Hilda Hilst

No. 105 / Diciembre 2017 - Enero 2018


 





Hilda Hilst
(1930 Jaú - 2004, Campinas, Brasil)


Hilda Hilst fue poeta, dramaturga y narradora. Fue hija del hacendado Apolonio de Almeida Prado Hilst (poeta, periodista y ensayista) y de Bedecilda Vaz Cardoso, quienes se separaron cuando ella nació. Su padre era esquizofrénico paranoico. Ingresó en un sanatorio y cuando ella lo vio por segunda vez, a los 16 años, estaba totalmente loco. Se graduó en derecho en 1952 y en 1950 debutó con su poemario Presságio, al que siguieron Balada de Alzira (1951) y Balada do festival (1955). En 1957 viajó a Europa. Fue novia de Dean Martin y buscó conquistar a Marlon Brando disfrazada de periodista. Fue una mujer muy bella. En 1959 publicó Roteiro do silêncio y Trovas de muito amor para um amado senhor. En 1963 se fue a vivir en la hacienda de su madre, cerca de Campinas. Se recluyó para dedicarse a la literatura después de leer Carta a El Greco de Nikos Katzantzakis, obra que predica el aislamiento del mundo para conocer al hombre. Construyó ahí, en 1966, la Casa do Sol, donde vivió con Dante Casarini, escultor, de quien se divorció en 1980. En 1967 redactó A possessa y O rato no muro dando inicio a una serie de 8 piezas teatrales escritas hasta 1969 y lanzó el volumen Poesia (1959/1967). Por imposición de su madre, pasó una temporada en 1968 en el mismo sanatorio que su padre. En 1970 publicó Fluxo-Floema, su primera obra en prosa. Basada en las investigaciones del sueco Friedrich Juergenson, Hilda buscó grabar las voces de los muertos a través de las ondas radiofónicas. En el mismo periodo anunció la visita de platillos voladores a su hacienda. En 1998, la Casa do Sol se convirtió en un centro de estudios psíquicos. En 1973 salió su libro de prosa Qadós, en 1974 publicó Júbilo, memória, noviciado da paixão, poemas, y en 1977 Ficções (prosa). En 1980 publicó la nueva compilación Poesia (1959-1979), y los libros Da morte. Odes mínimas, Cantares de perda e predileção (Premio Jabuti), y Tu não te moves de ti (ficción). En 1982 lanzó A obscena senhora D, primera de sus prosas ficcionales eróticas. En 1990 anuncia su “adiós a la literatura seria” y consagra su fase pornográfica con O caderno rosa de Lori Lamby. Ante el espanto e indignación de críticos y amigos, justificó su cambio para conquistar lectores. Ese año lanzó otras dos obras: Contos d´escárnio/Textos grotescos y Alcoólicas (poesía). Otros poemarios suyos son Amavisse (1989), Bufólicas (1992), Do desejo (1992), Cantares sem nome e sem partida (1995) y Do amor (1999). De su obra en prosa se agregan Cartas de um sedutor (1991), Rútilo nada (Premio Jabuti 1993) y Estar sendo ter sido (1997), Cascos e carícias – Crônicas reunidas (1992-1995) (1998). La producción literaria de Hilda Hilst es polifacética y abundante y su temática se mueve en las fronteras del erotismo, el misticismo, lo sagrado, el absoluto y el amor. Puede ir de la sensualidad intensa y delicada a lo escatológico y grotesco, pero siempre reivindicando su libertad. El poema “Do desejo” es una muestra de este importante rasgo suyo.

La presente traducción fue realizada a lo largo de tres sesiones del Seminario Poesía Cultura y Traducción en el Brasil Contemporáneo del Posgrado en Letras de la UNAM, impartido por Regina Crespo y Rodolfo Mata. Si en un principio la tarea parecía simple, poco a poco el trabajo colectivo de discusión y valoración de las propuestas de todos los integrantes mostró la complejidad y riqueza del proceso de traducción. El ejercicio de trasladar al español un poema con tantos matices como éste, que mezcla registros que van de lo extremamente culto a lo más coloquial, que está lleno de sensualidad y a la vez se muestra muy cerebral constituyó un reto interesante. Participaron Marco Antonio Bojorquez Martínez, Cristina Díaz Padilla, Iván García, José Luis Gómez Vázquez, Marianela Martínez Morales, Draupadí de Mora Martínez, Andrea Muriel, Alejandro Ramírez Rosado, Luis Enrique Rivera González y Eduardo Iván Viveros Morales.

Rodolfo Mata y Regina Crespo


Do desejo

        Quem é? Perguntei ao desejo.
        Respondeu: lava. Depois pó. Depois nada.

I
Porque há desejo em mim, é tudo cintilância.
Antes, o cotidiano era um pensar alturas
Buscando Aquele Outro decantado
Surdo à minha humana ladradura.
Visgo e suor, pois nunca se faziam.

Hoje, de carne e osso, laborioso, lascivo
Tomas-me o corpo. E que descanso me dás
Depois das lidas. Sonhei penhascos
Quando havia o jardim aqui ao lado.
Pensei subidas onde não havia rastros.
Extasiada, fodo contigo
Ao invés de ganir diante do Nada.

II
Ver-te. Tocar-te. Que fulgor de máscaras.
Que desenhos e rictus na tua cara
Como os frisos veementes dos tapetes antigos.
Que sombrio te tornas se repito
O sinuoso caminho que persigo: um desejo
Sem dono, um adorar-te vívido mas livre.
E que escura me faço se abocanhas de mim
Palavras e resíduos. Me vêm fomes
Agonias de grandes espessuras, embaçadas luas
Facas, tempestade. Ver-te. Tocar-te.
Cordura.
Crueldade.

III
Colada à tua boca a minha desordem.
O meu vasto querer.
O incompossível se fazendo ordem.
Colada à tua boca, mas descomedida
Árdua
Construtor de ilusões examino-te sôfrega
Como se fosses morrer colado à minha boca.
Como se fosse nascer
E tu fosses o dia magnânimo
Eu te sorvo extremada à luz do amanhecer.

IV
Se eu disser que vi um pássaro
Sobre o teu sexo, deverias crer?
E se não for verdade, em nada mudará o Universo.
Se eu disser que o desejo é Eternidade
Porque o instante arde interminável
Deverias crer? E se não for verdade
Tantos o disseram que talvez possa ser.
No desejo nos vêm sofomanias, adornos
Impudência, pejo. E agora digo que há um pássaro
Voando sobre o Tejo. Por que não posso
Pontilhar de inocência e poesia
Ossos, sangue, carne, o agora
E tudo isso em nós que se fará disforme?

V
Existe a noite, e existe o breu.
Noite é o velado coração de Deus
Esse que por pudor não mais procuro.
Breu é quando tu te afastas ou dizes
Que viajas, e um sol de gelo
Petrifica-me a cara e desobriga-me
De fidelidade e de conjura. O desejo
Esse da carne, a mim não me faz medo.
Assim como me veio, também não me avassala.
Sabes por quê? Lutei com Aquele.
E dele também não fui lacaia.

VI
Aquele Outro não via minha muita amplidão.
Nada LHE bastava. Nem ígneas cantigas.
E agora vã, te pareço soberba, magnífica
E fodes como quem morre a última conquista
E ardes como desejei arder de santidade.
(E há luz na tua carne e tu palpitas.)
Ah, por que me vejo vasta e inflexível
Desejando um desejo vizinhante
De uma Fome irada e obsessiva?

VII
Lembra-te que há um querer doloroso
E de fastio a que chamam de amor.
E outro de tulipas e de espelhos
Licencioso, indigno, a que chamam desejo.
Há o caminhar um descaminho, um arrastar-se
Em direção aos ventos, aos açoites
E um único extraordinário turbilhão.
Por que me queres sempre nos espelhos
Naquele descaminhar, no pó dos impossíveis
Se só me quero viva nas tuas veias?

VIII
Se te ausentas há paredes em mim.
Friez de ruas duras
E um desvanecimento trêmulo de avencas.
Então me amas? te pões a perguntar.
E eu repito que há paredes, friez
Há molimentos, e nem por isso há chama.
DESEJO é um Todo lustroso de carícias
Uma boca sem forma, um Caracol de Fogo.
DESEJO é uma palavra com a vivez do sangue
E outra com a ferocidade de Um só Amante.
DESEJO é Outro. Voragem que me habita.

IX
E por que haverias de querer minha alma
Na tua cama?
Disse palavras líquidas, deleitosas, ásperas
Obscenas, porque era assim que gostávamos.
Mas não menti gozo prazer lascívia
Nem omiti que a alma está além, buscando
Aquele Outro. E te repito: por que haverias
De querer minha alma na tua cama?
Jubila-te da memória de coitos e acertos.
Ou tenta-me de novo. Obriga-me.

X
Pulsas como se fossem de carne as borboletas.
E o que vem a ser isso? perguntas.
Digo que assim há de começar o meu poema.
Então te queixas que nunca estou contigo
Que de improviso lanço versos ao ar
Ou falo de pinheiros escoceses, aqueles
Que apetecia a Talleyrand cuidar.
Ou ainda quando grito ou desfaleço
Advinhas sorrisos, códigos, conluios
Dizes que os devo ter nos meus avessos.

Pois pode ser.
Para pensar o Outro, eu deliro ou versejo.
Pensá-LO é gozo. Então não sabes? INCORPÓREO
É O DESEJO.




Del deseo

        ¿Quién es? Le pregunté al deseo.
        Respondió: lava. Después polvo. Después nada.

I
Porque hay deseo en mí, todo es cintilancia.
Antes, lo cotidiano era un pensar alturas
Buscando a Aquel Otro decantado
Sordo a mi humana ladradura.
Saliva y sudor, nunca surgían.

Hoy, de carne y hueso, laborioso, lascivo
Me tomas el cuerpo. Y qué descanso me das
Después de las lides. Soñé peñascos
Mientras el jardín estaba aquí al lado.
Pensé subidas donde no había rastros.
Extasiada, cojo contigo
En vez de gañir ante la Nada.

II
Verte. Tocarte. Qué fulgor de máscaras.
Qué dibujos y rictus en tu cara
Como frisos vehementes de tapetes antiguos
Qué sombrío te vuelves si repito
El sinuoso camino que persigo: un deseo
Sin dueño, un adorarte vívido mas libre.
Y qué oscura me pongo si devoras de mí
Palabras y residuos. Me vienen hambres
Agonías de grandes espesuras, empañadas lunas
Dagas, tempestad. Verte. Tocarte.
Cordura.
Crueldad.

III
Pegado a tu boca mi desorden.
Mi vasto querer.
Lo incomposible entrando en orden.
Pegada a tu boca, pero descomedida
Ardua
Constructor de ilusiones te examino ávida
Como si fueras a morir pegado a mi boca.
Como si fuera a nacer
Y tú fueras el día magnánimo
Te sorbo extremada a la luz del amanecer.

IV
Si yo dijera que vi un pájaro
Sobre tu sexo, ¿me deberías creer?
Y si no fuera verdad, en nada cambiará el Universo.
Si yo dijera que el deseo es Eternidad
Porque el instante arde interminable
¿Me deberías creer? Y si no fuera verdad
Tantos lo han dicho que quizás pueda ser.
En el deseo nos vienen sofismanías, adornos
Impudicia, vergüenza. Y ahora digo que hay un pájaro
Volando sobre el Tajo. ¿Por qué no puedo
Puntear de inocencia y poesía
Huesos, sangre, carne, el ahora
Y todo lo que se deformará en nosotros?

V
Existe la noche, y existe la negra pez.
Noche es el velado corazón de Dios
Ese que por pudor no busco más.
Negro es cuando te alejas o dices
Que viajas, y un sol de hielo
Me petrifica la cara y me libera
De fidelidad y de conjura. El deseo
Ese de la carne, a mí no me da miedo.
Así como viene, tampoco me avasalla.
¿Sabes por qué? Luché con Aquél.
Y de él tampoco fui lacaya.

VI
Aquel Otro no veía mi mucha amplitud.
Nada LE bastaba. Ni ígneas cantigas.
Y ahora vana, te parezco soberbia, magnífica
Y cojes como quien muere la última conquista
Y ardes como deseé arder de santidad.
(Y hay luz en tu carne y tú palpitas.)
Ay, ¿por qué me veo vasta e inflexible
Deseando un deseo vecino
A un Hambre irada y obsesiva?

VII
Recuerda que hay un querer doloroso
Y de hastío al que llaman amor.
Y otro de tulipanes y de espejos
Licencioso, indigno, al que llaman deseo.
Tiene el caminar un descamino, un arrastrarse
Hasta encontrar los vientos, los azotes
Y un único extraordinario torbellino.
¿Por qué me quieres siempre en los espejos
En tal descaminar, en polvo de imposibles
Si yo me quiero viva entre tus venas?

VIII
Si te ausentas hay paredes en mí.
Frialdad de calles duras
Y un desvanecimiento trémulo de helechos.
¿Entonces me amas? comienzas a preguntar.
Y repito que hay paredes, frialdad
Hay languideces, y ni por eso hay llama.
DESEO es un Todo lustroso de caricias
Una boca sin forma, un Caracol de Fuego.
DESEO es una palabra con viveza de sangre
Y otra con ferocidad de Un sólo Amante.
DESEO es Otro. Vorágine que me habita.

IX
¿Y por qué habrías de querer mi alma
En tu cama?
Dije palabras líquidas, deleitosas, ásperas
Obscenas, porque era así como nos gustaba.
Pero no mentí gozo placer lascivia
Ni omití que el alma está más allá, buscando
Aquel Otro. Y te repito: ¿por qué habrías
De querer mi alma en tu cama?
Deléitate en la memoria de coitos y aciertos.
O tiéntame de nuevo. Oblígame.

X
Pulsas como si fueran de carne las mariposas.
¿Y a qué viene eso? preguntas.
Digo que así ha de empezar mi poema.
Entonces te quejas de que nunca estoy contigo
Que de improviso lanzo versos al aire
O hablo de pinos escoceses, aquellos
Que a Talleyrand le apetecía cuidar.
O incluso cuando grito o desfallezco
Adivinas sonrisas, códigos, intrigas
Dices que los debo tener en mis reversos

Puede ser.
Para pensar al Otro, deliro o hago versos.
PensarLO es gozo. ¿Acaso no lo sabes? INCORPÓREO
                                                     ES EL DESEO.