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Elogio al oficio
Carlos Gómez Carro
UAM Azcapotzalco,
México, 2012.
 
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No. 107 / Marzo 2018


Tomás Segovia


Sonetos Votivos 3

Entre los tibios muslos te palpita
un negro corazón febril y hendido
de remoto y sonámbulo latido
que entre oscuras raíces se suscita;
un corazón velludo que me invita,
más que el otro cordial y estremecido,
a entrar como en mi casa o en mi nido
hasta tocar el grito que te habita.
Cuando yaces desnuda toda, cuando
te abres de piernas ávida y temblando
y hasta tu fondo frente a mí te hiendes,
un corazón puedes abrir, y si entro
con la lengua en la entraña que me tiendes,
puedo besar tu corazón por dentro.




Jorge Luis Borges


El suicida

No quedará en la noche una estrella.
No quedará la noche.
Moriré y conmigo la suma
del intolerable universo.
Borraré las pirámides, las medallas,
los continentes y las caras.
Borraré la acumulación del pasado.
Haré polvo la historia, polvo el polvo.
Estoy mirando el último poniente.
Oigo el último pájaro.
Lego la nada a nadie.




César Vallejo


Los heraldos negros

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!

Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!
Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre... Pobre... ¡pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!




Francesco Petrarca


Cancionero LVI

Si el ciego afán que el corazón destruye
contando el tiempo no me ha confundido,
advierto, mientras hablo, cómo huye
el que a mí y al favor fue prometido.
¿Qué sombra cruel en malograr influye
la semilla del fruto apetecido?
¿Qué muro el paso hacia la espiga obstruye?
¿De qué fiera, en mi ovil, oigo el rugido?
¡Ay, triste!, no lo sé, mas se me alcanza
que, para más doliente hacer mi vida,
el Amor me condujo a la esperanza.
Y a mi recuerdo lo leído viene,
que hasta el día de su última partida
Llamar feliz a un hombre no conviene.




José Juan Tablada


El saúz

Tierno saúz
casi oro, casi ámbar,
casi luz…




Oshima Ryata


Vuelvo irritado
mas luego, en el jardín;
el joven sauce.




ee. Cummings
Traducción de Ulalume González de León


69:466

ahora (amor) todos los dedos de este árbol tienen
manos, y todas las manos tienen gente; y
cada persona está (mi amor) más viva
de lo que podrían entender los mundos

y ahora eres y soy ahora somos
un misterio que nunca más volverá a suceder,
un milagro que nunca antes había sucedido
—y este brillante ahora debe volverse entonces
nuestro entonces será alguna oscuridad en la que no
tengan manos los dedos; y no te tenga
yo a ti: y todos los árboles sean (cualquiera más sin hojas que cada
uno) su parasiempre nieve silenciosa

—pero nunca tengas miedo (mía, hermosa,
en flor) porque el entonces es también un hasta