No. 106 / Febrero 2018


Lenguas originarias


Ernesto Cardenal y su Antología de poesía primitiva
(segunda parte)
 

Kalu Tatyisavi
 

Llamar a algo primitivo es sinónimo de pre, proto, en el fondo significa que no alcanza a ser; así tenemos la protohistoria por quienes no escriben la suya o repiten como verdad lo aprendido en las academias, en la burocracia o en la cotidianidad; es decir, no la cuestionan, no intentan acercarse al fondo del asunto. Hay miedo, por eso se permanece en la superficialidad, se teme conocerse por eso se sigue a ciegas el continuum de la historia oficial. Este es el sentido de llamar a este tipo de poesía, “poesía primitiva”.

El origen de esta historia unívoca en México son las crónicas escritas al inicio de la Colonia, bajo la óptica cristiana y occidental había que destruir todo lo “primitivo” ꟷlo que no era el canon occidentalꟷ, la excusa era que estaba asociado con lo demoníaco, la maldad, lo oscuro, la idolatría. Si se utilizaran otros eufemismos para nombrar a esta poesía, como por ejemplo, primordial, qué diferente sería. Cuestión de aristas y de búsqueda.

Así, haya sido quien haya sido: Antonio de Montesinos, Bartolomé de las Casas o Vazco de Quiroga, al traer la cruz y el dogma por adelante terminaron por justificar el saqueo, el exterminio y la imposición colonial; lo que significó el inicio de la modernidad y la acumulación originaria para lo que hoy es Europa. Este fue el huracán de la historia como dice Benjamin (un vistazo crítico sobre lo que ocurrió en Nuestra América y sus consecuencias actuales lo podemos leer en El continente vacío de Eduardo Subirats).

El libro de Ernesto Cardenal (Nicaragua, 1925) y su “poesía primitiva” tiene como base la mixtificación, así, cualquier fe no necesita ninguna corroboración. Hoy, no hay mucha diferencia con los llamados teólogos “liberadores”, pero con el añadido crítico de Marx.

Cardenal ha denominado a su poesía exteriorismo, dejemos que él mismo lo defina: “…es la poesía objetiva: narrativa y anecdótica, hecha con los elementos de la vida real y con cosas concretas, con nombres propios y detalles precisos y datos exactos y cifras y hechos y dichos. En fin, es la poesía impura.” No es que aquí se intente hablar de su poesía, sino de su método en esta Antología.

En la introducción señala que él seleccionó y tradujo algunos poemas, por ello repite incansablemente: dios, señor, corazón, tribus, alma, brujo, indios, etc.; el machismo o el patriarcado cultural está latente en los poemas. Hay que remarcar que muchos poemas fueron transmitidos, copiados o dados al misionero, al antropólogo. Con estas características, lo primero que debemos cuestionar es: ¿cómo saben que lo que se dijo es cierto?

Qué diferencia hubiera sido acercarse realmente con la mentalidad abierta, con el aire y los rayos solares oxigenando y energizando la mente. Esto, por supuesto, implica temporadas enteras, años de trabajo en la colectividad; así se hubiera tenido una visión muy diferente. Esto no se hace pues implica estar fuera de la autopromoción, del discurso, del espectáculo, del medio cultural, de la academia, de lo “político”. Sin duda, por la praxis permanente se conoce al ser humano, muy pocos son realmente constantes y jamás traicionan sus principios.

La cultura actual está colonizada; todo lo está. Lo que quedan son rastros y huellas del pasado; en el cuerpo se refleja la marginación histórica; en la cultura —como cultivo— se refleja la pobreza y flojera mental.

Ahora, la autonomía de las naciones originarias tiene que ser amplia y profunda al mismo tiempo, no solamente se trata de “recuperar” el territorio, sino auto determinarse y construir desde nosotros mismos y estos tiempos, ahora y siempre, ello implica trabajar la lengua, reelaborar historia, retomar la religión cercana a la naturaleza, comprender la filosofía como relación con el universo natural y humano, buscar maneras de sobrevivir, desarrollar el arte. Redefinir: conceptos, categorías, definiciones, metodologías, teorías… En fin, significa ensayar y de manera permanente. De otra manera, estaremos hablando de más indigenismo o neoindigenismo, éste ahora practicado por los llamados intelectuales indios, es decir, para que la cuña apriete tiene que ser del mismo palo.

Por cierto, alguien se ha preguntado, ¿dónde quedaron los cantos, la danzas, las músicas del Ñuu Savi? Porque los sa’vi o los llamados discursos ceremoniales actuales, los xa’u, están colonizados y son muy pobres. Así como la lengua es inmensa y milenaria, así se desarrolló la alegoría, el movimiento del cuerpo, la voz, el rito, lo referencial y lo onomatopéyico. Nadie puede creer que los actuales carnavales, con sus máscaras, disfraces, vestuario, música, poemas, pinturas, fotografías, cine, representaciones, peticiones, ofrendas y tradiciones es lo que en realidad fue. La destrucción colonial y del catolicismo fue brutal, había que arrasar con todo, destruir “la felicidad” y el ser del Ñuu Savi. Se destruyeron sus nombres, sus apellidos, sus días, sus ojos, sus mentes… sus muertos.

Ahora se trata de crear, retomar como base lo anterior, pero siempre con un perfil crítico y propositivo. Más repetición sería lo más vulgar y risible: un fiasco.

Como aquí se trata de hablar de poesía, ejemplifico lo señalado con algunos poemas de la Antología. Pero, ¿qué son? Memorias, gritos, lamentos, esperanzas, narraciones, alegorías, desesperaciones…


Somalios (África)

Podría desgarrarlo todo como un león,
en vez de eso me acerco cauteloso como una liebre.
Podrías ser un destructor, fuerte como un árbol galol,
en vez de eso soy flexible como una planta bo’o.
Podría igualar las olas del mar,
en vez de eso soy tranquilo como la fuente Geiti.
En vez de andar con un mazo y escudo
alzo el vuelo como mariposa.
Podría presentarme como el primogénito de un jefe
y en vez de eso soy semejante a un hombre de raza vil.




Ainus (lejano oriente)

Yo soy el jefe en esta aldea;
tú eres el jefe en otra aldea.

No sabemos cuál de los dos es el más sabio. Para decidirlo debemos empezar una pelea de palabras.
Sin embargo, esto no va bien con la bebida.
Por lo tanto alegrémonos mejor con la bebida.




Tuaregs (África del norte)

La gacela que tú heriste
vino a morir bajo los tamarindos
cerca del redil donde mis esclavas
lavan sus ropas.
La encontramos al atardecer
de regreso a nuestras tiendas.
Aún estaban suaves sus miembros,
y sus párpados
no cubrían totalmente
sus largos ojos tristes.
En el asta de la lanza
clavada en su flanco
reconocí tu marca
¿Seré yo como la gacela?
Respóndeme, por Dios, oh tú, cuya mirada
ha herido mi corazón.