No. 106 / Febrero 2018


Poesía y Espíritu II
Como cabeza de un linaje de transmisión Kagyü, susurrada al oído, de la práctica del budismo tibetano de la Consciencia Despierta, Chögyam Trungpa es “Rimpoché” o “Joya Preciosa” de útil información milenaria sobre actitudes y prácticas del habla y el cuerpo mentales, que los poetas occidentales han explorado durante los mismos milenios, individualmente, irregularmente, hasta tan lejos como fueron capaces —buscaban entre ciudades, escenas, estaciones, manuscritos, bibliotecas, callejones, prostíbulos, iglesias, salas de estar, células revolucionarias, fumaderos de opio, habitaciones mercantiles en Harrar, salones en Lisadell.

Rimbaud, inhalando del Mago Eliphas Levi y de los callejones parisinos de hachís, redescubrió la “Alquimia del Verbo” y otras magias occidentales incluyendo los improvisados colores de las vocales y el “desajuste de todos los sentidos largamente razonado” como parte de su proyecto de llegar hasta lo desconocido como Poeta Visionario. […] Los poetas del siglo XX tuvieron que tener cierto compromiso con la Verdad Absoluta: pero desde W.C. Williams y hasta Kerouac, los poetas querían trabajar con la verdad relativa, la mirada al alcance de la mano, la percepción precisa de la apariencia, el testimonio preciso de la consciencia —aunque Hart Crane y otros Poetas del Rock continuaron forzando el asunto de la autoinmolación como forma de volverse Uno con los fenómenos.

Como parte de una estética que trabaja con la verdad relativa, se desarrolló un modismo americano (nacido del amplio pragmatismo de Whitman para lidiar con su propio Ego): la aceptación del comportamiento de la mente verdaderamente poética (poiesis: hacer) como modelo, sujeto y medida de la forma y contenido literarios. La Mente es proporcionada, el Arte es proporcionado. El estilo de Gertrude Stein surge así como un artefacto literario con consciencia del presente durante el tiempo de la composición. Puesto de otro modo: la secuencia de eventos de la mente del poeta, los accidentes de la mente, proporcionan los puntos clave, los cambios y la Trama de la Poesía. Respecto a la Musa, “Ahí está, instalada entre los utensilios de cocina”, como Whitman celebró el cambio del Absoluto Heroico a la Honestidad Relativa con un método poético. Así heredamos nuestro mundo de poesía en el siglo XX.

Detrás de este giro, aún acecha la sed por alguna Verdad Absoluta, entre peleas de toros, drogas, Dios, comunismo, Realpolitik o Revolución, Bebida, Suburbios o la Bohemia, Sexo, comunalismo grassroot, ecología y suelo amerindio, estallidos de la Visión Eterna, el Cráneo de la Muerte, incluso varios Apocalipsis o Paranoias Extraterrestres y otros encantos, vuelve como nuestra preocupación y ha sido acentuada. Son osadas energías de miedo, alegría o anomia, sin mucha constancia; de todas formas ha habido un esfuerzo honesto por mostrar aquello que puede ser visto de la mente desnuda, y eso ha llevado a un estilo de Poesía increíblemente abierto, que incluye a las Sierras deslumbrantes de nieve y a las luces de tránsito vueltas diamante por la lluvia, tal como lo hace el ojo de la mente. Ha surgido un estilo internacional, basado en hechos, tal vez el modo poético más relajado de todos. Aun así, no emerge otra cosa que el sufrimiento último, el cambio acelerado, y tal vez un vistazo a la cualidad anímica universal. ¿Ha fracasado el Visionario poético? ¿O tal vez triunfó al llegar a un sitio de desolación agotada en el que el Ego de la poesía es aniquilado?

¡Al fin! ¡Al rescate! Cargando la panoplia de veinticinco siglos de consciencia de la mente despierta, […] este autor es un Lama tibetano reencarnado y entrenado desde los dos años en varias prácticas antiguas dirigidas a fijar la atención, concentrar la percepción, cuidar de las formas de pensamiento hacia la transparencia, profundizar en el “darse cuenta”, hacer más vasta la consciencia, aniquilar el ego e inmolar la mente del ego en los fenómenos: un hechicero en el control de las ensoñaciones, la visualización consciente y la proyección del pensamiento, las vibraciones del sonido vocal, la aplicación en lo externo de la introspección, la práctica de las virtudes naturales, y un verdadero almirante del océano académico acerca de lo mismo. La situación dramática de alguien que se ha percatado de un Mundo de pura mente, y ha ido más allá de la adhesión al ego para regresar al mundo y trabajar con la ignorancia universal, confrontar los ensueños del materialismo espiritual del mundo occidental —y decirlo en poesía moderna— nos brinda la emoción histórica que este libro coloca en nuestro regazo.

Para concentrarnos en un aspecto de este drama, hay que considerar la progresión de estilo, desde sus primeros poemas que adaptaron los modos formales clásicos tibetanos, hasta las improvisaciones personistas de rueda suelta propias de sus poemas de 1975, que reflejan los astutos medios con que la mente del gurú adaptó las técnicas del Imagismo, el humor postsurrealista, la jerga modernista, la franqueza y el egoísmo subjetivos, un moderno “pintar con los dedos”, espontaneidades compasivas y ornatos de sentencias tántricas. Podemos ver que se ha respetado y apreciado el “campo descriptivo” de la poesía moderna occidental; esta es una enseñanza en sí misma, que algunos pocos gurús del pasado han podido manifestar en sus reflexiones místicas más neblinosas. Algo nos acomete aquí, algo en foco, visible, en nuestro propio lenguaje: extrañas percepciones tratadas con nuestros propios términos.

En retrospectiva, los poemas de estilo clásico se vuelven claras muestras de un punto de partida cultural y de intenciones del poeta, Chögyam, “el perro callejero”.

[…]

Chögyam Trungpa, pues, trabaja con un sistema clásico para hacer “que la serpiente anudada de la mente conceptual se desenrolle en el aire”. Los símbolos del budismo vajrayana están a su disposición, incluyendo la noción de “Verdad Absoluta” —propiedad hasta ahora nunca reclamada desde que Platón echó a los poetas de su república. Aunque bueno, Keats sí propuso redimir a la Verdad como Belleza. Blake creó un mundo sagrado simbólico, en muchas formas paralelo al Vajrayana. ¿Cómo se ven otros amigables poetas bajo esta luz, enfrentados a la competencia dentro de sus propias filas por un poeta que además es cabeza de las enseñanzas más esotéricas de Oriente? ¿Acaso Auden parecería un aficionado que persigue malhumoradas conclusiones personales cuasicristianas? ¿Será que Eliot cita a Buddha, Krishna y Cristo como un vicario campirano? ¿Cómo me presento, yo charlatán pedante lleno de Ginsberguidad resentida, planteado por los medios contemporáneos como un gurú cultural? ¿Acaso Yeats en “Secretas doctrinas” jadea como pez encallado en el fino aire de la versión teosófica del Gran Este? Mientras que “Chögyam al escribir un poema es como un Rey que inspecciona a sus soldados”. ¡Bueno, pues!

[…]

Debo decir, hay algo de sano en el modismo americano como lo han hecho surgir Williams, Kerouac, Creeley y otros, una franqueza y una precisión en las formas del pensamiento y del habla que pueden parecer inauditas en otras culturas, un humor mortal en el estilo libre del “lánzate” propio del “Viejo Oeste”. Cuando entra el Gran Este a dicha habla y mente corporal hay una combinación deslumbrante de Total Anarquía y Total Disciplina.

Bueno, ¿se llevó a cabo la transición por parte del poeta, de la Verdad Absoluta expresada a través de símbolos (“montar el caballo blanco del Dharmatta”) a una Verdad Relativa concretada en un compromiso devocional hacia un Suelo Americano que él ha salido a transvalorar y conquistar? —En el drama de este libro, sí, el autor Chögyam, con todas sus perfecciones vajrya, es el poeta ebrio en su trono en las Rocallosas que proclama “Chögyi es suyo”. ¿Qué pueden hacer los hijos expansivos de Whitman frente a semejante persona?



 
* Publicado originalmente como introducción a la antología Timely Rain. Selected Poetry of Chögyam Trungpa, ed. David I Rome, Boston, Shambhala Centaur Editions, 1998 [1972].


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Chögyam Trungpa “Rimpoché” (“Joya Preciosa”) nació en 1939 en el Tíbet y creció con formación monástica, fue reconocido como reencarnación de Trungpa (de ahí su segundo nombre). El conflicto político del Tíbet lo llevó a escapar en una peregrinación de varios años hacia la India. Tras vivir un tiempo en ese país, viajó a Oxford donde se inmersó en el mundo académico y se volvió experto en religión desde la perspectiva académica occidental. Posteriormente se trasladó a Estados Unidos, donde comenzó un nuevo linaje de budismo tibetano de tradición Kagyu al cual le dio el nombre de Shambhala. En suelo americano se vinculó con el movimiento Beat y la cultura hippie, y fundó, entre otros centros, una comunidad budista en las montañas de Colorado, Shambhala Mountain Center, que se mantiene hasta la fecha. Transmitió sus enseñanzas hasta su muerte en 1987 (48 años), tras un problema de alcoholismo con el que lidió durante mucho tiempo. El budismo Shambhala ha crecido y se ha propagado por el mundo, y es actualmente encabezado por su hijo, Sakyong Mipham “Rimpoché”, alto lama de los linajes Kagyu y Nyingma y reencarnación de Mipham “El grande”.