Roberto San Geroteo

No. 106 / Febrero 2018




Roberto San Geroteo*
(Rennes, 1951 )

Traducción de Miguel Casado


Roberto San Geroteo nació el 26 de marzo de 1951 en Rennes, ciudad de exilio de sus padres. Bilingüe, ha trabajado como profesor de español en París, Charleville, El Havre y de nuevo en París, donde ahora reside. A él se deben las primeras traducciones al castellano de Bernard Noël (La cara de silencio, 1991) y las primeras muestras en francés de la poesía de Antonio Gamoneda; su labor de puente entre las dos lenguas se ha expresado en numerosas revistas de los dos países, de manera señalada en Noire et Blanche, de la que fue editor (1994-1998); actualmente forma parte del consejo de colaboradores de la revista À l’index. La forma habitual de su escritura poética han sido las plaquettes o cuadernos, recogidos más tarde en volúmenes que sintetizan una época; así lo hizo en primer lugar la solitude du tournesol (1998), que se tradujo al castellano como la palabra de un hombre (Icaria, 1999). El presente libro, El fuego hace su trabajo, viene a ser el segundo de esos volúmenes y reúne cuadernos publicados en francés entre 2000 y 2011.
 
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“Ver / un poco más de cerca a qué atenerse y atender / tanto a la presencia como al desvanecimiento”, escribe Roberto San Geroteo, y su poesía propone esta forma de atención, para dar cuenta de lo que se ve y también de lo que actúa sin estar; del mismo modo, con parecido vaivén, una voz inscrita siempre en un presente inmediato se siente traspasada de temporalidad, compuesta por activos estratos de pasado. Se trata de una lengua directa, de sintaxis horizontal con continuas rupturas mínimas, una precisión hecha de impactos y suspensiones, de neutralidad e intensa emoción no explícita; el espacio de una tensión que se vertiera como fluido, con la doble naturaleza de lo corriente. Parecería que es la propia vida la que va hablando, coleccionando sus pequeños fragmentos que no podrían nunca unirse para formar un conjunto; pero que perfilan el relieve existencial de lo singular, su resistencia frente a los códigos sociales, su “antídoto” contra la ley del beneficio y la utilidad, “sonreír por nada / a lo desconocido y hacer / compañía al dolor”.

Miguel Casado


 
* Del libro El fuego hace su trabajo, Madrid, Col. Trasatlántica, Ed. Amargord, 2017.





D’une grappe de raisins la rafle dans une assiette
où se consume la cire.
L’orage est passé. Du tonnerre
il reste le silence, de la pluie
le sang dans les veines, de l’éclair
une seconde de néant.
Derniers raisins noirs, enfin des clémentines.




De un racimo de uvas la raspa en un plato
donde se consume la cera.
La tormenta ha pasado. Del trueno
queda el silencio, de la lluvia
la sangre en las venas, del relámpago
un segundo de nada.
Últimas uvas negras, por fin mandarinas.






Cet homme-là mange tout seul
sa langue maternelle, dans la bouche
un goût de renfermé.
Les vieux sont morts
les élèves ailleurs, la famille rend fou.
Des voix se rompent. Les mains prennent
la poussière. Il faudrait. Il aurait fallu.
Encore un printemps pour rien.




Ese hombre come a solas
su lengua materna, en la boca
un sabor a cerrado.
Los viejos están muertos
los alumnos en otra parte, la familia hace enloquecer.
Unas voces se rompen. Las manos agarran
el polvo. Haría falta. Habría hecho falta.
Otra primavera para nada.





Brume

Un enfant ressemble à sa mère
d’autant plus le matin
au sortir d’un rêve qu’il ne connaît pas
encore et toujours le même
jusqu’au soir d’hiver
où il lui fermera les yeux.




Bruma

Un niño se parece a su madre
y aun más por la mañana
cuando sale de un sueño que no conoce
todavía y siempre el mismo
hasta el atardecer de invierno
en que él le cerrará los ojos.





Ode au feu

Les pieds brûlés par le chanvre des espadrilles de l’été.
Des feuilles mortes devant la porte.
Arpenter la maison, étendre du vieux linge
renouveler l’eau dans les vases.
Changer de chaise à chaque réplique
de la conversation silencieuse
entre vous et celui qui n’ayant plus beaucoup
l’occasion d’être lui-même, se tait
pour ne pas vous entendre.




Oda al fuego

Los pies quemados por el esparto de las alpargatas del verano.
Hojas secas delante de la puerta.
Recorrer la casa, extender trapos viejos
renovar el agua en los floreros.
Cambiar de silla a cada réplica
de la conversación silenciosa
entre tú y quien ya sin mucha
ocasión de ser él mismo se calla
para no oírte.





Diaspora

Il lève son verre à l’agonie du jour, un autre
appelle son fils sur le départ, un autre encore
se voit revenir seul du bal
sur cette route gardée par des chiens.
J’entends leurs voix fondre
et se confondre dans le bruit
du monde et des secondes.
Leur résonance fait un halo dans la mémoire
d’où exhumer une parole en chair et en os.




Diáspora

Él brinda por la agonía del día, otro
llama a su hijo cuando se marcha, otro más
se ve volviendo solo del baile
por ese camino que guardan los perros.
Oigo sus voces fundirse
y confundirse entre el ruido
del mundo y de los segundos.
Su resonancia crea un aura en la memoria
de la que exhumar palabras de carne y hueso.





Allemande

Tout se précipite
quatre ou cinq morceaux de faïence blanche
brisée dans la pénombre
le feu fait son travail
on pressent tant de choses à la fois
passées ou à venir
tant d’autres sur le contrepoint de l’être
trop pour recoller le tout et c’est tant mieux.




Alemana

Todo se precipita
cuatro o cinco trozos de loza blanca
rota en la penumbra
el fuego hace su trabajo
se presienten tantas cosas al tiempo
pasadas o por venir
tantas otras en el contrapunto del ser
demasiado para pegar el todo y es mucho mejor.





Manifeste

Raoul Vaneigem



Le désir est neutre, élastique
il va
caresse d’un côté ou de l’autre
décoiffe les dieux, recoiffe les maîtres
n’a jamais eu de sens
sa légitimité dure le temps de la course.
Il manque quelque chose
d’aussi soudain, sûr
une sorte d’antidote à ce profil sans rides
du profit.
De nouveau sourire pour rien
à l’inconnu et tenir
compagnie à la douleur.




Manifiesto

Raoul Vaneigem


El deseo es neutro, elástico
marcha
acaricia por un lado o el otro
despeina a los dioses, repeina a los amos
nunca tuvo sentido
su legitimidad dura el tiempo en que se mueve.
Falta algo
tan repentino, tan seguro
una suerte de antídoto para el perfil sin arrugas
del beneficio.
Volver a sonreír por nada
a lo desconocido y hacer
compañía al dolor.