No. 106 / Febrero 2017


Poéticas de la Negatividad
Sobre la crueldad* 
(Ciudad de México, 2018)

Leer selección de poemas
 


Ana Franco Ortuño
 

No somos el ángel. Somos la ruina. Somos esta montaña de restos
Hito Steyerl (Munich, 1966)


Sobre la crueldad
es una plaquette que forma parte de un proyecto personal y grupal, interdisciplinario, en el que he trabajado los últimos meses. Comenzó con la creación de una pieza en cartón (collage y acrílico), que pude terminar durante los días de encierro del reciente terremoto en septiembre 17. Inicialmente creí que se trataría de un poema, pero no fue así, es un objeto con su propia narrativa articulable, un cruel juguete, digamos, que habla desde mi propio hartazgo. La pieza se llama ¡Vivas!, y se trata de una muñeca de cartón (la original debe ser de 1979) a la que puede vestirse de tres modos.

Su trayectoria ha sido más accidentada de lo que me propuse: la mandé a España, a concursar en Badajoz, y nunca llegó a su destino. La retuvieron en aduanas de Madrid durante cuatro meses y regresó a México más estropeada de lo que se fue, habiendo adquirido la condición de migrante: aparentemente las redes que se abren en la ‘virtualidad’ se cierran en la frontera, no solo a las personas. En recuerdo a mi propia fantasía infantil, me permito tratar a la muñeca como a un personaje e identifico en mis modos y los del mundo, su objetivación.



En tanto que es imposible difundir el original, consideré que el espacio adecuado para una muñeca de vestir sería un cuadernillo recortable al que invité a un grupo de poetas, nacidos en un marco cercano al final de los años sesenta y los primeros setenta, a quienes me gusta leer: Luis Vicente de Aguinaga, Rocío Cerón, Silvana Franzetti, Maricela Guerrero, Cristián Gómez Olivares, Marina Serrano, Ángel Ortuño, César Rito Salinas y Laura Wittner, sumamos esta idea de lo que para cada quien representa algún modo de crueldad. Como el cuaderno es recortable, dado el caso, será también los pedazos poéticos que resten.

Me interesa el diálogo poético con esta generación porque creo que compartimos la idea de que nuestra época se determina por la imagen del escombro y la ruina. Tanto la muñeca como mis propios poemas son pedazos de cuerpos.

Yo, personalmente, me construí como sujeto político entre la caída del Muro de Berlín y la de las Torres Gemelas ꟷepisodio con que Bush modifica el discurso del mundo para justificar su guerra y regresarlo a la dicotomía del bien y el mal, en pro de la narrativa mediática norteamericana.

Me veo mirando la televisión en aquel noviembre de 1989, y sintiendo, acaso por primera vez, que pertenecía a un mundo mucho mayor que en el que había vivido. Me veo atónita en la consciencia de la historia. Cabe decir que no era tan joven, tenía 19 años, y acababa de despertar en el proceso humano.

Estas imágenes del escombro se contraponen a la descripción actual en términos de lo líquido, de lo fluctuante. Pienso que quienes nacimos en el marco elegido somos quizás demasiado conscientes de la última materialidad del mundo y caminamos en ciudades ꟷal menos, en la míaꟷ derruidas, que se tumban y se reconstruyen constantemente, dejando al descuido los pedazos de un perene y fantasmal edificio antecesor: la montaña de restos. Hablo del estallido del cemento mediante grandes máquinas que autodestruyen lo que alguna vez representó a la modernidad.

La idea de la crueldad, entendida como la dureza que ejerce el ser humano consigo, con otros seres humanos y con el mundo, también forma parte de este pedacerío que atestiguamos. La convocatoria para abordar el tema fue abierta, por lo que cada poema manifiesta una mirada: de la inclemencia de lo temporal, al mundo de los objetos, los códigos y los espacios determinados que asfixian cualquier posibilidad de movimiento.

Me gustaría observar entre la muñeca y el tema, la interacción de lo femenino y lo masculino, diálogo increíblemente complejo todavía. La pieza formó parte de la convocatoria a los poetas, aunque no era necesario hablar específicamente de sus implicaciones de género. En México, la imposibilidad de este diálogo, y de tantos otros, fortalece la discriminación patriarcal que provoca abusos y crímenes de todo tipo, objetivación y maltrato de grupos vulnerables.



Al diálogo con ¡Vivas!, se ha sumado también Fernanda Farjeat, joven artista que participa con un video en el que sintetiza el retroceso simbólico de la pérdida del color, como imagen de quien violenta una inocencia. El personaje infantil en Sobre la crueldad, tanto en el video como en el arte-objeto, atendería pacientemente a una nueva oportunidad y a un reinicio de la cultura que la destruye.

En Sobre la crueldad está presente también la relación afectuosa de las mujeres con nuestros propios objetos, en este caso, la muñeca, y la relación sensorial que seguimos estableciendo con el juguete de papel, el avión, por ejemplo, más que con el vinil, como reflejo de una construcción propia, desde la infancia.

¡Vivas! Habla de la sociedad mexicana (aunque refiere a las desapariciones de Latinoamérica), paradójica y determinada entre sus antiguos rasgos de solidaridad y coordinación social, como el mercado y el tequio; su gran disposición para la alegría; su extraño vínculo con la muerte, ꟷque sí creo que nos distinga de Occidente. Sociedad condicionada, al mismo tiempo, por una terrible miseria moral que se debe a la religión y su patetismo; a las desigualdades socio-económicas y la falta de educación (paradoja propia del sistema); y a que somos una sociedad voluntariamente manipulada por la paupérrima educación sentimental del mercantilismo neoliberal y Televisa.

El resultado de todo esto ha sido el universo de violencia en que nos encontramos subsumidos. No solo nos faltan 43 estudiantes, nos faltan miles de mujeres asesinadas en feminicidios desde el gobierno de Vicente Fox, los mineros de Pasta de Conchos durante la transición entre Fox y Calderón, los niños de la guardería ABC en 2009 bajo este mismo gobierno, todos los hermanos migrantes que se encuentran en fosas clandestinas, asesinados y desaparecidos, en absoluta impunidad. Nos falta mucha gente y faltan, sobre todo, las razones de su ausencia. 

Mi abuela decía que nadie se muere la víspera, yo no lo creo, yo creo que en este país la gente muere sin razón, mucho antes de su propio tiempo; antes de haber visto una nueva mañana que le correspondía. De todo esto también trata Sobre la crueldad.

En Coyoacán, enero de 2018

 

 




* Quiero agradecer a quienes aceptaron participar y al festival Enclave que hace posible la presentación pública de los materiales, a los lectores y hacedores del Periódico de Poesía, a Mariana Castro por colaborar en el diseño y formación del impreso y a Guadalupe Ortuño por su financiamiento.