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Elogio al oficio
Carlos Gómez Carro
UAM Azcapotzalco,
México, 2012.
Por Ricardo Migueles
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No. 106 / Febrero 2018


Celebración y culto a la poesía

“La poesía es trabajo sobre la dura piedra del lenguaje” apunta Carlos Gómez Carro quién prologó, compiló y seleccionó los poetas y poemas presentados en Elogio al oficio, trece carteles de poesía. Este es un libro tanto para poetas como para iniciados y no iniciados en la experiencia de la lectura de poesía. Es también un largo ensayo con cariz poético que surge como tributo a la poesía misma. El libro es un prólogo, trece diseños o carteles, trece ensayos y trece poemas. Esta obra es un trabajo atento de escritores, poetas, académicos, diseñadores gráficos, fotógrafos y editores enfocados en crear algo muy difícil: una obra de divulgación erudita en sí misma. Elogio al oficio, trece carteles de poesía es una iniciativa y un logro de la Universidad Autónoma Metropolitana, campus Azcapotzalco, y se concretó en el 2012. El libro es una tertulia sobre la sensibilidad humana, o mejor dicho: “Los cartelistas, los ilustradores participantes y los ensayistas confeccionan una tarea colectiva a modo de libro, cuyo fetiche es la poesía” (Gómez 19).

Los poetas y poemas seleccionados (seis traducciones) para este proyecto son los siguientes: Tomás Segovia (“Sonetos votivos 3”), Gérard de Nerval (“El desdichado”), Jorge Luis Borges (“El suicida”), Samuel Beckett (“Cascando”), Renato Leduc (“Temas”), Constantino Cavafis (“Ítaca”), Juan José Tablada (“El saúz”), Oshimo Ryata (“Vuelvo irritado...”), Paul Valéry (“El cementerio marino”), Cesar Vallejo (“Los heraldos negros”), e.e. Cummings (“69:466”), Francesco Petrarca (“Cancionero LVI”), José Emilio Pacheco (“No me preguntes cómo pasa el tiempo”) y Cuicapicque poeta nahua, (“Los últimos días del sitio de Tenochtitlán”). Como parece obvio, este trabajo no se enfoca en una época específica del fenómeno poético, ni siquiera en una región geográfica, ni en temas afines; lo que une a Tablada con Cuicapicque y con Cavafis y a éste con Vallejo y con Petrarca es esa debilidad por la palabra, esa herida poética que el poeta intenta sanar inventándose imágenes y sentimientos intrincados, a sabiendas de que la poesía, los versos, los tropos así como lo sanan lo vuelven a herir, en un ciclo interminable de agua y sangre perpetuos.

Con el tamaño de un cuaderno y la apariencia de un libro de texto Elogio al oficio dilucida sobre poesía, presenta una narración gráfica de cada poema y una fotografía o pintura de cada poeta. Los ensayos sirven como lúcidos breviarios sobre el poeta y el poema en cuestión. Luego vienen las fotografías que preparan el ojo del lector para la experiencia de los carteles, para luego enfrentar al poema en su formato habitual, es decir, ya no incluido en el cartel sino en una página normal. La dedicatoria del libro va para la memoria de Carlos Montemayor, miembro fundador de la UAM y quien acuñó el nombre de la serie El cartel de poesía: “Montemayor editó en su momento (en los años ochenta del siglo pasado) El cartel de poesía, que llegó a tener un gran reconocimiento dentro de la comunidad universitaria y más allá de ella. Elogio al oficio, además de darle continuidad a nuestra propia historia, cumple con uno de nuestros compromisos institucionales, el de difundir lo mejor del pensamiento universal” (Gómez 7).

Cito ahora el inicio del prólogo con el cual Carlos Gómez abre la cortina poética y le da el tono a los ensayistas que seguirán: “La poesía es, a veces, el asedio a la ciudad sitiada que reverbera en la voz de uno de sus testigos, o el río que es otro y en el que uno es ese río, o es un árbol bien plantado en medio del frugal patio, o el canto del pájaro anunciando el siempre prodigioso amanecer” (Gómez 9). Además de divagar sobre la poesía y el trabajo del poeta, este prólogo explica y resume las partes que conforman el libro, o sea, los carteles, los ensayos sobre el poeta y el poema y los poemas. En esta sección el editor nos presenta a los diseñadores y a los ensayistas. Y cierra el prólogo con una minuta acerca de lo que fue el trabajoso proceso de creación y consolidación de este esfuerzo tan bien logrado.

Tomás Segovia (1927-2011) se encarga de abrir esta celebración de poesía con su “Sonetos votivos 3”, un poema cuyo erotismo es avasallador y en ocasiones poco sutil. Con una forma petrarquista alternativa (ABBA ABBA CDE CEC) y endecasílabos sáficos y melódicos, Segovia elabora sobre el pubis femenino en la primera estrofa, en la segunda alude al orgasmo y en la sextina final la voz poética o más bien la voz erótica sugiere penetrar a la musa con la lengua.

Entre los tibios muslos te palpita
un negro corazón febril y hendido
de remoto y sonámbulo latido
que entre oscuras raíces se suscita;
un corazón velludo que me invita,
más que el otro cordial y estremecido,
a entrar como en mi casa o en mi nido
hasta tocar el grito que te habita.
Cuando yaces desnuda toda, cuando
te abres de piernas ávida y temblando
y hasta tu fondo frente a mí te hiendes,
un corazón puedes abrir, y si entro
con la lengua en la entraña que me tiendes,
puedo besar tu corazón por dentro.


Diseño: nopase

Ramón Córdoba es quien se encarga de presentarnos tanto a Tomás Segovia como sus sonetos en su ensayo “Tu amor salvaje y puro como el fuego”: “El erotismo, nada menos. El difícil diamante de los cuerpos puros. La esquiva sombra de hechos fundamentales que otros tiempos pretendieron silenciar sin conseguirlo y mis tiempos anhelaban explorar —de hecho, perseveran en ello” (Gómez 32).

Luego sigue Gerard de Nerval (1808-1855) con otro soneto, “El desdichado”, y el ensayista en esta ocasión es el mismo Segovia.

En tercer lugar aparece Jorge Luis Borges con “El suicida”:

No quedará en la noche una estrella.
No quedará la noche.
Moriré y conmigo la suma
del intolerable universo.
Borraré las pirámides, las medallas,
los continentes y las caras.
Borraré la acumulación del pasado.
Haré polvo la historia, polvo el polvo.
Estoy mirando el último poniente.
Oigo el último pájaro.
Lego la nada a nadie (Gómez 58).


Diseño: Patricia Ordoñez

En su ensayo “'El suicida' de Borges y el tema de la muerte” Enrique López Aguilar elabora sobre la fama del erudito argentino y analiza el poema: “Así, la fama de Borges tuvo que resignarse a admitir que él era un escritor para escritores, un artista difícil de leer, plagado de citas cultas y eruditas, un creador de la postmodernidad, según la admisión del deconstruccionista Jacques Derrida, e incluso, como un buen lector propuso en una extraña metáfora: 'Borges te hace cosquillas, pero en el cerebro'”.

A continuación viene Samuel Beckett (1906-1989) quien inaugura la traducción de poemas en el libro. Su poema “Cascando” consta de tres estrofas irregulares, está en verso libre sin puntuación y es parte de Otros poemas ingleses, “poemas en los cuales el ritmo con el que fueron construidos es el de una canción que se tararea sin una música específica, y en inglés riman —suenan—, a diferencia de su traducción al castellano” (Gómez 77).

1
why not merely the despaired of
occasion of
wordshed
is it not better abort than be barren […]

1
por qué no simplemente no esperar
a ser ocasión de
un vertedero de palabras
¿no es mejor abortar que ser estéril? […]



Diseño: Leonel Sagahón. Traducción de Jenaro Talens

Estos versos con los que comienza el poema son de los más recordados del poeta irlandés. “La pregunta con la que comienza el poema engendra la incitación central del autor: ¿por qué no simplemente esperar? Esta pregunta es una de las preocupaciones primordiales que Beckett se plantea resolver a lo largo de su obra […]” (Gómez 87).

Ezequiel Maldonado se encarga, en Elogio al oficio 9, de ponernos al tanto del contexto en el que apareció el poemario Los heraldos negros en el Lima de 1918 y en el que “Vallejo conmueve a un medio intelectual peruano influido por el simbolismo modernista de Rubén Darío y del uruguayo Herrera y Reissig” (Gómez 163). Además elabora sobre Trilce, segundo poemario de Vallejo, sobre la imagen desconocida del poeta y sobre su compromiso social: “César Vallejo, aún antes de su encarcelamiento en Perú, ya muestra una afinidad con las causas populares y no es extraño su compromiso como intelectual en la defensa de la República española, 1936-1939. España aparta de mí este cáliz es un texto poético-político revelador de las proezas, las infamias y las esperanzas ocurridas en la Guerra Civil” (Gómez 167).

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!
Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre... Pobre... ¡pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!


Diseño: Diego Medrano Ávila

En suma, Elogio al oficio, trece carteles de poesía es una obra de divulgación de la poesía así como una celebración del humanismo y de los valores universales. “En el libro colaboraron con sus respectivos ensayos, trece investigadores y escritores de la propia UAM y fuera de ella. Cada uno de ellos nos participa de una singular visión del poema, del poeta y de su horizonte” (Gómez 19). O como lo describe Alberto Híjar en la contraportada: “A la poesía visual en las calles y plazas de las movilizaciones de los indignados y los okupas, se agregan los carteles y el libro del Elogio al oficio, con todo y su propagación de la belleza del ver, leer, gozar y sufrir, conocer, conocerse, transformarse y transformar.”