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No. 106 / Febrero 2018



Rebeca Nuño
(Juanacatlán, 1994)




Tepalcate roto


¿Pero dónde me perdí, en cuál de tus geografías y tus caminos, en cuál
tiempo o compas de tu cuerpo, cántaro?
Donde nosotros ahora ausencia.

Asistimos con la palabra y el silencio a nuestra propia muerte, al
resquebrajamiento de las manos alfareras.
Nos sentamos en la ausencia. Del nosotros roto.
A vernos. A verlo morir. Ahogado Apagado. Callado. Enterrado vivo.

Y cuando solos, y cuando solas, cuando callada está la superficie,
podemos oírlo rasguñando. Mordiendo la tierra, rasguñándonos las
venas. Mordiéndonos la lengua. Arrancándonos a gajos.

¿Fue una piedra     o tu misma agua quien te reventó?
¿A dónde irá tu inundación de bocas y cuerpos dormidos?
Voy como una ciega persiguiendo tu agua. ¿Hay algo más roto que un tepalcate?
Pronuncio la ruptura para poder juntar los pedazos.
Un cántaro roto se vuelve tepalcates.
Un tepalcate roto me vuelve a mí.

Repito:
Hay muerte y muerte y muerte después de las muertes anteriores.
Después de todas las muertes, muerte otra vez.
No estaba escrito que un dolor nos doliera dolorosamente, y que aun
así, no existiera en el cuerpo común una palabra para nombrar lo más
allá de.

 

 

¿Hay algo más roto que un tepalcate?
Repito:
Allende, el desierto, responde con su crujir de huesos.
¿Quién podría unir el polvo y regresarle su identidad?

 

 

Hay que estar al alba.
Mientras se quebranta su voz, dice: quizás a mi hijo ya lo han hecho cenizas.

S  e  q  u     i  e  b  r  a

Lavidarotayeldolorsejuntanseaglutinanseimpregnanenelcuerpoausente.
Un quebranto es eso, solamente.
Aquí está destrozada
la voz,
la sangre,
el cuerpo,
el cántaro
y todos sus pedazos.

…los espera…
a los otros hijos,
por las otras madres.



Pregunta:
¿La tierra te cobija?
¿Estás dormido debajo?
Yo no quería estar aquí,
me obligó las circunstancias,
me obligó el gobierno,
me obligó la delincuencia.
Yo no quería ser un tepalcate roto.
Yo no quería que hicieran de tu cuerpo algo más roto que el polvo quemado.

 

 

Un cántaro roto sigue siendo: tepalcates.
Un tepalcate roto sigue siendo: nuestro cuerpo: el fragmento de una ruptura: la astilla de un hueso: la esquirla de una bala: la mano atravesada de un ser amado: la mano que besamos: el pedazo de una historia: la historia despedazada: lo doblemente roto: nuestro cuerpo.