reducido.


Aprendizajes y conclusiones

Vitalidad y cortesía

Si bien la Bienal de Poesía estuvo dedicada tanto a Circe Maia como a Ida Vitale, solo Ida Vitale pudo asistir. Esta señora de noventa y tres años nos deslumbró a todos con su vitalidad avasallante. Fue la más entusiasta oyente de las mesas de poesía y también del concierto que ofreció la pianista Silvia Dabul en la segunda noche de nuestra estadía. Si uno quiere conservar su apetito y su espíritu intactos solo debe dedicarse a observar a Ida Vitale. Si, por el contrario, está interesado en ejercitar la cortesía, es conveniente observar a Rafael Courtoisie.


De interés común

En una mesa integrada exclusivamente por poetas josefinos, algunos tuvimos la oportunidad de escuchar una información de sumo interés, referida a la reproducción del conejo. Se trató del dato de que el ácido salicílico (extraído del sauco), puede llegar a eliminar del sistema reproductivo todos los espermatozoides, al menos por el plazo de dos a tres horas después de administrado. Desconocemos la dosis en humanos, pero pensamos que este dato puede ser de interés común. Dicha información fue proporcionada por una poeta local.


Malambo con boleadoras

Otro de los aprendizajes de este viaje, ofrecido en el cóctel de cierre de la mano de un ballet folclórico que escuchamos con atención, y donde pudimos apreciar cómo manejar las boleadoras al son de la música. La vena telúrica siguió un poco más tarde, cuando algunos integrantes de la comitiva, comandados por Richard Gwyn, se dedicaron a entonar canciones mexicanas a la luz de la luna, toda vez que Gwyn había ya renunciado a intentar reproducir el malambo.


Divinas palabras

Si bien la charla de Lazlo Erdelyi y Jorge Aulicino sobre la Divina comedia fue cortada minutos antes de la hora prevista para su terminación, tuvo algunos oyentes atentos, entre ellos una poeta josefina que se mostró interesada en el libro en cuestión, al que afirmó conocer pero no haber leído. Dicha señora —única representante local en la charla— dijo que la actividad le había resultado instructiva.


Adolescencia


Tal vez los momentos más gratificantes para todos hayan ocurrido en los diferentes colegios secundarios a los que fuimos enviados, tanto en San José como en los alrededores, y donde los estudiantes manifestaron un interés genuino por nuestros poemas y relatos.


Mantenerse en forma en los viajes

Ante la cancelación de actividades, una mañana opté por ir a un gimnasio céntrico (Nota: en Uruguay, presentarse siempre en el gimnasio con termo y mate). El poeta vasco Kepa Murua, también invitado a este festival por la Intendencia y experto en boxeo y artes marciales, me aconsejó para próximas ocasiones diseñar una tabla de ejercicios de 30 minutos para hacer en la habitación, lo que me dijo estaba siendo su entrenamiento en estos días. “A veces hago mis ejercicios en la cama directamente”, indicó.


Conclusión

Si un festival es un encuentro con otros poetas, un espacio para hacer amigos, un momento para compartir anécdotas, pareceres y poesía, puede decirse que tanto la Bienal como el Festival fueron un éxito. Quizá no tenga sentido pensar otra cosa. O, como diría un conocido poeta argentino: “No corresponde”.