No. 107 / Marzo 2018
El Jardín Marino

Juan Gris / Vicente Huidobro


Enrique Juncosa


La apreciación de Juan Gris, aun habiendo ido creciendo sin pausa con los años, sigue colocándolo injustamente en un tercer lugar en el panteón de los artistas cubistas, justo después de Pablo Picasso y de Georges Braque, aun considerándose su obra a menudo como la más cubista de todas. El apellido que tomo como pseudónimo, Gris, define de alguna forma su trabajo, discreto, y de alguna forma también secreto, cercano en la singularidad de su estética tranquila y poco rimbombante, a figuras como Satie, Morandi o Klee.

Juan Gris nació en Madrid en 1887, en el seno de una familia acomodada, como José Victoriano González-Pérez, y murió en Francia de una insuficiencia renal, a los 40 años, en 1927. Había llegado a París en 1906, conociendo enseguida a los mencionados Picasso y Braque, además de a Fernand Léger, formando los cuatro el núcleo más destacado de artistas cubistas, estilo que adopta definitivamente en 1912 para no abandonar ya nunca. Es cierto que falleció de forma prematura así que no sabemos qué hubiera hecho de ser tan longevo como sus colegas, cuyos estilos fueron evolucionando considerablemente con el tiempo. La misma obra de Gris se torna menos dogmática con los años, aun siendo su mejor momento el que va de 1913 a 1918, años en los que destaca por la riqueza cromática de su obra, emblema de un seductor hedonismo. La amistad entre Gris y Picasso, a pesar de su proximidad inicial, no duró mucho, alejándose uno del otro así como Picasso entraba en una época de reivindicación del clasicismo. Eso convertiría a Gris en la figura principal del que se ha llamado segundo cubismo. Entre sus más grandes admiradores se encontraba la escritora norteamericana Gertrude Stein.

Gris conoció también a varios poetas en los círculos vanguardistas, como André Salmon, Max Jacob, Pierre Reverdy o Guillaume Apollinaire, quien describió el trabajo de Gris como “cubismo integral”, y al pintor madrileño mismo, como “demonio de la lógica”. Gris, efectivamente, habló de arquitectura y de matemáticas como metáforas de la estructura de una pintura. En 1917, Gris conocerá también al poeta chileno Vicente Huidobro (1893-1948), quien fuera el primer poeta vanguardista en lengua española. Intimaron enseguida y Gris le retrató a él y a su mujer, además de cederle un dibujo para su libro Horizon carré (1917), cuyo título se cree fue, además, sugerencia suya. Los Huidobro pasarán el verano de 1918 en la casa de Juan y Josette Gris en Beaulieu. Gris ayudará entonces a Huidobro a traducir sus poemas al francés. De estos breves años en los que se trataron, también se conserva una foto (ca. 1921-22) de una cena en casa de los Huidobro en París, y en la que alrededor de una mesa vemos a los Gris, los Kahnweiler, los Léger, Gerardo Diego, Le Corbusier, Waldemar George y Louise Leiris, entre otros.



Huidobro, quien pasó sus primeros años con su familia en Europa, se formó en Chile, volviendo a París en 1916, y entrando enseguida en contacto con los círculos vanguardistas de la capital francesa –colaborando ya en 1917, por ejemplo, con Nord-Sud, la revista que dirigía Reverdy. En 1918 publicará Poemas árticos (dedicado a Juan Gris y a Jacques Lipchitz), Ecuatorial y Tour Eiffel (este último libro escrito en francés). En estos mismos años, Huidobro viajará a Madrid con frecuencia y también a Suiza y a Italia: “Silban en los llanos / locomotoras cubiertas de algas”. En Madrid publicará su revista Creación, en 1921, una revista de arte en cuyo primer número se reproducen algunas pinturas de Juan Gris, además, claro, de muchas otras cosas. Huidobro será, en las décadas de los años 10, 20 y 30, un poeta central en las vanguardias de aquel momento, como el dadaísmo, el surrealismo, el ultraísmo o el creacionismo. El que tal vez sea su libro más importante, Altazor o el viaje en paracaídas, saldrá en 1931, aunque lo había escrito probablemente en 1919, habiendo publicado en este intervalo algunos fragmentos. De 1931, es también otro de sus mejores libros: Temblor de cielo. La versión francesa de este último libro, publicada un año después, lleva el retrato que le hiciera Juan Gris como frontispicio.

Ese retrato es Vicente Huidobro (1917), firmado con una dedicatoria: “A mi querido poeta Vicente Huidobro, su amigo Juan Gris”. Ese mismo año, Gris firmaría también un dibujo: “Retrato de Madame Huidobro”. Unos años después, Gris volvería a retratar al poeta. Se trata de un magnífico dibujo de claridad matemática, Retrato de Vicente Huidobro (1922), que ahora se encuentra en la colección del Museo Reina Sofía en Madrid. Los dibujos, así como los de otros retratos de personajes de su entorno, como su mujer Josette o el marchante Daniel-Henry Khanweiler, no son obras cubistas, aunque hay otros retratos que sí lo son. Son obras naturalistas de una sencillez que parece provenir del mundo de la caricatura, siempre tan cercano a las vanguardias. En ellos reconocemos a los modelos, pero estos están representados de una forma idealizada y esencial, que anticipa los retratos a lápiz de artistas posteriores asociados con el Arte Pop, como David Hockney o Andy Warhol. También se conservan algunas cartas entre el pintor madrileño y el poeta.